El baile forma parte del ser humano desde que nace. Es intrínseco a aquello que le da vida y forma la base de su existencia: el cuerpo. Supone una manera cercana de relación con el entorno.
Este artículo es una invitación a bailar, a aproximarnos a nuestro cuerpo cuando se mueve rítmicamente y nos sugiere un camino en el cual podemos aprender, comprender y enriquecernos.
¿Por qué nos gusta bailar?
Desde los pequeños electrones, que bailan dibujando figuras alrededor del átomo, al encadenamiento cósmico de las nebulosas; desde los ritmos ordenados de la luz y la electricidad de la atmósfera, hasta las maniobras libres que realizan los corpúsculos en el aire; todo se mueve y baila.
Sea sólida, liquida o gaseosa, toda materia danza.
El baile del universo se ejecuta de las formas más dispares: pulsátiles como el brillo de las estrellas, en espirales como los remolinos, en ondas como el sonido, en filas como las hormigas, girando como la Tierra o formando figuras geométricas como los minerales.
Los seres humanos, por imitación y simpatía, bailamos utilizando las mismas secuencias. El baile es lo que más nos une al resto de la naturaleza, porque el hecho de movemos y conmovernos con el movimiento forma parte de nuestros genes.
A través del baile participamos del cuerpo, y éste pertenece a los fenómenos naturales.
En cuanto bailamos, entramos en el campo energético de la vida misma, el que nutre los árboles, nuestras emociones, sueños y alegrías, el frío invernal y la canícula estival. Y a través de esa penetración y por empatía, compartimos los misterios y milagros de la existencia.
Bailar es, después de andar, la primera forma de arte que los seres humanos efectuamos sobre la tierra. El bebé se contonea feliz al son de la música cuando aún no sabe sostener un lápiz.
En cierto sentido el baile puede considerarse la base de las demás formas de expresión del ser humano.
La música, el canto, la palabra y la poesía existen en el tiempo; la pintura y la escultura en el espacio. Solo la danza vive a la vez en el tiempo y el espacio y consigue ser expresión mientras se produce, capturando aquello que muchos artistas o quienes buscan la espiritualidad se afanan en conseguir: el destello del instante, el momento fugaz al que el pensamiento sólo puede seguir o perseguir, aquel que pasa en la experiencia presente, el irrepetible momento de ahora mismo.
El origen histórico del baile
Se cree que comenzamos a bailar con descargas emocionales. Chispazos entusiastas e inexplicables que pronto formaron parte de los misterios, de la magia y la religión, las cuales en los tiempos prehistóricos eran inseparables.
Cuando estos movimientos liberadores comenzaron a repetirse se transformaron en baile, y se practicaron socialmente para conectar con un más allá desconocido. Al codificarse y repetirse no sólo nos comunicaron con lo sagrado, sino que adquirieron un valor transformador y llevaron al trance, convirtiéndonos de individuos en sujetos sagrados.
Según los primeros testimonios gráficos de que tenemos noticia, el baile como coordinación de movimientos corporales rítmicos rudimentarios aparece al final de la ultima época glacial, entre 10.000 y 15.000 años atrás, si bien puede datar de mucho antes.
Parece emerger en pinturas de la península Ibérica y simultáneamente en África del Sur, como si una parte de la tierra resonara en la otra. Junto a la repetición rítmica, los sonidos producidos por el cuerpo dieron forma a las primeras danzas de invocación.
Con palmadas se llamaba al aire y al cielo, se ahuyentaba a los pájaros, o se convocaba a animales, a seres humanos y por empatía a los fenómenos aéreos que se deseaban.
Con los taconeos o saltos se imprimía un ritmo a la tierra, con el que se la despertaba e invocaba para que fuera fecunda.
A este respecto dice la Ilíada:
"Sobre las planicies de la fecunda tierra
danzaron con presteza; los jóvenes reunidos en círculo
golpearon en cadena la tierra con sus pies.
Y el lugar todo resonó bajo sus saltos."
Las formas de baile: ritmos y pasos
Observando la historia, los bailes se clasifican en pautados y libres.
Los primeros de que existe constancia comienzan con los egipcios y llegan hasta nuestros días en forma de bailes de salón, de danzas alineadas de country y, en las artes escénicas, de ballet clásico o contemporáneo.
