Cuando se habla de “síndrome de Estocolmo” vienen a la mente casos muy populares mediáticamente, como el del “Monstruo de Amstettem”, quien tuvo cautiva a su hija durante 24 años o el de Natasha Kampush, la joven que logró fugarse tras ocho años cautiva. Para centrar el tema, en primer lugar el síndrome de estocolmo se define como un “trastorno psicólogico temporal que aparece en la persona que ha sido secuestrada y que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores e identificarse progresivamente con sus ideas”.

El término “síndrome de Estocolmo” viene de un incidente ocurrido en Estocolmo, donde una cajera afirmó confiar plenamente en uno de sus atracadores. Muchos estudios aseguran que el síndrome de estocolmo describe el vínculo positivo que la víctima desarrolla por su secuestrador (Namnyak et al., 2007). “Es un proceso de “identificación con el agresor”, considerándose como una respuesta emocional automática, a menudo inconsciente, al trauma de la victimización (de Fabrique, Van Hasselt, Vecchi y Romano, 2007)”, sostiene José María Ribé Viñes, psicólogo sanitario general.

“El secuestrado puede no intentar escapar de su captor. Puede incluso mostrarse defraudado cuando la situación se resuelve”, declara Óscar Richi Ibáñez, psicólogo humanista.

El síndrome de Estocolmo puede llevarse a diversos terrenos –como el laboral– con sus particularidades y puntos comunes. “Todavía no se han descrito criterios diagnósticos válidos con respecto a los signos y síntomas clínicos específicos del síndrome de Estocolmo. Algunas estudios constatan que es necesario realizar más evaluaciones empíricas”, subraya Ribé.

En el caso del síndrome de Estocolmo laboral, la autoestima del trabajador disminuye. En la empresa tiene lugar un trato negativo hacia él, pudiendo llegar a ser vejatorio y con faltas de respeto, incluso una inconveniente remuneración económica, con compañeros y/o jefes. Esto es, un maltrato y tortura psicológicos. “El síndrome de Estocolmo laboral tiene que ver con la relación profesional entre un trabajador y su empresa, cuando el primero llega a justificar, incluso aceptar, una tensión diaria y un trato inapropiado”, sostiene Ibáñez Richi.

¿Cómo saber si sufro síndrome de Estocolmo laboral?

El síndrome de Estocolmo se encuadra en la categoría de “postraumático”. Cuando un individuo acepta comentarios que dañan su autoestima, que merman su capacidad para el trabajo y su vida diaria, le condicionan a nivel amigos y familia o concurren en miedo, existe sumisión. “Una persona sufre síndrome de Estocolmo cuando se identifica sin él saberlo, con su agresor. Esto sucede con víctimas de secuestros, violencia física y/o psicológica y por supuesto en área laboral. No influye el género o la edad de las personas intervinientes”, manifiesta Richi.

¿En qué se diferencia del síndrome de Estocolomo clínico?

Las diferencias entre el síndrome de Estocolmo clínico y el síndrome de Estocolmo laboral tienen su foco en el contexto y los participantes. “En el síndrome de Estocolmo laboral, la persona mantiene una relación disarmónica respecto a sus compañeros o jefes.

Quién lo padece, argumenta y puede llegar a consentir malos tratos por parte de los demás hasta que estas conductas se normalizan, esto es, vejaciones, manipulación, chantaje emocional, desconsideraciones y actitudes de menosprecio”, declara Ribé.

En el síndrome de Estocolmo clínico la víctima ha sido forzada o ha estado cautiva y en contra de sus deseos.

“El síndrome de Estocolmo laboral deriva del clínico. Les unen ciertos aspectos. Sin embargo, difieren en que, en el síndrome de estocolmo laboral, la persona, en este caso el trabajador, ha entrado y continúa en la empresa, voluntariamente. Nadie le ha forzado u obliga a acatar ciertos modos de otras personas”, refiere el psicólogo humanista.

El síndrome de Estocolmo laboral y su relación con el apego

Con el tiempo, en el trabajador pueden aparecer trastornos como la ansiedad o la depresión. También el “síndrome de indefensión aprendida”, ya que el sujeto se adapta a ese modo de vida aunque le haga daño.

“El síndrome de Estocolmo laboral es una conducta de apego o nexo a empresas que perjudican a sus trabajadores en las parcelas emocional y psicológica, a causa de unas condiciones para nada justas”, subraya Richi.

Ribé apunta que “el síndrome de Estocolmo se considera una relación de apego emocional de la víctima hacia a su captor” (Gordon, 2005).

¿Cómo superar el síndrome de estocolmo laboral?

El experto en psicología, Ribé Viñes, subraya que para que una persona pueda recuperarse del síndrome de Estocolmo laboral resulta eficaz tener presentes las siguientes recomendaciones:

  • Identificar el malestar psicológico y tomar conciencia de que se está siendo víctima de una situación injusta que nadie merece. Se debe analizar e identificar lo que sucede y consultar aquellos derechos que corresponden como trabajador.
  • Reconocer las conductas inapropiadas sufridas.
  • Reelaborar la vivencia traumática.
  • Analizar los mecanismos que la persona ha desarrollado para afrontar el impacto emocional vivido.
  • Potenciar la autoestima así como sus atributos: autoconfianza, autoimagen, autovaloración, apertura…
  • Plantearse cambiar de empleo: Si la situación no mejora, lo mejor es irse y buscar otro sitio. Por otro lado, si la persona quiere permanecer en la empresa, debe dejar claros ciertos temas y no permitir que se llegue al maltrato nuevamente.
  • Hacerse valer y respetar y tener presente que nadie merece sufrir, ni ver corrompidas su dignidad e integridad personal.