David D. Burns es profesor de Psiquiatría en la Universidad de Stanford. Ha creado un método que optimiza los resultados de cada sesión de terapia y que está siendo enseñado a miles de psicólogos en todo el mundo. Ofrece un elevado porcentaje de éxito y rapidez de curación, sobre todo en trastornos como la ansiedad y la depresión.
Burns señala la importancia de identificar las resistencias que puede tener el paciente a curarse. Está convencido de que muchas personas mantienen cierta adicción a las emociones negativas y una de sus preguntas favoritas es: "Si tuvieras un botón mágico que al apretarlo hiciera desaparecer tu problema, ¿lo apretarías?".
El método de Burns está recogido en su libro Sentirse bien (Ed. Paidós), del cual se han vendido 4 millones y medio de ejemplares en el mundo. Leerlo constituye una terapia en sí misma contra la depresión. "Cuando lo escribí quería que mis pacientes lo leyeran entre sesión y sesión", nos cuenta David D. Burns, un hombre que respira tranquilidad y a quien le encanta cultivar el sentido del humor.
La resistencia al cambio es un problema para dejar atrás la depresión
–¿Qué le diría a alguien que desconfía de la terapia psicológica?
–Pues que estoy de acuerdo con él. Muchas terapias que se están aplicando resultan ineficaces y lo que hacen más bien es colocar una y otra vez a la gente tras una puerta cerrada. Es algo muy triste. Creo que la calidad de la terapia psicológica tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo se puede mejorar.
Por eso trato de desarrollar métodos que realmente funcionen. Pero desanima ver que a menudo las terapias y las medicaciones que se están recomendando no logran buenos resultados. Me consta que muchos medicamentos empleados no son eficaces, en especial los antidepresivos.
Enseño técnicas a profesionales, pero es difícil divulgarlas porque muchos terapeutas, aunque están comprometidos con su labor, no están motivados para aprender algo nuevo. Hay cientos de escuelas de psicoterapia que rivalizan entre sí. Si las terapias obtienen un porcentaje de éxito muy bajo, entonces el paciente se desanima y esto va en contra de todos.
–En los últimos años se ha incrementado en más del doble el consumo de ansiolíticos y de antidepresivos. ¿La psiquiatría actual está abusando de la medicación?
–En mi opinión los beneficios de los ansiolíticos, antidepresivos y otras medicaciones están siendo exagerados por los propios laboratorios. La mayoría de los pacientes se pueden tratar sin medicación, sobre todo en casos de ansiedad y depresión, patologías en las cuales a veces recetar una medicación responde más a intereses económicos que a otra cosa. Por otra parte también es cierto que a veces una medicación puede salvar una vida. A mí, en general, me parece bueno intentar llevar a cabo la terapia sin medicación.
–¿Cómo resumiría su aporte a la psicología cognitiva conductual?
–La psicología cognitiva conductual está basada en la idea y teoría de que los pensamientos negativos generan emociones negativas y que las personas tienen que cambiar sus creencias y la manera de pensar para modificar su manera de sentir. El TEAM –siglas de Test, Empatía, Agenda de objetivos y Método– tiene en cuenta, además de esto, otros aspectos de la naturaleza humana, como el hecho de que a menudo algunas personas que sufren un trastorno de ansiedad o una depresión luchan con una parte de sí mismas que no desea cambiar.
Por ejemplo, cuando una persona está sufriendo porque tiene un matrimonio o una relación amorosa que no funciona, hay una parte de ella que desea seguir manteniéndose cerca de su pareja y otra que la rechaza o la critica. Cuando alguien sufre una adicción porque bebe o come demasiado, una parte de sí quiere cambiar pero también hay otra parte de la persona a la cual le gusta beber o comer sin control.
Con el TEAM desarrollamos técnicas para vencer las resistencias del paciente, de forma que esté plenamente motivado para colaborar con el terapeuta. Sorprende comprobar cómo las técnicas que aplicamos después de vencer estas resistencias funcionan de manera mucho más rápida y eficaz.
–¿Por qué, a pesar del sufrimiento, la resistencia al cambio por parte del paciente puede ser tan grande?
–Porque sus pensamientos negativos, cada una de sus emociones negativas y los hábitos perjudiciales presentan también ciertas ventajas. Determinar y tomar conciencia de cuáles son estas ventajas es el primer paso para vencer la resistencia a cambiarlos, lo cual será básico para poder avanzar en el proceso y creará la motivación para avanzar. Dos de cada tres pacientes psicológicos presentan una importante resistencia al cambio.
–¿En qué trastornos es más eficaz el TEAM?
