Cada año, al empezar un nuevo año, todos nos llenamos de propósitos para intentar ser mejores en la nueva época que empieza: dejar de fumar, comer más saludable, hacer más deporte… Es una de mis épocas favoritas del año, porque nos permite hacer borrón y cuenta nueva y disfrutar de un nuevo comienzo en una realidad 2.0, siendo una versión un poco mejorada de nosotras mismas.
En estos tiempos que estamos viviendo, en los que nuestras prioridades han cambiado, probablemente muchas personas se planteen el propósito de tener unos hábitos más sostenibles.
El cambio climático está acechando la vida en este planeta como nunca antes, y gracias a las redes sociales somos más conscientes de lo que está pasando en todo el mundo: las islas de plástico, las sequías, las inundaciones, los icebergs que se derriten, las especies que desaparecen…
Cualquiera puede sentirse abrumado ante tantas noticias negativas, y aunque es cierto que el sistema actual y las grandes multinacionales son las que más tienen que cambiar, siempre ayuda sentir que todas y cada una de las personas que vivimos en este planeta podemos aportar nuestro granito de arena.
Estos son algunos de los propósitos que podríamos convertir en hábitos en 2024 para vivir de una forma más sostenible.
1. Comprar de segunda mano
Sé que repito esto constantemente, pero nunca está de más recordar que la moda rápida está ahogando poco a poco a nuestro planeta, y comprar de segunda mano es algo que todo el mundo debería hacer en 2022.
Existe ropa para vestir a 17 planetas, así que ¿por qué comprar algo nuevo si podemos encontrar lo mismo ya existente? Si está dentro de nuestras posibilidades, deberíamos siempre buscar una prenda de segunda mano antes de comprarla nueva.
En 2022 deberíamos dejar nuestra adicción al fast-fashion a un lado. Por cierto, el problema de la moda rápida no lo causan las personas con pocos recursos que no pueden acceder a otro tipo de prendas sostenibles de mayor precio. Lo causa la multinacional que trabaja con un modelo de negocio insostenible y poco ético que fomenta el consumismo y la necesidad de la clase media de adquirir nuevas prendas constantemente (y que además terminarán en la basura en pocas semanas o meses).
2. Pasarse a una compañía energética sostenible
Por defecto, tendemos a delegar el suministro de nuestra electricidad (y el dinero que nos cuesta) en las mismas empresas de siempre, pero existen muchas alternativas sostenibles para obtener nuestra electricidad.
Es cierto que muchas de las empresas que dicen ofrecer energía 100% renovable operan fuera de España, y eso es algo que hay tener en cuenta. Por eso, lo ideal sería que nuestra energía proviniera de una cooperativa, si es una opción factible en nuestro caso.
En Madrid y Barcelona existen algunas maravillosas que no solo ofrecen energía renovable sino que funcionan de una forma más ética.
3. Utilizar nuestras redes para hacer activismo
Entiendo totalmente el miedo a que nuestro entorno nos esté constantemente recordando que no somos perfectas y que tenemos muchas incoherencias en nuestro día a día. De hecho, en mi comunidad de Instagram es una de las preguntas que más recibo: ¿Cómo puedo lidiar con un entorno que no solo no me apoya en mi camino, sino que, además, me critica?
Debemos recordar que nuestro activismo no trata de tener miles de seguidores en redes sociales ni de crear grandes campañas, sino en muchos casos de divulgar o dar ejemplo a nuestro entorno más cercano. Para eso, las redes sociales son un arma infalible.
Este año es el año en que perdemos el miedo a compartir, a informar, a animar a la reflexión, pese a quien le pese. Porque ese momento de incomodidad de nuestro entorno tiene un potencial increíble para convertirse en un aliado a largo plazo. Este año es el año en el que nos damos cuenta de que cada una de nosotras es activista, sea a la escala que sea.
4. Meditar
Seguro que esta no la esperabas, pero créeme: es más que necesaria y tiene mucho que ver con la sostenibilidad.
La ecoansiedad, o incertidumbre y pánico respecto al futuro de la vida en este planeta, está a la orden del día. Está claro que, cada una de nosotras tenemos la responsabilidad de hacer las cosas lo mejor posible y de poner nuestro granito de arena, ya no para poder llamarnos "medioambientalistas", sino porque simplemente queremos ser buenos seres humanos que respetan el planeta.
Puedo decir por experiencia, y por lo que he visto a lo largo de todos estos años dentro del mundo de la sostenibilidad y zero waste, que la ecoansiedad puede llevarnos a "tirar todo por la borda", porque el sentimiento de impotencia y la ansiedad nos pueden hacer pensar que, si el mundo, total, se va a ir al garete igualmente, ¿para qué esforzarnos?
La ecoansiedad no es ninguna broma, y por eso, al mismo tiempo que cuidamos del medio ambiente, debemos cuidar de nuestra salud mental. Se ha demostrado que meditar ayuda con la concentración, claridad mental y la ansiedad. Está claro que debemos ayudar al planeta, pero no a costa de nuestra salud mental.
5. Dar más pasos, aunque no sean perfectos
Estamos en el mes de enero y tenemos la maravillosa oportunidad de unirnos a Veganuary, un evento anual al que se unen miles de personas cada año. Es una oportunidad de oro para dejar los productos animales y reducir nuestro impacto medioambiental hasta en un 73%.
Mucha gente no da el paso porque no se ve capaz de hacerlo perfecto. Ante esto, solo tengo que decir que, hacer algo, aunque sea de forma imperfecta, es mucho más eficiente que no hacer algo totalmente perfecto.
Siempre digo que la acción precede a la motivación, y realmente deberíamos ser conscientes de que jamás conseguiremos ser 100% sostenibles, pero un 10% es más que un 0%. Sigamos adelante, sigamos avanzando, porque no nos sobra el tiempo.
Ojalá 2022 sea el año en el que todos y todas adoptamos hábitos más sostenibles y somos más conscientes que nunca del poder que tenemos como personas unidas por una causa común.