María Negro es consultora en comunicación de negocios que impactan en positivo y acaba de publicar Cambia el mundo (Zenith), un libro en el que nos desvela los 10 pasos hacia una vida sostenible. Su propósito, en parte, es remover conciencias.

"Intento facilitar el camino a las personas para que tengan herramientas, información, datos y recursos que les permitan incorporar a sus vidas nuevos hábitos más conscientes y respetuosos con el planeta", nos explica.

–Quieres mostrarles qué problemas hay a día de hoy y qué se puede hacer...
–Y, sobre todo, que lo hagan de manera sencilla y práctica para que el proceso sea realmente transformador, porque ser sostenible hace referencia a cada aspecto de la vida, a cada reflexión, creencia, hábito, acción… Solo cuando se es consciente de esto se empieza a entender la magnitud de la palabra sostenibilidad.

–Pues ya que hablas del significado de la palabra sostenibilidad, ¿cómo la definirías?
–Para mí ser sostenible es vivir de acuerdo a tus creencias y tus valores. Es estar alineado con lo que crees y sientes, sin comprometer al planeta, por supuesto. Y que finalmente ese proceso te haga sentir en paz y te ofrezca satisfacción personal.

–¿Crees que la pandemia provocada por el Covid-19 tendrá consecuencias en el sistema de consumo?
–Consecuencias va a tener seguro, ya que se avecina una crisis económica y toda crisis trae consigo oportunidades. Aun así, y pesar de la situación tan grave y dramática que estamos viviendo, creo que puede ser un buen caldo de cultivo para repensar nuestra forma de vivir y consumir, para construir a través de nuestros hábitos un panorama más amigable con nosotros mismos, con el planeta y con los seres vivos que habitan en él.

Esta situación nos da la oportunidad de buscar nuevas fórmulas: ciudades más verdes y habitables (el confinamiento nos ha demostrado que las urbes están diseñadas para los coches y los edificios), minimizar nuestro impacto ambiental, dirigir nuestro consumo hacia uno más responsable y meditado que apoye a marcas y empresas sostenibles, reducir los residuos que generamos, evitar todo los utensilios y objetos desechables, reaprovechar lo que tenemos, fomentar la educación ambiental en escuelas, entre otras muchas cosas. Sin duda, estamos ante una hoja en blanco que podemos reescribir.

–¿Se nos está olvidando cuidar? A nosotros mismos, las relaciones, las cosas…
–Sí, totalmente. La prisa, el estrés, la acumulación y la superficialidad son claros indicativos y enfermedades de este siglo, y espero que este confinamiento le haya servido a muchas personas para darse cuenta de ello. Ojalá este parón traiga reflexión y no nos devuelva a la normalidad anterior, que de “normal” tenía poco.

Esta situación que hemos vivido debería servir para plantearnos una nueva forma de vivir y de estar en el mundo, porque las cosas cada vez duran menos, se tiene menos tiempo para fomentar las relaciones, los valores se dejan a un lado…

Solo por hacer un apunte práctico: compramos un 60 % más de prendas cada año y las conservamos la mitad de tiempo que hace 15 años.

Esto es aplicable a todo, porque nos empuja a seguir inmersos en esa rueda de hámster de comprar, usar y tirar sin pensar. Esto tiene que parar porque, según un estudio publicado el año pasado por World Wide Fund for Nature (WWF), ya en mayo habíamos entrado en déficit ecológico. Es decir, si todos viviésemos como un español medio, al final consumiríamos el equivalente a 2,5 planetas al año. Vivimos por encima de nuestras posibilidades a todos los niveles.

–En tu libro dices que ser sostenible te ayuda a conocerte mejor. ¿Podrías explicarnos esta afirmación?
–La sostenibilidad es un proceso más de autoconocimiento. Por ejemplo, si solo quieres reducir el consumo de plástico, pues ahí no hay nada más, pero si rascas un poco sobre todas las esferas de la vida que implica ser sostenible ahí aparecen muchas incoherencias, dudas, valores…

Lo que empieza como ciertos hábitos desperdigados que vas cambiando en tu vida se acaban profundizando, y esto te lleva a un proceso de transformación que ya no tiene vuelta atrás. Te descubre muchas cosas de ti mismo y te hace preguntarte por qué necesitas tal o cual cosa para sentirte feliz, qué valores deseas transmitirle a tu familia… Te hace ser más sabio, estar más informado y conectado con la naturaleza, cuidar al planeta cuidándote más a ti mismo. Te hace volver a la esencia, eliminando todo lo superfluo. Te hace ser más feliz.