–En los trastornos de ansiedad y sus manifestaciones, como son los ataques de pánico, los trastornos alimentarios, los trastornos obsesivo-compulsivos, el miedo a hablar en público… En todas las formas de depresión y ansiedad los pacientes se recuperan completamente en pocas sesiones de terapia. En los problemas de relación el paciente puede no querer ayuda y, según mi experiencia, el tiempo en que el problema se resuelve suele ser más largo. De hecho hay muchas personas que desean mantenerse cerca de otra, aunque al hacerlo lo pasen mal. Las adicciones son más difíciles de tratar porque la persona no quiere dejar realmente el alcohol o la sustancia a la que es adicta.
Dos herramientas eficaces: empatía y comunicación
–¿Qué papel desempeña la empatía en el proceso terapéutico?
–Es muy curioso porque la mayoría de psicólogos creen tener el don de la empatía con sus pacientes pero cuando hacemos tests a los pacientes y a los terapeutas observamos que muchos profesionales tienen una idea equivocada de qué es lo que está resultando útil a sus pacientes de todo aquello que sucede en una sesión. Si me he preocupado por la empatía es porque yo mismo sentía que no la tenía y la he tenido que trabajar mucho para mejorar. Me preguntaba por qué los demás obtenían mejores resultados que yo. Si creé un sistema que permite desarrollar la empatía fue de hecho para ayudarme a mí mismo.
–¿Podría explicar a grandes rasgos en qué consiste ese sistema?
–Es un sistema al que he denominado 'Los cinco secretos de la comunicación efectiva'. El primer paso para mejorar la comunicación cuando hay un conflicto es utilizar "la técnica del desarme". Es decir, encontrar algo verdadero en lo que la otra persona está diciendo, incluso cuando a uno le puede parecer totalmente irrazonable o injusto.
En segundo lugar hay que ponerse en la piel del otro, intentando percibir el mundo a través de sus ojos, por ejemplo parafraseando sus palabras o reconociendo cómo se debe de estar sintiendo en función de lo que dice.
El tercer paso consiste en realizar preguntas suaves de comprobación para descubrir un poco más sobre lo que la otra persona piensa o siente.
En cuarto lugar es útil mostrarse asertivo, con frases del tipo "me siento..." que expresen nuestros sentimientos de una forma directa, en vez de centrarse en afirmaciones o juicios como: "eres tú quien se equivoca", "me sacas de quicio", etc.
Finalmente, incluso si uno se siente enfadado, conviene encontrar algo genuinamente positivo que decirle al otro. Estas pautas pueden sernos útiles en la vida corriente si estamos dispuestos a salvar una relación, pero también resultan adecuadas cuando un paciente nos expresa su descontento por la terapia.
El ego del terapeuta
–¿Es difícil reconocer ante el paciente que lo que se está haciendo no funciona?
–Se trata de contemplarlo como una oportunidad para mejorar. Lo que ayuda es ver qué he hecho bien y qué he hecho mal, y comprender qué puedo hacer para mejorar los resultados. Al llegar a este nivel el sufrimiento desaparece. No sabemos qué técnica será la más eficaz. Un fallo de las terapias es quedarse con una sola técnica y aplicarla en todos los pacientes como solución. Yo ofrezco cincuenta diferentes.
Errar en este caso no es un problema, sino un estímulo que nos permite probar una nueva técnica y así encontrar antes la que va a funcionar con ese paciente. Cuando formamos a nuestros estudiantes vemos que al principio todos fracasan. En la mayoría de los casos su puntuación no llega a 20 en ningún paciente. En cambio, cuando practican "Los cinco secretos de la comunicación efectiva" su puntuación puede elevarse a 80. Ahora bien, para aplicar esos cinco secretos de la comunicación es básico dejar de lado el orgullo, por lo que la humildad y la honestidad resultan cruciales, mientras que el exceso de ego supone el mayor obstáculo.
–Propone pasar un test al paciente para evaluar su estado de ánimo antes y después de la sesión así como durante la sesión misma. ¿Por qué?
–Estamos observando cambios muy espectaculares cuando aplicamos estas mediciones porque gracias a ellas sabemos cuándo lo hacemos bien y también detectamos enseguida cuándo estamos fallando. Proponemos obtener esta información mediante un test porque los pacientes suelen tener mucha dificultad para contarle al psicólogo los problemas de la terapia. Si algún paciente se niega a rellenar el test, le digo que yo deseo mejorar su vida, pero que no puedo hacerlo sin esta información.
