El consumo de drogas y la adicción siguen siendo el caballo de batalla de muchas personas y familias en el mundo. Aislados progresivamente en una espiral de adicción, desesperación, vislumbrar una salida a semejante pesadilla es, cuanto menos, difícil.

Raül Balam, el hijo de la chef Carme Ruscalleda, habla de sus adicciones y de la caída a los infiernos durante muchos años de su vida en su nuevo libro ‘Enganchado’, una biografía para dar esperanza a las personas adictas y a quienes les acompañan en este arduo camino. Los testimonios, del también chef, se entremezclan con los de los terapeutas que le trataron y con los de su familia.

Hablamos con él de su enfermedad, de su recuperación y de su experiencia al hacer pública, por primera vez, su historia.

–Primero de todo, ¿cómo estás actualmente? ¿En qué momento vital te encuentras?
–Pues la verdad en un momento muy dulce en todos los aspectos. Me siento feliz y con muchas ganas de vivir.

En tu libro hablas de la adicción como una enfermedad. Entonces, ¿no hay que buscar motivos en la infancia o en el pasado para explicar esta enfermedad?
–Para nada, este es el error que cometemos. Buscar culpables… los culpables no existen. Hubiera sido igualmente adicto si hubiese nacido en la familia más perfecta del mundo o en la más desestructurada. La enfermedad de adicción no entiende ni de estatus social, ni de razas.

¿Cómo funciona el cerebro de un adicto? ¿Qué diferencias sientes ahora que estás curado?
–Todo está en los transmisores de placer que no conectan, por ello nunca hay suficiente. Este sería el resumen. Pero no estoy curado… Nunca me curaré de esta enfermedad, siempre estará conmigo, lo que pasa es que ahora la conozco y la tengo dormida.

Curiosamente, en el libro mencionas que empezaste a ir a terapia (psicológica) y que no funcionó, que necesitabas “profesionales de verdad”. ¿Cómo lo explicarías? ¿La terapia psicológica es una parte más del tratamiento, no?
–No funcionó porque no sabían de qué iba en realidad la enfermedad de la adicción. Allí solo se buscaban culpables y no planteaban el alcohol o el cannabis como drogas.

La parte psicológica es muy importante en la terapia, pero el paciente sana en terapia de grupo, no individual.

De hecho, tú cuentas que la terapia que te proponen en el Instituto Hipócrates de Barcelona no es solo psicológica ¿Cuánto tiempo necesitaste para recuperarte?
–Es una enfermedad que se estabiliza de 2 a 5 años.

Pero ingresado estuviste solo 90 días, que es el máximo ¿verdad? ¿Por cuántas fases se suele transitar durante el ingreso?
–Por muchas, es una montaña rusa de emociones. Pero es un proceso largo y un camino que se hace despacio.

En tu caso el tratamiento ha sido para varias adicciones, como explicas, suele ser lo normal y lo más recomendable. ¿Puedes explicarlo?
–Sí, un cerebro no entiende de sustancias. Al final todo es lo mismo. Es el problema que tenemos los adictos cuando ingresamos, que pensamos que nuestra droga estrella es la peor y las otras no. Yo soy adicto incluso a las sustancias que no he probado.

¿Qué relación tienes actualmente con el Instituto? ¿Colaboras de alguna manera con ellos?
–Con Hipócrates tengo una relación de paciente. Siento que es mi segunda casa y me siento en paz cuando subo a terapia. No tengo ninguna colaboración profesional, pero todo lo que pueda aportar y ayudar, allí estaré.

Durante el relato aparecen varias voces, terapeutas, amigas, tu madre… ¿Cuál o cómo debería ser el papel de la familia que acompaña a un adicto?
–En mi opinión, el mejor papel de una familia es llevar al enfermo al centro y después dejar hacer a los profesionales.

En este sentido, es importante cortar todos los lazos de la vida anterior: hábitos, amistades... ¿Cómo se consigue? Y en el ámbito laboral, ¿cómo lo has trabajado?
–Tienes que renunciar a todo. Y cuando digo todo es todo. Y luego, poco a poco, todo llega y otras muchas, no van a regresar jamás.

En definitiva después de la terapia tienes que aprender de nuevo casi todo, ¿no?
–Pues sí. Tienes que empezar a actuar diferente. Por eso te hacen renunciar a todo, para aprender de nuevo.

‘Enganchado" es, en tus palabras, un libro para aportar esperanza. La parte del recetario es importante porque son recetas que entiendo antes se hacían con alcohol y tú les has dado una segunda vida. ¿Qué ha significado para ti?
–Pues una maravilla y una fantasía. Cuando te dicen en el centro que nunca más alcohol, ni cocinado, se te hace una montaña. Pero pasa el tiempo y ves que las recetas tradicionales son perfectamente adaptadas a alcohol free.