Incrementar el consumo de frutas, hortalizas y cereales integrales puede ser un tratamiento muy eficaz para prevenir los ataques de asma.

Un estudio realizado en la Universidad de Lausana (Suiza), dirigido por el doctor Benjamin Marsland, ha demostrado que un aumento en la ingesta de fibra reduce la inflamación en los pulmones, haciéndolos menos sensibles a los alérgenos.

La fibra alimenta las bacterias con efecto antiinflamatorio

La razón es que la fibra modifica la composición de la microbiota intestinal –en concreto, la fibra modifica las proporciones de Firmicutes y Bacteroidetes– y refuerza las poblaciones de las bacterias intestinales que liberan ácidos grasos de cadena corta con propiedades antiinflamatorias.

Mejora la inmunidad

"Nuestros resultados muestran que la fibra dietética fermentable y los ácidos grasos de cadena corta pueden modificar el ambiente inmunitario en los pulmones e influir sobre la severidad de la inflamación alérgica", escriben los autores.

Los científicos afirman que este tipo de ácidos grasos envían señales al sistema inmunitario y aumentan la resistencia de los tejidos pulmonares a la irritación.

Las personas que consumen poca fibra experimentan el proceso contrario y son más vulnerables al asma.

El estudio se ha realizado con ratones de laboratorio, pero los resultados se consideran extrapolables a las personas.

Al reducir la fibra en la dieta aumentan las alergias

Varios grupos de animales fueron alimentados con diferentes cantidades de fibra y luego fueron sometidos a una atmósfera con polvo. Los ratones que consumieron más fibra sufrieron menos síntomas respiratorios.

Los autores creen que el aumento del consumo de alimentos refinados y el descenso en la ingesta de legumbres y hortalizadas a lo largo de las últimas décadas tiene buena parte de la culpa del aumento de la incidencia de asma en los países industrializados. En España, uno de cada diez niños ya sufre asma.

Alimentos ricos en fibra fermentable beneficiosa

La fibra fermentable que resulta beneficiosa se encuentra en alimentos como las semillas de lino y la chía, en frutas como la manzana cocida, la uva y el plátano, en legumbres como los garbanzos y las lentejas, en hortalizas como los espárragos y las cebollas o en cereales como la avena.