El acoso escolar tiene muchas caras y todas se muestran con rigor en el nuevo libro, El bullying es cosa de todos, de Carmen Cabestany, profesora y presidenta de las asociaciones Espacio Holístico y No al Acoso Escolar (NACE).

Carmen trabaja desde hace más de 27 años como profesora en institutos de Enseñanza Secundaria creando sinergias con otras asociaciones para mejorar los protocolos frente al acoso escolar. Una de las mayores expertas en la lucha contra el bullying en España, nos da algunas claves para hacer frente a esta lacra que afecta a tantos niños como a jóvenes de nuestro país. 

¿Cuándo decides escribir este libro?

La idea surgió en 2021 y se materializó en 2022. Pensé que era importante que la sociedad entendiera que el problema del acoso escolar no lo tiene solo la comunidad educativa, sino que todos estamos concernidos y todos tenemos que hacer algo. 

Por tu vida han pasado muchos niños y adolescentes que han sufrido acoso escolar, pero imagino que ellos han sido el motor para escribir este libro. ¿Qué balance haces de todos estos años? ¿Ves una evolución?

Mi balance personal por el trabajo realizado con ellos es positivo y satisfactorio. En cuanto al problema del acoso escolar, por desgracia no veo avances significativos porque seguimos sin ser conscientes de la gravedad del problema. No obstante, mi visión es optimista. ¡Acabaremos con esto! Pero, para lograrlo, nuestras autoridades deben aplicar medidas efectivas como, por ejemplo, el “Decálogo contra el acoso escolar” de NACE, la asociación que presido. 

De hecho, en este libro hablas sobre ello. ¿Por qué es importante entender que es cosa de todos? ¿Y qué quieres decir cuando dices esto?

Porque cuando un menor sufre acoso escolar pueden intervenir muchas personas y/o instituciones. Está claro que el maltrato se produce en el entorno educativo, por tanto intervendrán los profesores, la dirección del centro, la orientadora… Pero, a veces, también intervienen los servicios sociales, la policía, el ámbito sanitario, la justicia, etc.

Si cada uno de estos agentes no hace lo que tiene que hacer, si no lo hace bien, el resultado puede ser nefasto. Aunque a veces se actúa bien, con frecuencia, los errores se suceden y eso lleva a la víctima a pensar que no hay solución, que está condenada. 

Podrías explicarnos qué se entiende por maltrato escolar.

Es un maltrato entre compañeros, reiterado en el tiempo, en el que hay un desequilibrio de fuerzas. La víctima está indefensa y el agresor ejerce un abuso de poder sobre ella y tiene intención clara de dañarla. 

"Aunque a veces se actúa bien, con frecuencia, los errores se suceden y eso lleva a la víctima a pensar que no hay solución"

Cuando esto sucede, ¿cuál es el protocolo que hay que poner en marcha cuando un niño está siendo víctima de acoso escolar

El del sentido común, que es el de la escucha activa y atenta a la víctima, el que le da credibilidad y le brinda protección inmediata, el que actúa con contundencia respecto al agresor, el que conciencia a los testigos para que denuncien el maltrato y, sobre todo, el que impide que esa violencia se vuelva a producir.

Lamentablemente, este protocolo no tiene nada que ver con el que se suele aplicar en los centros escolares. De todos modos, el mejor protocolo es el que no se tiene que implementar porque se ha actuado de manera preventiva.

¿Qué pueden hacer los padres en este sentido? Supongo que deben sentir mucho desconcierto y desamparo…

En caso de que sean padres de la víctima, la primera medida es evaluar los daños para darle la asistencia que precise; la segunda, pedir protección al colegio. Si todo esto no funciona, buscar orientación y ayuda en alguna asociación y, si es preciso y hay pruebas suficientes, denunciar.

Si son padres del acosador, deberían entender que han de actuar de forma responsable, no solo por la persona que sufre, sino también por su propio hijo. Si no lo hacen, lo condenan, porque es muy probable que repita su conducta y se convierta en un maltratador.

"La primera medida es evaluar los daños para dar al niño la asistencia que precise."

¿Cuáles son esos primeros pasos (para no dar ninguno en falso) con las víctimas? 

La acogida es fundamental; es decir, el momento en el que nos sentamos con ella para que nos cuente lo que ha sucedido. Normalmente, les cuesta mucho verbalizar lo que les pasa. Por tanto, es útil buscar un lugar agradable, que invite a la confidencia. Con nuestra mirada y nuestro lenguaje corporal, debemos transmitirle que estamos totalmente disponibles para ella.

Tenemos que transmitirle también tranquilidad y escuchar sin interrumpir su relato. Es el momento del “yo sí te creo”. Después hay que apoyarla, que sienta que estamos con ella, que la vamos a ayudar.

Finalmente, hay que ponerse en marcha y actuar. Con todos los datos que hemos recabado, hay que ir al colegio y, con calma pero con firmeza, pedir medidas de protección para que no vuelva a ser maltratada. 

Hablas de que hay unos síntomas claros en las víctimas de acoso, que es importante que tanto padres como pediatras sean conocedores. ¿Nos puedes hablar de ellos brevemente?

