En la cocina el seitán permite tantas elaboraciones y presentaciones como se sea capaz de imaginar. Si al principio no se sabe muy bien qué hacer con él, resulta práctico recurrir al recetario tradicional. Todas las recetas de carnes se pueden reproducir tal cual con seitán. Los resultados serán menos grasos y de sabor más suave, pero igualmente nutritivos.
Una opción muy común es someterlo a una marinada o adobo antes de su preparación final, dejándolo de un día para otro. Limón, ajo, tomillo, romero, orégano, pimentón o cebolla dan un sabor muy en la línea de nuestra cocina tradicional. Pero se puede experimentar con jengibre, hierba limón, comino, cilantro, curry, coco o cualquier otro condimento. El seitán los absorberá como una esponja.
En cuanto a las técnicas de cocción las admite todas: se puede cocer, estofar, guisar, saltear, freír y asar. Además, se le pueden dar cortes muy variados, que permiten obtener texturas distintas:
- Cortado con una máquina de fiambre se obtienen lonchas finísimas para preparar carpaccios, raviolis, canelones o lasañas. Friéndolas en aceite se consiguen unos curiosos chips o crujientes.
- Más grueso permite hacer milanesas, filetes o hamburguesas. También se puede enrollar, rellenar de queso y rebozar.
- En tiras finas puede servir para platos orientales, como salteados con verduras y arroz o tallarines; o mexicanos, si se incorporan a fajitas, burritos o tacos.
- Con pequeños dados se pueden guisar platos como ragús, con patatas torneadas y verduras. Partido con las manos en tajadas irregulares da un aspecto más tradicional y absorbe muy bien las salsas.
- Picado, rallado o triturado sirve para elaborar croquetas, boloñesas, albóndigas, hamburguesas, rellenos de lasañas, pimientos o calabacines, y todas las recetas tradicionales que suelen incorporar carne picada, con idénticos resultados.