Además, la sostenibilidad ayuda mucho a empoderase, porque te hace ser consciente de que como ciudadano, como consumidor, tienes mucho poder en tu vida. Con tus pequeños gestos puedes generar grandes cambios y encima motivar a personas que tienes a tu alrededor. Eso es muy transformador y motivador. Vivir en coherencia y actuar en consecuencia empodera mucho.

–En tu caso, ¿qué te mostró de ti que no sabías?
–Me ha ayudado a conocerme mejor, a construirme como persona, a valorar qué es importante en mi vida y construirla en torno a eso. Me hizo ver que muchas veces actuaba por inercia, me compraba cosas que no necesitaba solo porque lo veía en Internet, no reflexionaba sobre qué comía ni qué impacto o huella estaba dejando en el planeta. Así que cuando tomé conciencia de todo esto fue un ¡BOOM! y ya no hubo vuelta atrás.

Lo que me hace muy feliz es que lo que empezó siendo algo personal, acabó convirtiéndose en mi forma de vida.

Aquel interés que tenía de pequeña (entonces ya reciclaba el aceite usado de mis vecinos para que no lo tiraran por el desagüe, y en el colegio y la universidad participaba en proyectos relacionados con la mejora social o medioambiental) ha acabado siendo mi trabajo, soy consultora de comunicación para negocios sostenibles. Disfruto mucho compartiendo esta experiencia y este conocimiento, creando contenido, comunicando, formando y ayudando a otras personas en la búsqueda de este camino hacia una vida más sostenible.

–¿Recuerdas cuál fue tu primer paso hacia esta filosofía de vida?
–Pues como ya he explicado, todo empezó de pequeña, pero ya de manera más consciente: dejando de comprar cosas que no necesitaba, dando o vendiendo aquello que no utilizaba, comprando de segunda mano, intercambiando y sobre todo siendo muy consciente de a qué tipo de empresas apoyaba con mi dinero. Al mismo tiempo, trataba de reducir al máximo mi basura y evitaba lo desechable, plástico incluido.

–¿Dónde crees que está la clave del consumo responsable?
–En reflexionar y buscar información. El consumo responsable nos hace darnos cuenta de que nosotros tenemos una responsabilidad como consumidores, que nuestro dinero es un voto y que hay que empezar a ser conscientes del impacto que tienen nuestras acciones. Por eso hay que ser más críticos, investigar sobre qué hay detrás de las marcas y las empresas y sus prácticas… Pero, sobre todo, debemos reflexionar sobre si necesitamos realmente lo que anhelamos o si lo podemos conseguir de otra manera: por intercambio, de segunda mano, prestado, alquilado…

Por ejemplo, una de mis iniciativas más recientes se llama Consume con coco y es un escaparate con más de 70 propuestas de empresas responsables a nivel social y medioambiental. Esta iniciativa nace con el espíritu de apoyar y dar visibilidad al trabajo de empresas y marcas sostenibles, así como para concienciar sobre la importancia de consumir con cabeza y vivir de manera sostenible. También es la manera de unir a estas empresas con los consumidores responsables, para que sepan que hay un sitio donde ya se ha hecho un filtro seleccionando a empresas sostenibles.

–Aunque la responsabilidad individual es muy importante, ¿no deberían ser las instituciones y las grandes empresas las primeras en concienciarse sobre el cuidado del planeta?
Por supuesto, el deber de las instituicones es acelerar y facilitar el cambio promoviendo leyes o medidas que hagan esta transición más fácil, rápida y duradera. Que hagan que la gente se involucre y adopte hábitos más sostenibles de manera más masiva. Al igual que las empresas, que deben fabricar de manera sostenible, ser transparentes y éticas, informar a los consumidores de sus prácticas, utilizar materiales lo más respetuosos posible con el entorno…

Pero nosotros no podemos esperar a que el problema se solucione o a que las soluciones vengan de fuera. Se nos olvida que tenemos mucho poder como trabajadores, consumidores y ciudadanos para contribuir y liderar el cambio. Cualquier cambio global comienza por uno individual.

