Cada año, después de que (por fin) haya terminado una de las épocas más estresantes y consumistas del año, damos paso a… la siguiente época más consumista del año: San Valentín. Cuando casi no hemos terminado aún de doblar el papel de regalo de Reyes que nos ha sobrado para el año que viene y cuando aún tenemos resaca de roscón, comenzamos a ver un paisaje de rojo en todas las tiendas que nos recuerda que, por fin, llega ese día del año en el que tenemos que demostrar a nuestra pareja (al menos, en el sentido más tradicional de la tradición, valga la redundancia) que la queremos.

Porque, claro, el resto de los 364 días del año podemos olvidarnos de demostrar nuestro amor, y no pasa absolutamente nada, siempre y cuando el 14 de febrero nos dejemos el dinero en otra caja de bombones, peluches, cachivaches inútiles de plástico (con forma de corazón) o globos. Si cumplimos con esta tradición, ya lo tenemos todo demostrado para el resto del año.

3 "regalos" originales y sostenibles para celebrar el amor todo el año

Personalmente, y dejando atrás el tono sarcástico, aunque no lo celebro, me encanta San Valentín: me encanta este día porque me recuerda lo manipulables que podemos llegar a ser, cómo el consumismo nos puede hacer creer que un día al año debemos tener un detalle con nuestra pareja, como si el resto del año fueran días insignificantes que no tienen valor o no son ocasión para demostrar que seguimos sintiendo algo por esa persona y apreciamos todo el tiempo que hemos elegido pasar a su lado.

Así que, la forma más sostenible de celebrar San Valentín es... no celebrándolo. De hecho, animo al boicot de este día que el consumismo se ha sacado de la manga. Y, ¿cómo podemos hacer esto? Pues básicamente utilizando el resto del año para celebrar nuestra relación. Por ejemplo, con alguno de estos detalles:

  1. Sentarnos y hablar con nuestra pareja, sin teléfono, sin televisión, sin ningún tipo de distracción. A veces nos olvidamos de lo importante que es escucharnos de verdad. Haz una comida rica y siéntate a cenar con tu pareja como si fuera una primera cita, al menos una vez a la semana. Escucha con atención, repite lo que dice. Mi terapeuta una vez me dijo que era importante recalcar las cosas más cotidianas, porque precisamente por eso lo pasamos por alto, porque son cotidianas. No está de más que, al menos una vez a la semana, nos sentemos con nuestra pareja y le recordemos las cosas que hace que apreciamos en el día a día. Pero debemos ser muy concretos, y verbalizar algo como "Me hace muy feliz cuando me levanto y encuentro que me has preparado el té de la mañana, me hace sentirme querida". Por ejemplo.
  2. Preparar momentos para hacer algo en pareja, sin excusas. Y aquí hablo de "hacer", específicamente. Algo fácil, no tiene que ser elaborado. Por ejemplo, podemos hacer chocolate casero, derritiendo tabletas de chocolate que tengamos en casa, poniéndolas en un recipiente cuadrado y decorándolo con los toppings que cada uno elija. Cuando el chocolate se haya enfriado, tendremos "nuevas" tabletas de chocolate y podemos probar la de nuestra pareja, ver los sabores que le gustan, cómo le han quedado, etc. Parece una tontería pero me atrevería a decir que la mayoría de parejas no recuerdan la última vez que cocinaron juntos.
  3. Detalles inesperados. ¿Realmente necesitamos esperar a que el consumismo nos diga cuándo debemos recordarle a nuestra pareja que aún nos tiene enamorados y que se merece un pequeño detalle? ¿No es más significativo que nos lo recuerden de forma regular y en momentos inesperados? Algo que podemos hacer es simplemente sorprender a nuestra pareja cualquier otro día del año con algo que sepamos que le hace ilusión, como por ejemplo, entradas para la película que estaba esperando desde hace un año, una buena cena preparada el día que sabemos que va a tener reuniones hasta tarde, o una sesión de masaje después de una semana de sesiones en el gimnasio. De esta forma, creamos ocasiones, detalles y regalos que tienen sentido, que salen de nuestro corazón y no de un día que se inventó para consumir.

Más romántico y sostenible

En realidad, si lo que nos importa es demostrar nuestro amor es mucho más romántico demostrar tu amor cuando realmente te sale del corazón, y no cuando el consumismo te dice que tienes que hacerlo.

La espontaneidad es mucho más sincera que la obligación de sentir que tienes que comprar o hacer algo en un día concreto, solo porque la mentalidad de esta sociedad actual te lo dicta.

Hubo un momento en el que pensábamos que, si en este día no recibíamos una flor, unos bombones, una cena, una foto, un peluche o bisutería el día de San Valentín, nos perdíamos algo.

Ahora, y gracias a que estamos entrando en una nueva era de consciencia en la que lo sostenible y las experiencias cobran importancia sobre lo material, por fin entendemos que, aunque suene a cliché, San Valentín no es el 14 de febrero, es todos los días del año, y lo original y sostenible, es celebrarlo los 365 días del año.

No hay nada más romántico que decirle a tu pareja: "Por ti, voy en contra de todo lo que me dictan y elijo quererte y demostrarte en mis propios términos".

Pocas cosas superan eso.