Los ciclos de sueño y vigilia se consideran a veces como algo fijo y establecido, pero cambian según la edad, las circunstancias sociales y medioambientales, e incluso el estado anímico.

Decir hoy a los jóvenes que viven la noche del viernes que la vigilia del fin de semana puede ser un buen entrenamiento y una buena norma higiénica, parece una broma, pero lo cierto es que, tanto la vigilia como el ayuno han sido siempre formas de iniciación que sirven como entrenamiento y, en cierto modo, puede ser un acto saludable.

Socialmente, trasnochar está mal visto: su actitud se considera una pérdida de tiempo. Sin embargo, muchas personas siguen ejerciendo esa vigilancia para velar por la supervivencia de la sociedad: médicos, enfermeros, bomberos, policías, conductores, servicios de limpieza... También las madres y los padres de los bebés deben estar preparados para trasnochar. Para ellos establecer un ritmo de vigilia semanal o controlar esta práctica sin pasarse es fundamental.

Trasnochar en la adolescencia prepara para superar el estrés

La vigilia puntual, el estar despierto alguna noche, no solo favorece el sueño más profundo, sino que enriquece de alguna manera nuestra experiencia: ayuda a entender la noche, sirve para entrenarse para sobrevivir en situaciones de peligro o adversas, modifica la conciencia, ayuda a valorar el silencio nocturno, a conocer el mundo de la luz y de la sombra, a saber que hay vida en la noche y en el día. Además, en la vigilia se pone luz cuando se debería estar a oscuras y esto, en ocasiones, reporta beneficios.

  • Mejora la adaptación al estrés. Una de las hormonas liberadas durante la vigilia es la ACTH (adrenocorticotrófica), que estimula a su vez las glándulas suprarrenales y la liberación de adrenalina y noradrenalina. Con ellas el cuerpo reacciona como ante un peligro, entrenándose para situaciones de alerta. Si la acción y el estímulo se prolongan, el sujeto al final ya no reacciona y puede llegar a agotarse y a sucumbir. Esto puede pasar si se lleva mucho tiempo sin dormir o con mucho estrés. Pero practicar una noche a la semana sirve de entrenamiento para mejorar la capacidad de adaptación y soportar el estrés.
  • Evita la depresión. La vigilia inhibe la glándula pineal y la producción de melatonina. Esto aumenta el nivel de serotonina en la sangre, un gran revulsivo para evitar la depresión.

Al paralizar la acción de la epífisis, durante la vigilia también se liberan hormonas sexuales, relacionadas con la mayor fecundidad de los viernes por la noche. El aumento de la luz y la vigilia desarrollan los caracteres sexuales en la pubertad y es justo en esa época cuando a los jóvenes les apetece comenzar a salir.

Trasnochar es también un entrenamiento para los jóvenes

Me encanta dormir, y si he de quedarme sin hacerlo será solo por dos cosas: por una urgencia de vida o muerte o porque toca divertirse.

Vigilia viene de "vigilar", algo natural que el ser humano ha tenido que hacer durante miles de años como especie, como familia o como tribu, para sobrevivir en entornos peligrosos.

Hoy ni la necesidad biológica ni los preceptos se tienen en cuenta, pero seguimos siendo mamíferos gregarios con comportamientos que nos ayudan a sobrevivir como grupo o especie.

El entrenamiento de los jóvenes para vigilar se ha dado en todas las culturas y épocas como forma de iniciación, bajo pretexto de fiesta religiosa o con otras excusas, como preparar y vivir la fiesta o defenderse de amenazas externas.

Este entrenamiento de vigilar o de pasar sueño alguna vez ha servido y sirve, además, para entrenar procesos vitales del organismo que ayudan a estar más sanos.

Cambiar el ritmo: ¿cómo adaptarse a un nuevo horario de sueño?

Entre profesionales de la medicina y la enfermería, bomberos y camareros, mantenerse en vela forma parte de la profesión: los turnos de guardia y la asistencia de urgencias se realizan en la vigilia nocturna.

Es tan importante dormir y hacerlo bien que provocar un estado de vigilia continuo se ha usado como medio de tortura, el llamado lavado de cerebro. Esta práctica son incapaces de resistirla aun los más aguerridos héroes, pues al cabo de varios días sin dormir se pierde absolutamente la personalidad y decae la voluntad.

Por eso, para entrenarse en la vigilia hay que hacerlo poco a poco, de modo gradual. Se puede comenzar por un día a la semana: acostarse dos horas más tarde y levantarse una hora antes.

Pero antes de practicar la vigilia de noche es necesario practicar el dormir bien y el mantener la vigilia durante el día: controlar el pensamiento y mantenerse relajado sin abandono y activo sin agitación.

No obstante, hay un caso en el que se puede o se debe ejercitar la vigilia: el insomnio. Si se sufre insomnio, no hay que temer la vigilia. Provocarla ayuda con el tiempo a atraer el sueño profundo.