"Tienes permiso para quejarte, ¡no sufras el dolor crónico en silencio!"

Multitud de personas sufren dolor crónico en silencio. El doctor Jordi Montero aconseja que comprendan qué les pasa y que se atrevan a quejarse.

Jordi montero dolor crónico

El dolor agudo nos advierte de que algo va mal en el organismo y se puede combatir con medicamentos. El crónico no suele tener una causa precisa, es de larga duración y los medicamentos poco pueden hacer.

De este dolor habla el doctor Jordi Montero en su libro Permiso para quejarse (lo que el dolor cuenta de ti) (Ariel, 2017).

"El dolor crónico muchas veces es emocional"

—¿Por qué es importante que las personas con dolor se quejen?
—El dolor crónico solo acontece a los seres humanos. Es un dolor sin daño que puede durar meses o años.

La persona sobrevive sufriéndolo, no hay ningún proceso que le interrumpa la vida y los médicos no encuentran una enfermedad que lo explique. Dicen al paciente que no tiene nada, que es cuento, o dan tratamientos sin éxito. ¡Es terrible!

A esos pacientes no se les escucha, no se entiende que sienten un dolor que se ha producido por un cambio en su cerebro, por un error en las redes neuronales. A menudo es una memoria de dolor, o una sensibilización, y no responde a los medicamentos.

Hay que escuchar para saber cómo es, cómo lo memorizó con sus problemas emocionales, como son los mecanismos neuronales de recuerdo, de fijación y de sensibilización.

—Nuestra sociedad nos permite quejarnos poco. ¿Por ello psicosomatizamos más el dolor?
—En esta sociedad las emociones nos gobiernan, la razón está a su servicio; por ellas comemos, elegimos la ropa, la pareja, votamos…

Por consiguiente el dolor es, muchas veces, fundamentalmente emocional.

"Las emociones ocupan un lugar relevante en la vida, debemos conocerlas y expresarlas"

—¿Cree que una mejor educación emocional ayuda a gestionarlo?
—La mala educación emocional ha sido uno de los grandes hándicaps en nuestra sociedad. Canalizar y expresar las emociones nos hace más felices.

El dolor es un mecanismo de defensa y el dolor crónico es una enfermedad donde intervienen las emociones, que también funcionan al expresarnos, al mirar a los demás, al ponernos en su lugar.

Debemos tener una conducta emocional abierta, expresar las emociones, no inhibirlas. Nos han dicho "los niños no lloran", y es la gran mentira que nos han vendido a los hombres. Hay que llorar, manifestar lo que se siente y preguntar a los demás cómo están. Las emociones ocupan un lugar relevante en la vida, debemos conocerlas y expresarlas.

—En el libro cuenta que pregunta a sus pacientes si el dolor que sienten remite mientras duermen…
—Es un dato más del análisis clínico. El dolor crónico se siente en las memorias y en redes neuronales alteradas…

Es muy cognitivo, se genera en las redes neuronales que tienen que ver con las emociones y la memoria. Cuando dormimos tenemos una conciencia distinta y este no existe. A una actriz, cuyo caso recojo en el libro, le pasa que cuando está actuando, y es "otra persona", no siente dolor.

Otras maneras de paliar el dolor

—Ese caso le hace plantearse si generar un estado de conciencia distinto, con la realidad virtual, por ejemplo, paliará algunos dolores…
—Es posible, es uno de los caminos que hay que indagar al máximo.

Se están usando técnicas de realidad virtual en muchos lugares, por ejemplo, con espejos en el tratamiento del dolor del miembro fantasma.

—¿La meditación, al modificar la conciencia, también tiene su lugar en el tratamiento del dolor?
—Seguro. Cada vez conoceremos mejor el funcionamiento de las redes neuronales y, por tanto, habrá fármacos cada vez más potentes para elegir receptores neuronales.

Incluso puede aparecer algún método revolucionario, como la optogenética, que ya se practica en animales y que permite excitar o inhibir redes neuronales mediante luces de color. Es un método experimental.

—También comenta que combinar de manera personalizada la movilización, la fisioterapia, las caricias y los masajes será un tratamiento obvio para paliar o evitar el dolor.
—Las caricias están desde el principio. Los mamíferos, ante el dolor de la cría, la acarician. El contacto físico es uno de los métodos primitivos más eficaces de alivio.

También el movimiento es fundamental para mitigarlo, real o imaginario. Por eso, la fisioterapia y la gimnasia son, sin duda, tratamientos útiles, no nocivos y sin efectos secundarios.

—¿Cree que abusamos de los medicamentos para el dolor?
—Los fármacos son ineficaces en el dolor crónico. Los analgésicos, los antiinflamatorios… poseen efectos secundarios y desaniman a estos pacientes. No digamos los opiáceos.

Algunas guías internacionales los recomiendan para el dolor crónico y en mi opinión es un disparate, como los tratamientos agresivos (cirugía, punciones), porque muchas veces aumentan el dolor o generan nuevas fuentes de dolor crónico.

—¿Qué le recomendaría a un paciente con dolor crónico que no encuentra la causa ni la forma de aliviarlo?
—El primer paso es entender qué le pasa, por eso he hecho el libro.

Muchas personas como yo trabajamos para instruir a los pacientes y que entiendan cómo funciona el cerebro, que tienen derecho a quejarse, y que el origen está en esos errores del funcionamiento del cerebro, de la memoria del dolor, en la sensibilización y en los problemas emocionales. Lo hace con gran eficacia el doctor Arturo Goicochea en su blog y también es mi propósito.

—¿Y qué les recomienda a los familiares de estos pacientes?
—Que los apoyen, los entiendan y favorezcan ese camino sin obstruirlo.

—Y a los profesionales que no están especializados en este tipo de dolor pero que se encuentran con estos pacientes, ¿qué les aconseja?
—Que incorporen los grandes conocimientos neurocientíficos e ideas del siglo XXI para evitar causar más daño, que acompañen al paciente, entendiéndole y ofreciéndole información sobre lo que pasa en su cerebro.

Jordi Montero es especialista en neurología y neurofisiología, y referente en el tratamiento y estudio del dolor en España. Durante cuarenta años, el doctor Montero ha combinado su actividad clínica con la docencia y la investigación.

En el Hospital Universitario de Bellvitge, el Institut Dexeus y la Clínica Tres Torres de Barcelona ha creado las unidades de neurofisiología, enfermedades neuromusculares y diagnóstico de pacientes con dolor crónico.

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