Cuando un paciente te confía y cuenta su enfermedad, no se siente de forma natural la evidencia de guardar el secreto médico, y muchas veces te preguntas sobre la importancia de hacerlo.

El juramento hipocrático dice: "Callaré lo que vea u oiga durante el tratamiento o fuera del tratamiento referente a la vida de los hombres, considerando que tales cosas no se deben decir".

Esto siempre me ha parecido natural, necesario y justo: respetar la intimidad del enfermo, como paciente y como persona.

Pueden resultar raras estas palabras en una sociedad en la que se airean los trapos sucios de la gente en los programas del corazón, aprovechando que eso incrementa la audiencia.

¿Confiar en el médico?

Solo la persona que sabe guardar un secreto puede ser digna de confianza, y la confianza mantiene unido al grupo y ayuda a la supervivencia más que la competencia y el descrédito.

Para que el secreto salga a la luz, tienen que estar preparadas tanto la persona que lo cuenta como la sociedad que lo recibe. Es difícil, pero si se dan estas circunstancias, desvelarlo engrandece a ambos.

Muchas veces el tabú, las vergüenzas, los crímenes, las venganzas, las deudas o los inventos que se esconden en el secreto se reciben con desprestigios, odios, venganzas, y hasta muertes y guerras.

La sociedad ha inventado actos para liberar secretos que van desde la risa del carnaval y las sornas de las bodas con cencerrada hasta el teatro y las terapias psicológicas, y no siempre han provocado la liberación y la curación sino que a veces han causado violencia y crímenes.

Un ejemplo del desvelo de secretos familiares lo tenemos en la terapia de las constelaciones familiares; en ellas se desvelan secretos de familia que solo resultarán terapéuticos cuando se cuenten desde una postura de amor y agradecimiento a los antepasados; si no, revelar el secreto familiar será solo una nueva y funesta fuente de conflictos.

Conocer la verdad es un método de estudio personal y colectivo, se necesitan corazones grandes para sostenerla y decirla, y siempre es vivificante, impersonal y desinteresada. Así, cada día le doy más importancia a aprender a callar y a valorar los silencios.

Yo también soy consciente de que la verdad está por encima de todo, pero la verdad no se descubre con la maledicencia, la murmuración ociosa o el desvelo de secretos vergonzosos.

Es importante no hablar nunca mal de nadie, pues aun en los peores momentos de una persona no somos quién para hacer la menor injuria a su dignidad. Cuando se utiliza la palabra hay que procurar que sea para mejorarnos nosotros y a los otros.

También he sentido muchas veces cómo el mal uso de mi palabra producía daño, ruina y lágrimas innecesarias que habría evitado de haber controlado mi lengua.

Aprovecho, pues, estas líneas para, si he faltado a alguien con mi palabra o alguien se ha sentido enfadado, humillado o avergonzado, presentarle mis disculpas.

Un entorno de confianza influye en la curación

Si bien para la curación el médico debe estar seguro del diagnóstico y tratamiento, aún es más importante que esa seguridad la tenga el paciente: que confíe en la fuerza curativa de su organismo, y que sepa que está en el lugar idóneo para sobrevivir al problema o enfermedad.

Muchos son los factores que influyen en que un entorno sea o no adecuado para recuperar la salud.

  • Uno de ellos es la relación del médico con el enfermo, en la que debe haber comunicación, empatía y compasión amorosa. La relación ha de ayudar a eliminar las emociones negativas y a crear optimismo y expectativas positivas.
  • También es fundamental habilitar al paciente para que pueda gestionar él mismo su salud y enfermedad. El objetivo es que pueda tomar sus propias decisiones, no solo controlar su estilo de vida, tensiones y ansiedades, sino también elegir junto con el médico la técnica o medicación que más le convenga.

Para ello debe estar bien informado sobre la posibilidad de usar técnicas sencillas y prácticas como la hidroterapia, el ayuno, las plantas, los reposos, los cuidados posturales, el masaje o el ejercicio.

Técnicas menos invasivas y menos costosas pueden estar tan a su alcance como los medicamentos y las operaciones quirúrgicas, aunque conociendo sus efectos secundarios.

Ayuda espiritual

En este entorno de salud no debe faltar el respeto por las creencias espirituales de cada cual. Si alguien está enfermo ha de poder expresar su culto y apelar a sus creencias en la divinidad o las fuerzas interiores.

La espiritualidad es una experiencia personal que ayuda a integrar al individuo consigo mismo y con la naturaleza, fomenta el sentido de la vida y de la enfermedad, reduce el sufrimiento y ayuda a la restitución espontánea de la salud.

Muchos espacios naturales de salud son grandes centros de espiritualidad, como Benarés, a la orilla del Ganges, o Lourdes. Así ocurría también en la Grecia clásica.

La naturaleza, el color, la luz, el aire fresco, la música y la arquitectura forman parte asimismo de estos espacios saludables. El personal sanitario que trabaja en un centro de salud puede preguntarse cómo llevar esto a la práctica.

Y la respuesta está clara: hay que reflexionar sobre lo que implica hablar de "centro de salud".

Es tarea del grupo que allí trabaja convertirlo en saludable. Sobre todo ha de tomar conciencia de su capacidad para restituir la salud e involucrar a la gente en ese proceso.

Recomendaciones para tratar al paciente

Los médicos necesitan un tiempo para reflexionar sobre la vida del paciente –sus preferencias, conocimientos sobre salud, fatigas e insomnios–, y ayudarle a crear un plan de salud con herramientas accesibles desde el centro de salud, con dieta, ejercicio, fitoterapia, psicología...

Es un arte relacionarse con confianza con el paciente, ayudarle a comprender la enfermedad y su proceso, sentir compasión, hacerle descubrir su potencial de salud y procurarle un espacio que favorezca la restitución espontánea de la salud.