Llamamos hogar a aquel lugar donde podemos ser nosotros mismos, donde encontramos refugio para el cuerpo y el alma, permitiendo que nuestros dones puedan desplegarse.

Nuestro lugar en el universo, sin embargo, no es un espacio físico, sino una manera de situarnos ante la vida y sus posibilidades.

  • Horror vacui: Cuando se pierde el sentido de la vida, es natural experimentar este horror al vacío. Y lo llenamos de actividades para no pensar, ya que en ese espacio libre suelen aparecer preguntas incómodas. Sin embargo, en sus respuestas hay un nuevo rumbo para la existencia.

Por qué nos sentimos perdidos

Muchas situaciones de tristeza, apatía o desesperanza, fuera de los casos de depresión endógena, se deben a una realidad desfavorable o insuficiente por dos motivos que podemos definir así:

  • Estás donde no deberías estar, como en un trabajo que te consume las energías y la autoestima; en una relación tóxica o sin sentido; en un entorno que no sientes como tuyo, que te impide identificarte con tu propia vida.
  • No estás donde deberías estar, porque has renunciado a un sueño o prioridad que daría significado a tu existencia; no estás allí por miedo, por comodidad –a veces tu lugar está fuera de la zona de confort– o porque estás complaciendo las expectativas de otros.

Ambos casos son dos caras de la misma moneda y te llevan a sentir que no has hallado tu lugar en el universo. O quizás sí lo has encontrado, pero aún no te has atrevido a tomar posesión de él. O tal vez ni siquiera sabes cuál es ese lugar donde desplegar tus dones.

Por qué buscar tu lugar en el universo

Si es tu caso, no te alarmes. Si sientes que tu vida no tiene sentido, es que estás realizando una travesía del desierto: vas dejando el pasado atrás y te diriges hacia tu tierra prometida. Y el terreno que transitas es mucho más fértil de lo que parece. Porque mientras buscas tu lugar en el universo…

  • Comprendes cada vez mejor tu pasado, con sus aciertos y errores. Ahora ya sabes por dónde no quieres volver a pasar y las equivocaciones que no cometerás.
  • Tienes tiempo y espacio para imaginar la nueva vida que deseas. Puedes aclarar tus prioridades y objetivos. El propósito vital se vuelve cada vez más nítido.
  • Tomas mayor conciencia de tu fortaleza y talento. La travesía pone a prueba tu resiliencia para superar obstáculos, tu empatía para hacer alianzas, tu imaginación para dar forma a lo que vendrá.
  • Adquieres nuevos aprendizajes y habilidades. Gracias a que la taza está vacía, como en el cuento del maestro de té, puede llenarse con otros contenidos.

¿Conoces tus talentos naturales?

En el 2009, Ken Robinson publicaba El elemento, un ensayo que cambió nuestra mirada sobre el talento y la felicidad personal. Más allá de las competencias que enseñan en las escuelas y universidades, orientadas a aprobar exámenes y a obtener «salidas laborales», este experto en educación fallecido en 2020 abogaba por descubrir nuestra pasión.

Así como el elemento del pez es el agua, cada persona tiene un medio en el que se siente más útil, segura y creativa. Hay quien está en su elemento coordinando personas y resolviendo conflictos, mientras que otros dan lo mejor de sí mismos creando en soledad.

En palabras de Robison, «todos nacemos con grandes talentos naturales, pero perdemos el contacto con muchos de ellos a medida que pasa el tiempo. Irónicamente, la educación, tal como se realiza en la mayoría de escuelas, es una de las principales razones por las que esto ocurre. El resultado es que demasiadas personas que nunca conectan con sus verdaderos talentos naturales y, por tanto, no son conscientes de lo que son capaces de hacer».

Encuentra el sentido de tu vida

Si sabes cuál es tu elemento, cuáles son tus talentos y fortalezas, estás más cerca de conocer tu ikigai. Este concepto, que puede traducirse como «tu propósito vital», define los motivos por los cuales nos levantamos de la cama con la ilusión de vivir un nuevo día.

Hay personas que ya saben cuál es su ikigai, otras lo llevan dentro pero todavía lo están buscando. Requiere una exploración paciente para descubrirlo. Quien lo conoce y lo pone en el centro de su vida tiene ya su lugar en el universo.

Pero, ¿qué sucede si no lo encuentras o si, de repente, sientes que has perdido tu propósito en la vida?

Tras una separación, una enfermedad grave, un despido o una ruina económica es común sentir que has perdido tu lugar. En el proceso de encontrar un nuevo ikigai, recordar quién eras en la infancia te ayuda a recuperar el hilo conductor de tu vida.

Esta es la medicina que me apliqué al inicio de la pandemia. Tras muchos años de actividad profesional frenética, a menudo tenía la sensación de haber perdido la brújula de mi vida. Nada más cumplir una urgencia, aparecía la siguiente.

Regresaba de un viaje para dar una charla, y al cabo de poco volvía a partir. El parón planetario puso en pausa este modo de vida y, aunque seguía teniendo obligaciones, se creó un espacio libre, un lienzo en blanco en el que surgió la pregunta: ¿qué estás haciendo con tu vida?

¿Qué estás haciendo con tu vida?

Para averiguarlo, recuperé un proyecto muchas veces abandonado: escribir mi autobiografía para entender las lecciones que he encontrado en el camino y me han llevado hasta aquí. No había logrado llevarlo a cabo por ese ir saltando de urgencia en urgencia.

Como decía Stephen Covey, «lo urgente es importante para otros, pero no para ti». Así que puse lo importante en el centro de mi vida cotidiana y, nueve meses más tarde, concluía el libro en la página 310. Aún no tenía título, pero un breve documental sobre lo sucedido en 1995 en Yellowstone me dio la inspiración.

El lobo gris llevaba siete décadas extinguido, los cazadores habían acabado con los últimos ejemplares en 1926. Desde entonces, los márgenes del río se habían desertificado, debido a que los animales acababan con la vegetación ante la falta de depredadores. En 1995, se reintrodujo un grupo de catorce lobos.

Pronto hicieron disminuir la población de ciervos y los empujaron lejos del río, permitiendo que se recuperara la flora. Esto atrajo a los castores, que crearon diques restableciendo un ecosistema para nutrias, visones, aves, peces y anfibios. Los lobos cambian el río, decidí que ese sería el título de mi autobiografía, que justo se acaba de publicar.

En el cauce de toda existencia hay maestros inesperados que vienen a cambiarla –para bien o para mal– y su influencia acaba dando forma a nuestra vida. Al perseguir lo que amamos y huir de lo que nos causa dolor, encontramos una y otra vez nuestro lugar en el universo.

Descubre lo que necesitas

  • El Principio de Pixar: Al diseñar un argumento, los guionistas de este estudio de dibujos animados siguen un interesante eje dramático: una cosa es lo que el protagonista quiere y otra lo que necesita. En el viaje entre ambos está la sabiduría de la historia. En Toy Story, Woody quiere volver a ser el juguete favorito del niño, pero lo que necesita es aprender a ser un amigo.
  • Qué espera la vida: Aplica esta misma regla para preguntarte: ¿Qué es lo que quiero de la vida? ¿Y qué es lo que en realidad necesito? Puedes completar tu exploración con una tercera pregunta que va más allá: ¿Qué espera la vida de mí? Contéstala examinando tus talentos y capacidades para mejorar el mundo.