–¿Se puede ser competitivo, comercialmente hablando, y sostenible?
Es muy difícil competir por precio. El ejemplo más claro es el del fast fashion, ya que una empresa sostenible no puede competir con la camiseta de 3 €. Pero el tema no es si es más caro ser sostenible, sino por qué el fast fashion es tan barato: porque explota a mujeres y a niños para fabricar la camiseta, porque se hace al otro lado del mundo, utilizando tejidos poco sostenibles y en condiciones poco éticas, sin respetar al planeta...

Se trata de no tener tropecientas camiseta de 3 euros, sino quizá unas pocas, que sean sostenibles, de marcas responsables, que nos vayan a durar más. Porque detrás de una prenda barata alguien lo está pagando muy caro,

Eso sí, el consumidor cada vez está más informado y elige más en función de las marcas que estén acordes a sus valores. Incluso están dispuestos a pagar más por consumir productos respetuosos con el medio ambiente. La gente demanda más transparencia y las empresas deben comprometerse, porque sino los consumidores dejaremos de apoyar con nuestro dinero, que es un gran voto, ese tipo de productos. Si ellos no quieren hacer el cambio, nosotros les forzaremos a hacerlo.

–En la sociedad actual, ¿consideras que el Zero Waste es realmente posible?
–No, porque vivimos en un sistema lineal y debemos de ir hacia uno circular, por eso a veces es muy difícil evitar por completo ciertos residuos, por mucho que nos esforcemos. De todas maneras, es importante que ese tipo de etiquetas, el cero residuo o zero waste, no nos paralice o nos haga esforzarnos menos, porque el mundo no necesita unas cuantas personas #zerowaste y #eco haciendo todo perfecto, sino mucha gente imperfecta tratando de ser más respetuosa con el planeta. La sostenibilidad es un camino, no es una meta, por eso es importante no detenerse, seguir dando pasos y avanzando.

–Está claro que el plástico es nuestro gran enemigo y, sin embargo, está por todas partes, ¿qué podemos hacer con él?
Hemos demonizado al plástico, parece que es el culpable de todos los males, y el problema no es el material, sino el uso que le damos. El plástico es un material resistente, barato, ligero y duradero que ha permitido muchos avances a lo largo de la historia. El problema es hoy en día se usa este material prácticamente indestructible y que tarda años en degradarse para fabricar envases y utensilios desechables que tienen una vida muy corta, en algunos casos de escasos minutos, como las bolsas de plástico o las pajitas para beber. Esto, lógicamente, no tiene ningún sentido.

Lo que debemos hacer es intentar salir de ese sistema, porque fórmulas hay: apostar por la compra a granel, rechazar todos los utensilios de un solo uso tanto en casa (en la cocina, en el baño) como fuera, apostar por la utilización de alternativas duraderas y reutilizables, alargar la vida de lo que tenemos, reparar, etc. Así minimizaremos en gran medida nuestra basura y nuestros residuos.

maría negro_cambia  el mundo

–La moda es uno de los sectores que más residuos genera. Para confeccionar unos vaqueros se gastan entre 2.130 y 3.078 litros de agua, y es la prenda estrella en casi todos los armarios, tanto de mujeres como de hombres. ¿Vivimos es una sociedad de fashion victims?
–Sí, yo creo que sí, pero no tanto del concepto de moda (aunque haya mucha gente que sí), sino de lo barato. Y claro como todo es tan barato, qué mas da si no lo necesito, si se me rompe, si viene del otro lado del mundo… Pero la consecuencias de este sistema las estamos sufriendo todos, por eso tenemos que cambiar el fast del sistema por el slow fashion, un sistema más respetuoso con el planeta, con las personas… Un sistema que fomente la economía circular, los materiales y los tejidos sostenibles, que ahorre en recursos y evite residuos, más eficiente, transparente y ético, que apoye la durabilidad, la reutilización y la trazabilidad.