Los segundos, desde los tiempos prehistóricos, pasan por los bailes liberadores de la Edad Media (llamados de frenesí como la tarantela o el baile de San Vito), hasta los que se bailan en fiestas o discotecas de nuestros días y a la danza improvisada de las artes escénicas.
Los bailes sociales más elementales de que tenemos noticia se realizan en corro o en fila (procesión) en torno a un símbolo de carácter mágico.
Se invoca a un árbol, a un menhir, a un dios o a un animal alrededor del cual se baila y se van regulando los ritmos, los instrumentos para producirlos (después de palmas y saltos llegaron los palos, las castañuelas... ).
El ser humano siente a través del baile la presencia de la divinidad, la empatía con quienes le rodean y el universo, y la belleza del acto que ejecuta.
Las formas del baile varían según su objetivo y los lugares de donde proceden.
Cada individuo interpreta la danza a su modo, de tal manera que dos bailarines que bailan el mismo baile le imprimen personalidades distintas, dependiendo de la relación y forma del cuerpo de cada uno.
La misma persona, en función de de su estado anímico, puede bailar los mismos pasos de formas diferentes. Pero la necesidad de bailar ha sido siempre la misma: comunicarse con otros o con el más allá para pedir u ofrecer, agradecer o alabar, liberarse y celebrar.
Al bailar recuperamos una tradición de la que somos descendientes y que llevamos en nuestro cuerpo, como las caricias recibidas.
A todas las danzas las une el ritmo porque, como dice el bailarín y coreógrafo ruso Serge Lifar, parafraseando a la Biblia: "Al principio fue el ritmo, todo ha sido hecho con él y sin él nada existe. La observación de los ritmos naturales de la luz del cielo llevó a los seres humanos a aprenderlos... los fenómenos se producen siguiendo un ritmo propio para cada uno".
El ritmo se encuentra en los pies, que a partir del contacto con la fuerza de la gravedad lo transmiten a todo el cuerpo. Para aprender un baile comenzaremos aprendiendo el ritmo y movimiento de los pies y después observaremos la orientación que los bailarines toman en la sala.
Se crean pasos de baile por cualquier motivo: el nacimiento, las nupcias, la consagración religiosa, las ceremonias, la enfermedad, la muerte, un homenaje, la caza, la guerra, la paz, la victoria, la primavera, la cosecha, los banquetes.
Solo el tiempo y los pasos de baile separan a quienes bailan hiphop en nuestras ciudades de las antiguas danzas guerreras; el baile en un concierto de un grupo de pop de las celebraciones religiosas que tenían como objetivo el trance; los seductores bailes latinos (salsa, samba, reggaeton... ) de las sugerentes danzas del vientre; el swing de las danzas africanas; los bailes catárticos de los ritmos hipnóticos de las discotecas; los bailes de reggae consagrados a Jah de las antiguas danzas religiosas... Cambian las formas pero las esencias permanecen.
Beneficios emocionales de bailar
Sonia Klamburg, que ha sido directora de la más importante escuela de danza de Barcelona durante más de 20 años, señala: "Cuando los alumnos comienzan dicen que les hubiera gustado bailar, pero que no sirven, porque no son flexibles, les falta coordinación o cualquier otro pretexto.
Eso supone una percepción equivocada del cuerpo y del baile. Si no le pedimos nada al cuerpo, cada vez lo utilizamos menos y llega un momento en que cualquier cosa parece un gran esfuerzo." Además, si empezamos a bailar, empezaremos a comprobar todos s
- Llegamos a bailar, desde el trabajo, estresados y cansados, pero cuando salimos lo hacemos con más energía: hemos conectado con nuestro poder.
- Al bailar comprendemos que podemos más de lo que imaginábamos.
- Experimentamos que poseemos un cuerpo; al descubrirlo, progresamos como personas, crece la imagen que tenemos de nosotros mismos, los límites físicos del cuerpo cambian, y nuestros recursos mejoran para realizar cualquier otra acción.
- Cuando comenzamos a bailar ocupamos la periferia de nuestro cuerpo y, a medida que vamos bailando, el cuerpo va llenando toda la sala.
- Avanzamos y se manifiesta lo que el cuerpo puede darnos: bienestar, satisfacción y el retorno al centro de equilibrio.
