Los consejos dietéticos se encuentran hoy en cualquier lugar. A menudo se ofrecen recomendaciones que, con frecuencia, se contradicen o son poco exactas.La ciencia de la nutrición realiza avances cada día, pero está lejos de saberlo todo y los expertos no pueden esperar a conocer hasta los últimos detalles para efectuar recomendaciones, porque necesitamos tomar decisiones y alimentarnos cada día.
A veces un simple hallazgo de laboratorio, basado en datos parciales, es repetido por unos y otros hasta que se convierte en dogma. Además es propio de la ciencia que se modifiquen las ideas vigentes a medida que se realizan descubrimientos. Hace pocas décadas en España se cambiaba el aceite de oliva por margarina porque se creía que eso era mejor para el colesterol...
Por otra parte, existen factores que añaden confusión. Autores avispados crean teorías muy originales para destacarse poniendo excesivo énfasis en unos pocos detalles. En otros casos son los intereses comerciales los que favorecen la difusión de ideas inexactas. En este artículo analizamos algunas creencias extendidas sobre alimentación que, en realidad, no son ciertas.
1. Cinco raciones de frutas y verduras no son suficientes
Lo que las autoridades sanitarias aconsejan como ideal es un mínimo nutricional.
Los últimos estudios indican que para conseguir efectos curativos a través de alimentos vegetales es necesario consumir unas diez raciones diarias.
Cada ración equivale a lo que cabe en una mano o en dos en el caso de las verduras de hoja.
2. Los productos enriquecidos no son mejores
La industria alimentaria añade minerales, vitaminas o ácidos grasos para hacer más atractivos sus productos y para que recuperen alguno de los nutrientes que han perdido durante su elaboración. Pero los alimentos integrales, más completos y menos desnaturalizados, les superan.
3. No son necesarios tres litros de agua al día
Las recomendaciones sobre la cantidad de agua que debe beberse han ido aumentando y ya no es extraño oír que se necesitan tres litros diarios.
Hay que matizar que buena parte se obtiene de los alimentos.
Solo en caso de que la temperatura sea elevada o de que se realice ejercicio es preciso consumir más de litro y medio.
4. La grasa no siempre ocasiona enfermedades
Solo cuando se consume del tipo menos beneficioso (hidrogenadas y saturadas) y en exceso causa patologías cardiovasculares.
La grasa proporciona energía, hasta un 30% en una dieta equilibrada, y, cuando es insaturada, sustancias esenciales para los sistemas endocrino e inmunitario.
5. El vino tinto no es tan sano como dicen
El resveratrol y otros polifenoles protegen el sistema cardiocirculatorio y reducen el riesgo de desarrollar cáncer. Pero estas sustancias son propias de la uva negra, no sólo del vino.
El alcohol puede mejorar la circulación pero afectar al sistema nervioso. Se sabe que tomar más de un vaso de vino diario puede ser perjudicial.
6. Cierta cantidad de sal es necesaria
La sal (el sodio) tiene la propiedad de absorber líquidos y ha sido asociada a la hipertensión arterial y al sobrepeso.
Pero lo cierto es que solo es así entre un 15 y un 30% de los casos, en las personas sensibles al sodio.
En general se recomienda no consumir más de seis gramos de sal al día, a poder ser marina y sin refinar.
7. No hay una dieta ideal
Antes de introducir una modificación en nuestra alimentación vale la pena buscar información sobre el tema hasta encontrar, si es posible, el argumento contrario para ver cuál nos convence más.
Es útil mantener una actitud abierta y atreverse a valorar por uno mismo qué propuestas son interesantes para aumentar el bienestar y prevenir enfermedades.
De hecho, la diversidad de teorías y recomendaciones dietéticas no representa un problema sino una ventaja porque nos da la libertad de elegir.
8. La fructosa no es la panacea
Endulza el doble: basta con la mitad de la cantidad habitual de azúcar. Por la misma razón se reducen las calorías a la mitad.
Además su velocidad de absorción es lenta por lo que se indica para diabéticos.
Pero exige más trabajo al hígado, por lo que no se recomienda a quienes lo tengan afectado.
9. La leche de soja no sustituye a la de vaca
Las leches de vaca y soja aportan un cantidad similar de proteínas y se pueden usar de manera parecida.
A mentudo se sustituye la de vaca por la de soja porque esta causa menos intolerancias, contiene fitoestrógenos beneficiosos y sus grasas no son saturadas, pero la soja no proporciona las mismas cantidades de calcio o de vitaminas B2 y B12. Por lo tanto, si se sigue una dieta vegetariana o vegana, hay que tener en cuenta esta característica
10. Los huevos no son tan malos para el colesterol
La abundancia de colesterol en la yema del huevo ha hecho que se limite la cantidad recomendada.
Pero la colesterolemia se debe a un desequilibrio general de la dieta o a una disfunción del organismo. Quien vigile el tipo de grasa que consume y siga una alimentación equilibrada en general puede comer algún huevo más.