Debemos tener presente que cuando algo es tan barato, alguien y el planeta lo está pagando muy caro. El precio no puede ser el único criterio de compra.

–Hablas sobre la compra de ropa innecesaria, pero barata, y me vienen a la mente los grupos de adolescentes que salen cargadas de bolsas de las multinacionales textiles creadas para ellas. ¿Cómo se cambia ahora eso?
–Igual de importante que hagas cambios en tu vida es que transmitas esa información en mayor o menor medida. Y es que todas las personas somos agentes de cambio. Según seamos empresas, influencers, instituciones, familias, gobiernos, medios de comunicación impactaremos en otras personas, por eso podemos aprovechar esa posición para motivar a otras personas a que se sumen a este cambio de conciencia.

Hoy en día, el tema de las influencers me parece vital, y más de cara a las adolescentes. Estas personas tienen una gran comunidad, llegan a muchas personas y tienen el poder de cambiar su comportamiento, lo que representa una gran responsabilidad. Por eso, pueden usar esa posición para transmitir valores sostenibles, así como colaborar con empresas respetuosas con el medio ambiente. Necesitan estar informados, porque eso les permitirá llevar esas temáticas a sus canales, donde tienen mucho público escuchándoles. Para mí es vital que esa información pueda llegar.

–La alimentación está totalmente ligada al cuidado del planeta, ¿no crees que lo importante es consumir productos de km0 y estacionales?
Efectivamente, lo que hay en nuestro plato también es una forma de ser más sostenible, o no, y además de forma muy potente porque comemos, mínimo, tres veces al día. Al final, son tres votos y por eso hay que analizar bien qué alimentos incluimos y de qué manera podemos minimizar el impacto. Por supuesto que apostar por el km 0 y de temporada hace mucho, pero el impacto medioambiental que tiene la industria cárnica también es muy importante. Según estudios de Greenpeace, más del 71 % de las tierras agrícolas de la Unión Europea (tanto las utilizadas para cultivar, como las que se usan para el pastoreo o la producción de forraje) se emplean para alimentar al ganado. Por lo tanto, más del 63 % de la tierra cultivable produce alimentos para los animales en vez de para las personas. Solo con reducir el consumo, el planera ya notaría una gran mejora.

–¿Qué le dirías a quién cree que sus gestos no cambiarán nada y por eso sigue dentro de esta rueda del usar y tirar?
–Que si los millones de personas que habitan el planeta pensáramos lo mismo nadie habría hecho nada. Nadie creer que algo es posible hasta que alguien da el primer paso y lo hace.

Cuando te embarcas en la aventura de la sostenibilidad, a veces no es fácil. Te sientes frustrado, inseguro, piensas que no lograrás cambiar nada.., pero no hay que desistir, porque es posible. Las personas tenemos mucho poder. Empodérate en lo que puedes hacer. No hay que desestimar el poder individual. Habla con otras personas que ya estén en ese camino para saber cómo se sienten, infórmate, lee, porque al ver los beneficios que tiene vivir de manera sostenible, la satisfacción que ofrece saber que estás aportando tu granito de arena te hace motivarte y pasar a la acción.

–¿Y a quién se esté planteando conciliar sus hábitos con el cuidado del planeta?
–Que no se ponga grandes metas, que empiece poco a poco, porque al final esto es un camino, donde no tan importante la meta, sino el no detenerse en ese trayecto. Da pequeños pasos, afiánzalos en tus rutinas diarias y a partir de ahí, comienza con otro nuevos. Así hasta que hagas un recorrido por todas las esferas de tu vida. En el libro hago un recorrido a través de esos 10 pasos por 10 esferas de tu vida ligadas a 10 acciones que van a generar un impacto positivo en el planeta y en tu vida.

Tenemos mucho poder, somos agentes de cambio y a través de pequeños gestos podemos generar grandes cambios.

Si te ha interesado esta entrevista...

Puedes comprar el libro de María Negro ​Cambia el mundo. 10 pasos hacia una vida sostenible (Zenith) aquí.