Claro, en la Asociación NACE hemos creado un sistema fácil para detectar un caso de acoso escolar. Es la regla de las 3C: Cambios, Campanas, Cuerpo. En el primero hablamos de empeoramiento de los resultados, pérdida o deterioro frecuente del material escolar, cambio de itinerario para ir al colegio, cambios en los ritmos de comidas o del sueño, desinterés por salir o relacionarse, pérdida de amigos, señales en el cuerpo (moretones, arañazos…) o en la ropa (descosidos, falta de botones, pérdida de prendas…), irritabilidad o mal humor en casa, llanto aparentemente injustificado… 

En el segundo caso se refiere a hacer novillos. No quiere ir al colegio, presenta el síndrome de los domingos por la tarde, que no es otra cosa que la somatización de la angustia y del miedo (dolor de cabeza o de estómago, náuseas…).

Y, en tercer lugar, el cuerpo se hunde bajo el peso del maltrato. El niño se encoge, mira al suelo, quiere pasar desapercibido, se asusta fácilmente ante cualquier gesto, pierde la alegría y el brillo de los ojos… En casos graves, se autolesiona (especial atención a si se ponen manga larga, incluso cuando hace calor….). Cuantas más “C” observemos en el comportamiento de los chicos, más probabilidades de que estén sufriendo acoso escolar o cualquier otro tipo de maltrato. 

"Hay que transmitir al niños tranquilidad y escuchar sin interrumpir su relato."

Hay niños que no lo cuentan por miedo, por presión, por falta de comunicación en casa… ¿Cómo podemos abrir ese canal de comunicación?

Es mucho más fácil si existe una buena relación padres-hijos, una relación de confianza, y aun así es difícil. Hay que tener mucha paciencia, esperar el momento adecuado, preguntar sin agobiar, mostrar total disponibilidad para cuando decidan hablar.

A veces, se puede intentar de manera indirecta, por ejemplo, viendo juntos una película sobre acoso escolar, regalándole un libro que trate el tema… Otras veces, es útil la intervención de alguien de su confianza dentro de la familia: un hermano mayor, una tía, un abuelo… 

¿Y cuando el niño o adolescente está teniendo pensamientos suicidas? 

Cuando un niño tiene pensamientos suicidas, suele ser por algo muy grave, en muchos casos, por acoso escolar. Lo difícil es detectar que está teniendo esos pensamientos porque no lo dicen. Suelen aparentar normalidad aunque por dentro están destrozados. A veces, confiesan que no lo dicen porque no quieren hacer daño a su madre.

Es habitual pensar que esto solo sucede en chicos adolescentes, pero no es cierto; hay ideación suicida con ocho, nueve o diez años. Y, por desgracia, ha habido casos en que niños muy pequeños han llegado al final. 

"Cuando un niño tiene pensamientos suicidas, suele ser por algo muy grave, en muchos casos, por acoso escolar."

¿Cuáles son las principales consecuencias de haber padecido acoso escolar?

Una víctima de acoso escolar siempre queda afectada; más o menos, dependiendo del tiempo que lo ha sufrido, de la intensidad, de si ha recibido o no ayuda y de su capacidad de resiliencia. En general, los niños víctimas de acoso escolar sufren mucho y, a veces, durante mucho tiempo. Eso puede afectarles en su rendimiento escolar, en su carácter, en sus relaciones sociales y en su salud. A veces, se autolesionan, tienen fobia escolar, estrés postraumático… y, lo peor, ideación suicida que, como hemos dicho, a veces materializan.

En cuanto a los adultos, muchos quedan dañados de por vida y no pueden olvidar el sufrimiento que sus acosadores les produjeron en la infancia. Con terapia se puede solucionar, pero en ocasiones el peso es demasiado grande y, en algún momento de su vida adulta, dimiten de vivir.

Hablas de la incapacidad e inacción de los centros educativos. ¿Cuál sería el ideal en un caso de acoso escolar? ¿Qué pasos positivos hemos dado los últimos años?

Lo ideal sería que toda la comunidad educativa (padres, profesores, alumnos, inspectores…) estuviera informada, formada y concienciada en temas de bullying. Es increíble que no haya formación para los docentes, que no se aborde el tema en Magisterio, ni en Pedagogía ni en Psicología. 

Es cierto que se dan pasos, pero son superficiales (teléfonos de ayuda, aplicaciones, coordinadores contra el acoso…); no hay actuaciones en profundidad. Para entendernos, es como si tenemos una herida supurante y, en vez de limpiarla y desinfectarla, nos limitamos simplemente a poner un apósito. También es necesario que las actuaciones sean en red, con una coordinación efectiva entre los diferentes servicios. 

Para terminar, Carmen, un mensaje importante: se puede salir del bullying. ¿Qué le dirías a un joven que lo esté padeciendo en silencio?

Claro que se puede salir del bullying, pero hemos de hacer todo lo posible para que no se produzca; y eso es tarea de todos. En el caso de que alguien esté siendo maltratado, lo primero que ha de saber es que la culpa no es de él, sino de quien maltrata. Lo segundo es que, aunque le cueste, haga un esfuerzo por decir lo que le pasa, pero es fundamental que elija a la persona adecuada y que sepa cómo transmitirlo.

Esa persona debe ser alguien discreto, comprometido, empático, con capacidad para ayudar y para hacerlo bien. La manera de decirlo es muy importante. No basta con decir: “Profe, me están molestando”. Hay que decir: “Casi todos los días me maltratan: me tiran mi mochila, me cortan el pelo, me obligan a darles dinero, me insultan… Llevo así desde hace meses y me siento muy mal. No puedo más. Ayúdame, por favor”.