Muchas niñas, cuando destacan por encima de los otros niños (varones) en inteligencia, se sienten rechazadas por el grupo. Muchas veces, incluso son los propios profesores del colegio quienes se burlan o ningunean a las niñas que demuestran tener alta inteligencia.

Como respuesta a este rechazo, muchas niñas optan por camuflarse y pasar desapercibidas. Dejan de responder las primeras a todas las preguntas que plantean los profesores y sacan peores notas de las que podrían para no ser tachadas de “sabihondas”.

Mentes brillantes camufladas

Cuando acudió a mi consulta, Sandra acababa de cumplir los 30 años. En su primera sesión me comentó que, aunque tenía una pareja que la quería y un trabajo que le permitía vivir cómodamente, se sentía constreñida, como si una venda le oprimiera la cabeza y le impidiera abrir su mente a disfrutar de la vida.

Por su manera de expresarse y su viveza a la hora de asociar ideas y conceptos, me pareció una chica muy inteligente. Al hablarme sobre su trabajo (era bióloga y trabajaba en un laboratorio), me dio la impresión de que hacía una labor demasiado monótona y mecánica, muy alejada de sus verdaderas capacidades.

En efecto, cuando en la primera sesión de su terapia le pregunté al respecto, me comentó que le habían ofrecido varias veces promocionar dentro de la empresa a otros puestos de más responsabilidad, pero que ella siempre había rechazado el ascenso. Mientras me lo decía, la chica rompió a llorar y me confesó uno de los grandes frenos que arrastraba en su vida: no quería destacar, no quería mostrar abiertamente lo inteligente que era.

Sandra había sufrido muchísimo, tanto en el colegio, como en el instituto, por ser más inteligente que sus compañeros de clase.

Por desgracia, éste es un mal que, aún hoy en día, afecta a muchas niñas inteligentes. Estas acaban optando por camuflar sus aptitudes para pasar desapercibidas.

El patriarcado las prefiere menos inteligentes

El patriarcado presupone una serie de estereotipos y de roles en los que no encaja una mujer inteligente que cuestione el poder establecido. Esta mentalidad machista ve a la mujer como mero objeto de decoración que debe estar a la sombra del hombre. Así se nos muestra, aún en nuestros días, en la mayoría de las películas, series, programas de televisión, libros y canciones.

En la cultura patriarcal, se transmite implícitamente la idea de que la mujer que realice preguntas o que deje en evidencia al hombre, será apartada del grupo y tendrá problemas a nivel social y laboral.

A medida que trabajábamos este tema en su terapia, Sandra fue recordando momentos de su vida en los que había disimulado sus capacidades para no destacar. En el colegio, por ejemplo, dejaba en blanco algunas preguntas de los exámenes para no sacar un diez y, cuando realizaban un concurso de preguntas y respuestas, fallaba a propósito para que fueran los otros los que respondieran.

En una ocasión, con 8 o 9 años, en su clase, les pidieron que escribieran una redacción sobre sus deseos y esperanzas en la vida, y ella recordó haber escrito “ser lista es malo, ojalá fuera más tonta”. De esta forma, quedó grabado el patrón que arrastraba hasta su presente y que le impedía progresar en su vida laboral.

Por suerte, este esquema patriarcal está cambiando, pero a un ritmo muy lento.

Un simple vistazo a las noticias de actualidad nos mostrará todo el trabajo que aún queda por realizar. No obstante, cada vez más colegios intentan ofrecer igualdad de oportunidades a ambos sexos y muchas familias se preocupan por empoderar a las niñas para que crezcan confiando en sus capacidades y no tengan que ocultar su inteligencia.

Cómo sacar a la luz todo nuestro potencial

En mi consulta, cuando acuden casos como el de Sandra, de mujeres que se vieron forzadas, desde niñas, a ocultar sus capacidades, trabajamos mucho para reprogramar estas ideas dañinas que asimilaron en su infancia y actualizarlas al presente. Ya no es necesario disimular, ya no pasa nada por mostrarte tal y como eres. No merece la pena esforzarse por agradar a los demás si eso implica un sacrificio propio.

Resulta mucho más beneficioso ser auténtica, sacar a la luz todo el potencial y quedarse con las personas que sí lo aprecien.

Finalmente, gracias a su trabajo en terapia, Sandra logró liberarse de las restricciones que oprimían su cabeza y consiguió llegar a un puesto en su empresa donde sí podía desarrollar todo su potencial y donde se sentía verdaderamente feliz y realizada.