Cuando trabajamos con un paciente solemos hacer juicios sobre si progresa o no. Por ejemplo, si tenemos a un paciente que corre peligro de suicidarse y queremos hospitalizarlo inmediatamente, ¿cómo podemos saber sin un test cuán deprimido está, de 0 a 100? El grado de acierto en el mejor de los casos tras todos los estudios que hemos hecho es del 10%. Lo que siente el paciente y lo que siente el terapeuta acerca del paciente a menudo no tienen mucho que ver.
Al evaluar el nivel de enfado de un paciente el porcentaje de acierto del terapeuta es muy bajo. Un paciente puede hacer bromas contigo mientras por dentro siente una profunda depresión. A veces al finalizar una consulta he dado el cuestionario y he visto que el paciente salió peor de cómo había entrado.
Puede que sea porque se hirieron sus sentimientos durante la sesión, quizá el terapeuta probó técnicas que no funcionaron... Sea lo que fuere, es importante detectarlo porque esta información puede salvar vidas, sobre todo si estamos trabajando con una depresión y un paciente con tendencias suicidas. Así se podrá avisar a la familia y poner remedio antes de que sea demasiado tarde. Me gusta medir las cosas porque los terapeutas suelen tener ideas muy erróneas de lo que le ocurre al paciente
El terapeuta puede ofrecer calidez y esperanza
–Usted ha sufrido problemas de ansiedad. ¿Se lo dice a sus pacientes?
–Sí. A veces cuando trabajo con pacientes que padecen ansiedad les digo que yo también he sufrido eso. Pero también les digo que puedo cambiar su vida, que es lo que quieren oír. La terapia no consiste en llorar con el paciente y decirle: «Yo también soy un perdedor sin remedio». Se trata de dar calidez y también esperanza.
–Su último libro trata sobre los ataques de pánico, un trastorno en auge. ¿En cuánto se puede abreviar el tratamiento aplicando sus métodos?
–A veces los podemos resolver en una sola sesión. Traté a una mujer que llevaba diez años sufriendo ataques de pánico y estaba convencida de que moriría de un ataque al corazón. Tenía unos cinco ataques de pánico cada semana y vivía avergonzada. Es importante desarrollar una gran confianza y empatía con el paciente porque las técnicas que aplicamos son muy extremas. Le programé una visita para provocarle un ataque de pánico y estaba muy asustada, pero aceptó.
Al inicio de la sesión le dije que se provocara una hiperventilación respirando rápidamente por la boca. Yo conocía bastante sus pensamientos negativos y los fui verbalizando: "Vas a morir. Te duele el pecho, vas a tener un ataque al corazón…". Así se desencadenó un ataque de pánico y ella lloró sin control. Dijo que sabía que iba a morir. "¿Hay alguna prueba de que vas a tener un ataque al corazón?", le pregunté. Ella no prestó atención. "¿Puedes hacer ejercicios aeróbicos si estás a punto de morir? Prueba a ver qué pasa". Ella se levantó. "Vamos a ver si puedes correr sin moverte del sitio", la animé. Empezó a correr y dijo que se sentía mareada. "Intenta correr más rápido"...
Y tras un rato corriendo me preguntó: "¿Estará usted pensando que cómo puedo hacer esto si estoy a punto de sufrir un ataque al corazón?". "¿Es esto lo que ves en Urgencias? –le contesté–. ¿Ves a gente con un ataque al corazón que corre y salta?". Y de golpe ella empezó a reírse sin parar. Y se curó después de haber sufrido durante diez años ansiedad y depresión.
–La técnica a veces lleva al paciente a experimentar la veracidad de esos pensamientos negativos.
–Según los pensamientos que tiene cada paciente, el experimento será diferente. Para poder aplicar estas técnicas se requiere mucha confianza por parte del paciente hacia el terapeuta, pero 9 de cada 10 casos se curan con una sola sesión después de que el profesional se haya ganado esta confianza. El paciente tiene que afrontar el miedo, afrontar sus más profundos temores. El sufrimiento existe cuando no somos específicos, pero cuando confrontamos la realidad el sufrimiento desaparece.
Técnica y compasión
–¿Demasiada empatía puede ser peligrosa?
–Es muy bueno que el terapeuta sienta una gran emoción y pueda compartirla con el paciente. Algunos de los mejores momentos de mi vida han sido cuando he llorado con mis pacientes. Sin embargo, cuando era residente me dijeron que a los pacientes no les debía mostrar nunca lo que sentía. Pero entonces, ¿cómo se abrirán a mí? Las lágrimas y las emociones son curativas.
Si el terapeuta está tan abierto que llora, si se combina la compasión con las técnicas que hemos desarrollado, se obran milagros. Esta es una de las razones de los cambios tan profundos que conseguimos.