¿Cómo se limpia nuestro cerebro?
Los hábitos de higiene marcaron un cambio muy importante en la salud de las personas y de las ciudades. Ahora lavamos nuestro cuerpo, nuestra casa, sabemos de la importancia de mantener limpio nuestro colon, desintoxicamos el hígado... Pero ¿y nuestro cerebro?
¿Alguna vez te has parado a pensar cómo hace tu cuerpo para limpiar (literalmente) el cerebro? Los investigadores de la Universidad de Rochester en EEUU publicaron un estudio que explicaba el mecanismo mediante el cual el cerebro se limpia.
Y lo hace ¡cada noche! Mientras dormimos, las neuronas se contraen, reduciendo el espacio que ocupan y, por tanto, dejando más espacio libre para la limpieza.
Recordemos que el cerebro es un órgano que contiene básicamente dos tipos de células y líquido cefalorraquídeo.
- Las neuronas son conocidas por su capacidad de comunicarse entre ellas con gran rapidez en un proceso llamado sinapsis y por transmitir estímulos eléctricos. Son las encargadas de recibir los estímulos, transmitirlos hasta la unidad de procesamiento y devolver la respuesta en forma de movimiento o de una secreción.
- Las células gliales o neurogliales tienen un papel menos conocido. Al principio se creía que actuaban como soporte para las neuronas, pero poco a poco se ha ido descubriendo más. Se sabe que aportan nutrientes y que tienen receptores que captan los cambios ambientales y responden a ellos liberando sustancias, aunque no producen potenciales de acción. También se cree que participan en el procesamiento cerebral de la información y en la regulación del crecimiento de las neuronas. El sistema glinfático regula las funciones metabólicas del tejido nervioso y protege y aísla los axones de las neuronas. Además, algunos estudios muestran que forman “redes” paralelas a las neuronales con conexiones sinápticas propias.
- El líquido cefalorraquídeo baña ambos tipos de células. Este líquido transparente tiene varias funciones: hacer de amortiguador ante golpes, regular la presión dentro del cráneo, y nutrir y eliminar los residuos del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal).
¿Qué pasa mientras duermes?
Durante el sueño, las neuronas se hacen más pequeñas, se reducen hasta un 60% de su tamaño original, y queda entonces más espacio para la circulación del líquido cefalorraquídeo. De una forma similar a la función del sistema linfático en el organismo, el sistema glinfático parece ser el responsable de eliminar los residuos celulares procedentes de la actividad neuronal.
No se conocía cómo era este proceso hasta hace muy poco, porque solo se puede observar en un cerebro vivo. Sin embargo, la llegada de la microscopía de dos fotones ha permitido ver cómo se produce este “lavado de cerebro”.
Lo han observado en ratones (cuyos cerebros parecen ser bastante similares a los de los humanos) y han encontrado una especie de sistema de tuberías que permite al líquido cefalorraquídeo lavar los residuos y llevarlos al sistema circulatorio para que, finalmente, vayan al hígado y se eliminen de la sangre junto con el resto de toxinas.
Los científicos también comprobaron que este sistema de limpieza es casi diez veces más activo durante el sueño
Mientras dormimos, el cerebro aprovecha para limpiar todas las toxinas. Como, por ejemplo, el complejo beta-amiloide, que está implicado en el alzheimer. En cada órgano, la eliminación de “la basura” es un tema realmente importante y, de hecho, muchas enfermedades neurodegenerativas surgen de la acumulación de excesos de proteínas que acaban asfixiando las redes de neuronas.
El sistema glinfático
Siempre ha sido un enigma el hecho de que la cantidad de energía consumida por el cerebro no disminuye de forma importante cuando nos dormimos.
El descubrimiento del cambio de tamaño de las neuronas entre la vigilia y el sueño ha permitido empezar a comprender el funcionamiento del sistema glinfático
Estas tareas no se pueden realizar durante el día porque las neuronas están “más apretadas”, dejando poco espacio entre ellas y, además, como el cerebro dispone de una energía limitada, tiene que elegir entre los dos estados fundamentales: consciente y despierto o dormido y limpiando.
El mecanismo ha resultado ser más sencillo de lo que se esperaba. Se creía que se realizaba mediante procesos activos, y no se había pensado en que la limpieza se hiciera “como una manguera a presión”. Los estudios también sugieren que este lavado se realiza durante el conocido como “sueño reparador”, es decir, el sueño donde predominan las ondas lentas.
¿Cómo vienen los pensamientos?
Las neuronas son las células cerebrales que generan y transmiten ondas eléctricas. Estas descargas eléctricas que se van disparando forman el patrón que conocemos a través del electroencefalograma.
Dependiendo del tipo de frecuencias, podemos ver si la persona está activa, relajada, dormida, etc. Se le han ido dando nombres a estas frecuencias.
- Ondas beta. Se dan cuando una persona está activamente trabajando, hablando, etc. Corresponde a unos 20 o 30 Hz.
- Ondas alfa. Cuando estamos muy relajados, en ese estado entre la vigilia y el sueño. Entre unos 8 y 13 Hz.
- Ondas delta. Durante el sueño, pasamos diferentes fases con frecuencias distintas. Parece ser que en algunas de estas fases, donde predominan las ondas delta, de 0,5 a 2 Hz, es cuando se producen estos procesos de limpieza.
El cerebro es más que un sistema de células que se comunican. El funcionamiento de este órgano produce lo que conocemos como pensamientos. Aunque desde pequeños se nos enseña a utilizar nuestro cuerpo con habilidad, la capacidad que desarrollamos para utilizar nuestra mente es bastante más limitada.
Los pensamientos aparecen en la mente sin pedir permiso, se instalan en ella, se adueñan de la “casa” y difícilmente sabemos cómo librarnos de ellos. Y tan importante como mantener el cerebro limpio de residuos es mantener nuestra mente libre de pensamientos tóxicos.
Pero ¿cómo hacerlo, si todavía pensamos que cada pensamiento que se cruza por mi mente es verdad y es mío? De forma teórica, sabemos poco respecto a qué son realmente los pensamientos y de dónde vienen.
Por suerte, conocemos mucho más la parte práctica. Desde hace muchos años sabemos que determinadas prácticas afectan a nuestra capacidad de pensar, permitiéndonos utilizar el cerebro de forma más eficaz y también más saludable.
Lo habitual es que, cuando un pensamiento aparece en mi cabeza, pensemos que ese pensamiento es mío, que es el resultado de una verdad interior o exterior.
No pensamos en la posibilidad de que haya sido simplemente “captado”. No sabemos cómo ocurre el fenómeno que llamamos pensar, pero determinadas líneas científicas (todavía minoritarias) postulan que el cerebro actúa como una gran antena capaz de captar ondas electromagnéticas que llamamos pensamientos.
Al margen de las distintas explicaciones que se dan a un fenómeno aún desconocido, lo que sí es cierto es que al trabajar con diferentes frecuencias (ondas cerebrales), el cerebro tiene distintos “modos de funcionamiento”.
Sabemos que el estado alfa es un estado netamente creativo. Y muchos científicos reconocen que sus descubrimientos ocurrieron en ese estado donde el cerebro está entre la vigilia y el sueño, y no mientras está activamente dando vueltas al tema en unas ondas cerebrales beta.
Cuántas veces nos ha pasado a todos ese “lo tengo en la punta de la lengua”, que significa que no me acuerdo ahora mismo y por más esfuerzo que hago en pensarlo, no me sale, y solo en el momento en que nos relajamos, como por arte de magia, nos viene a la cabeza.