Llegan las Navidades y, con ellas, el frío, las luces en tardes oscuras, las cenas familiares y los quebraderos de cabeza sobre qué regalar a nuestros familiares este año. Confieso que tengo la suerte de que, en mi familia, eso de "regalar por regalar" no se lleva y decidimos hace años no seguir comprándonos cosas cada año simplemente "porque llegan las fechas".
En mi familia se lleva más eso de regalar algo en cualquier momento si alguien lo necesita. En mi familia política, como buenos suecos, se lleva lo de regalar, pero sobre todo, cosas útiles. Creo que jamás he recibido algo que no fuera puramente útil: utensilios de cocina, tarjetas regalo para cursos online o restaurantes, o ropa de abrigo (porque las personas españolas aparentemente no tenemos ni idea de cómo vestirnos para climas nórdicos, o quizás sea solo yo, pero es un hecho).
La cuestión es que en mi amplia familia, tenemos esta forma de entender los regalos muy normalizada y eso de regalar cosas totalmente aleatorias solo porque toca no es algo que se practique. Sin embargo, cuando se trata de niños, es otra historia.
El exceso de regalos también es una tentación en la crianza consciente
Ahora que soy madre, tengo que decir que entiendo perfectamente que el espíritu de la Navidad (o del consumismo, como queráis llamarlo) nos abduzca brevemente: queremos darles todo lo que quieren, que no les falte de nada, que no sientan que reciben menos que otros niños, que se sientan queridos.
Y, sobre todo, lo que queremos es ver su cara de ilusión al ver el árbol repleto de regalos. ¿O quizás no?
Desde que hice un cambio en mi estilo de vida, he visto cómo mi mentalidad y mis prioridades han ido cambiando, y aunque entiendo perfectamente el razonamiento detrás de enterrar el árbol de Navidad en regalos para ver su carita de sorpresa, es cierto que quizás, con toda nuestra buena intención, estamos contribuyendo a que valoren las cosas materiales por encima de otras cosas que probablemente para ellos tengan mucho más valor.
Así que no se trata de regalarles menos, sino de regalar "mejor".
Regalos con valor para los niños
Está claro que los niños van a pedir o querer juguetes, pero también podemos enseñarles los límites de sus peticiones y enseñarles que, primero, hay cosas más importantes que las materiales, y, segundo, que no se puede tener todo lo que se pide en cualquier momento.
Para las personas que estamos interesadas en educar de esta forma (porque como siempre digo, cada familia es un mundo y lo hace todo como buenamente cree y puede, siempre con las mejores intenciones en su corazón), y de regalar de una forma más sostenible, hay unas opciones que podemos considerar.
Podremos así trazar una lista de regalos muy consciente. En mi libro Simplemente Consciente comparto esta lista de criterios para elegir los regalos de la que podemos partir, optando por obsequiar a nuestros pequeños con:
- UNA cosa que QUIERAN (probablemente será un juguete).
- UNA cosa que NECESITEN (por ejemplo, una mochila, lápices, cualquier material escolar).
- UNA cosa que puedan PONERSE (calcetines, una gabardina, unas botas de agua).
- UNA cosa que puedan LEER (libros, cómics, etc).
- UNA EXPERIENCIA (un día en el parque acuático, una tarde de cine en familia, una visita a un santuario de animales, un pícnic en el parque, una tarde patinando en hielo, clases de surf o lo que les guste).
Aquí el límite puede ponerlo cada familia, ya que quizás apetezca regalar más de un libro, o más de una cosa de cada una, sobre todo si se trata de experiencias o lectura, creo que siempre podemos ser más generosos.
3 formas de transmitirles valores con los regalos
Cuando busquemos juguetes o libros, una cosa que podemos buscarlos de segunda mano. Los niños no tienen prejuicios sobre la segunda mano, recordemos que es algo que les inculcamos nosotros. Ellos están acostumbrados a compartir juguetes con decenas de niños en el parque o en la escuela.
Además, hay muchos juguetes en perfecto estado (o nuevos) que podemos encontrar en aplicaciones de segunda mano, simplemente porque, a veces, los niños no juegan con las cosas que les regalamos (la vida es así) y preferimos buscarles un nuevo hogar en lugar de tirar algo en perfecto estado a la basura.
Otra cosa que también podemos hacer, si deseamos comprarle más de un juguete, es dejarle abrir los regalos, pero explicarle que los irá recibiendo poco a poco durante el año. Es decir, que juegue con uno de ellos durante bastante tiempo, y cuando hayamos visto que le ha dado uso, darle otro de los regalos. Me parece una opción muy divertida porque ayuda a los niños a aprender sobre anticipación, paciencia, valor y respeto y agradecimiento por lo que ya tienen. Esta es una de las opciones que más intento practicar desde que soy madre.
Recordemos que son las experiencias en familia las que se quedan grabadas en nuestra memoria. Olvidamos los cientos de juguetes que hemos tenido durante toda nuestra vida, pero jamás olvidamos ese verano en la playa riendo sin parar intentando subirnos al flotador, ese paseo por la montaña en el que mamá nos llevó en hombros y vimos caballos a lo lejos, esa tarde en la que acabamos con dolor de tripa de comer y reír viendo películas en casa, tumbados en el suelo con mantas y cojines.
Un año más, y no solo por sostenibilidad sino porque nos hace falta como sociedad, recordemos que lo material caduca, pero los recuerdos perduran.