Cuando reímos se activan casi todos los sistemas orgánicos: muscular, cardiovascular, respiratorio, hormonal... La cabeza vibra, despejándose las vías nasales, auditivas y oculares.
Al reírnos, se produce un masaje interno que también alcanza los pulmones y el corazón, oxigenando el organismo. Pero,¿cómo generar la risa?, ¿qué estrategias nos ayudan a sacar una carcajada? Algunos mecanismos nos pueden ayudar.
Beneficios de la risa
Desde un punto de vista espiritual, la risa –además de liberar tensiones–supone un momento en el que desaparece el pensamiento conceptual y el aferramiento al «ego», de ahí que pueda considerarse -dependiendo de la actitud- casi un estado meditativo.
Aumenta la liberación de endorfinas, que alivian el dolor y estimulan el sistema inmunitario. Por el contrario disminuye el cortisol vinculado al estrés.
Pero si bien estimula el organismo, después produce un relajamiento, por lo cual la persona que ríe mucho duerme bien. También ayuda a combatir la tristeza y la apatía. Se calcula que 5 minutos de risa equivalen a 45 de ejercicio moderado.
Debido a estas cualidades, la risoterapia es una técnica que cada vez se emplea más incluso en medios hospitalarios. Pues, efectivamente, numerosos estudios demuestran la relación entre la mente, el sistema neuroendocrino y la capacidad defensiva del organismo.
"El tiempo que pasa uno riendo es tiempo que pasa con los dioses", afirma un proverbio japonés.
En efecto, la alegría es seguramente el mayor placer de la vida, una sensación a la vez de relajación y plenitud. Un estado de apertura, sin pedir demasiado a cambio. Y en realidad no es tan difícil: para enfadarse se necesitan 34 músculos y para sonreír, solo 7.
El ejercicio de las cinco risas
Si nos fijamos, cada persona tiene su manera particular de reír, emitiendo un tipo de sonido especial. Lo mismo puede decirse respecto a actos involuntarios como llorar o estornudar.
El modo de hacerlo ofrece información sobre su estado psíquico y energético, que médicos o psicólogos pueden aprovechar en sus diagnósticos.
La terapia de la risa busca provocar mediante un acto voluntario fonético toda una serie de repercusiones psicofísicas.
Las cinco vocales, que son la base del lenguaje, permiten lograr otras tantas modalidades de risa. Generalmente predomina la letra A pero todos conocemos personas que ríen con la E o la I. La J, o si se quiere una H aspirada más suave, es la consonante que en la risa precede a las vocales.
En la risa de cada persona predomina una vocal, generalmente no por casualidad. Reírse con las otras vocales aporta un sutil equilibrio. Para ello:
- Antes de proceder a los ejercicios, adoptamos una actitud relajada y realizamos tres respiraciones completas: inspiramos lentamente, mantenemos un instante el aire y luego espiramos también con cierta lentitud pero sin notar ahogo o malestar,
- Colocamos las manos a nivel del abdomen. Inspiramos luego ampliamente, tomando bastante aire.
- Al espirar nos reímos emitiendo el sonido jajajaja. Lo repetimos tres veces.
- Hacemos lo mismo con jejejeje, luego con jijijiji, con jojojojo y finalmente tres veces con jujujuju...
Cada una de estas cinco risas vibra de manera especial en determinadas partes del cuerpo y parece ejercer estos efectos:
- JA beneficia el sistema digestivo y genital.
- JE favorece la función hepática y biliar.
- JI estimula la circulación sanguínea y la tiroides.
- JO incide sobre el sistema nervioso central y la circulación cerebral.
- JU repercute en la función respiratoria y la capacidad pulmonar.
Realizar la serie completa procura una estimulación general y mejora la sensación de optimismo.
Cómo manifestar la alegría innata
Los sinsabores que experimentamos, junto a ciertas normas sociales, hacen que nos cueste manifestar esa alegría innata. Se dice que los niños ríen unas doscientas veces al día y los adultos solo quince (aunque es un promedio, pues muchas personas no ríen en todo el día).
Por eso no es extraño que se utilicen a menudo mecanismos o trucos para desatar la risa, pues tan cierto es que si estamos contentos reímos como que al forzamos a reír atraemos el buen humor.
Los procedimientos van desde los espectáculos cómicos en teatros, cine (las primeras películas buscaban provocar la risa del espectador) o televisión, hasta el hacer cosquillas.
No deja de ser curioso que tocar determinados puntos corporales (plantas de los pies, palmas de las manos, axilas... ) desencadene auténticos ataques de risa. Podrían ser denominadas zonas risógenas, coincidiendo a menudo con las conocidas como erógenas.
Comentario aparte merece el fenómeno universal del chiste, de cómo a través de ciertas frases se dispara el mecanismo de la risa, con la consiguiente liberación de tensión anímica.
Paradójicamente, no era raro que en los velatorios alguien contara chascarrillos, lo que también expresa de manera subconsciente la satisfacción de poder reír, privilegio de vivos.
En el chiste nunca concuerda de manera lógica el principio con el final, siendo justamente tal sorpresa lo que provoca la hilaridad.
Algunas de las causas más frecuentes de comicidad serían:
- respuesta educadamente sarcástica: -¿Le gusta la música? -Sí, pero no importa, siga tocando;
- comentarios absurdos, aunque indiscutibles: -¿Cómo sigue tu marido? -Mal; ha dicho el médico que, si no pasa de esta noche, no habrá esperanza de salvarlo;
- las palabras de doble sentido:El criminal rogó que no lo esposaran hasta pasado un tiempo, porque era viudo reciente;
- lógica sutil, pero inapropiada: El niño perdido pregunta: -¿Han visto por casualidad una mujer sin niño?;
- el absurdo integral: -Hola, Pepe, qué cambiado te veo. -No soy Pepe. - ¡Pues más a mi favor!.
Cómo es el buen reír
La risa puede ser mal utilizada. Así sucede cuando sirve únicamente como burla, ataque personal o simula combatir el tedio (basta con ver ciertos programas televisivos en los que impera una alegría forzada).
No solo los niños, también muchos adultos temen el aburrimiento y confunden alegría con diversión a toda costa.
El humor tiene su propio código de honor. Suele decirse. en ese sentido, que es preferible "reírse con", que "reírse de". Pero como afirmaba Einstein: "Maduramos el día en que reímos francamente de nosotros mismos".
En efecto, si el sentido del humor es ya una muestra de inteligencia, bromear acerca de uno mismo denota capacidad de distanciamiento psicológico. Supone no tomarnos tan en serio, relajarnos un poco y vencer el miedo más sutil: que los demás no nos consideren importantes.