- Este último no solo es responsable de estar sobre un pie y no caerse, sino que es un centro mental, espiritual y vital. Los problemas que fuera de ese centro se magnifican, cuando estamos en él toman otra dimensión que facilita su resolución. El cuerpo va a su ritmo, no puede ir más rápido.
Cómo empezar a bailar
Bailar es algo innato, todos tenemos un ritmo que mueve nuestro cuerpo interior o exteriormente, sea al andar, al respirar o al teclear en el ordenador; forma parte de nuestros genes, que transportan todas las historias de nuestros antepasados.
Existe una inteligencia y memoria intelectuales y una inteligencia y memoria físicas que son distintas. Después de haber aprendido a ir en bicicleta, podemos pasar diez años sin tocarla, y al volver a montar seguimos sabiendo ir en bicicleta. Lo que la memoria física guarda, queda grabado. Al bailar entrenamos y aumentamos esa memoria.
No necesita de herramientas, aditamentos, ni artilugios. Es la forma de manifestación más a mano que tenemos. Todas estas cualidades del baile se resumen en que da gozo y alegría, los cuales son el motor de nuestras vidas.
Bailar es riesgo, improvisación y falta de pautas, y puede dar miedo, pues somos nuestros jueces más temibles.
Para comenzar, pondremos música a un volumen envolvente y caminaremos adelante o atrás a su ritmo, mirando adelante, cambiando de direcciones.
Para vencer el miedo al cuerpo o a la imperfección, vayamos a una sala donde haya gente, y la música y el ritmo nos circunden. ¡El baile y el ritmo son contagiosos!
Es importante mirar adelante al bailar, pues a través de los ojos tomamos las medidas del entorno. Si miramos siempre al suelo, el entorno se reduce a nuestra altura.
Ejercicios para empezar a bailar
Los ejercicios de este artículo se siguen con el típico ritmo de 4x4. Contamos hasta cuatro u ocho y cambiamos a la siguiente posición.
1. Colocarse en posición
Abre las piernas y los brazos, y, con las puntas de los pies y los dedos de las manos apuntando hacia fuera del cuerpo, dobla ligeramente las rodillas hacia los lados. Intenta alinear el cóccix y la cadera con el tronco y las rodillas con los pies. Cuando miramos adelante debemos ver los brazos abiertos por el rabillo del ojo.
Una dificultad añadida es adoptar la misma posición pero de puntillas, primero con un pie, después con el otro y finalmente con los dos.
2. Posición al costado
Desde la posición anterior, damos un giro de 90 grados desde la cadera, de tal forma que mientras dejamos el muslo izquierdo paralelo al suelo, la pantorrilla perpendicular y el pie apoyado sobre el suelo, en la pierna derecha el muslo está perpendicular al suelo, la pantorrilla paralela, el talón va hacia la pantorrilla y el pie se apoya sobre los dedos.
Rebota ligeramente en la posición.
3. Movilizaciones de la cadera
Subimos los brazos, paralelos al cuerpo: las palmas apuntan hacia el techo.
Las piernas se mantienen como en la posición anterior: el pie izquierdo queda apoyado en toda la planta, el pie derecho se apoya sobre los dedos. Las rodillas están ligeramente flexionadas.
Movemos la cadera cuatro veces adelante y atrás alternativamente por cada compás de la música, después cuatro veces a cada lado, para finalmente dar cuatro vueltas en sentido de las agujas del reloj y cuatro en sentido contrario. Cada vuelta debe durar cuatro compases.
Simultáneamente pueden cambiarse los brazos de arriba, en cruz o adelante.
4. Estiramiento de todo el cuerpo
Pasamos con cuatro compases a estirar la pierna derecha y colocar todo el pie derecho en el suelo. El brazo izquierdo se eleva para formar una línea con el tronco y la pierna derecha, que permanece extendida.
Notaremos un estiramiento fuerte en la zona de la pantorrilla derecha. Recoge el vientre en todo momento.
5. Estiramiento del muslo con el tronco vertical
Colocamos el peso sobre la pierna izquierda doblada para deslizar la derecha hacia atrás y adoptar esta posición, con el tronco vertical y las manos sobre el muslo izquierdo.
Toma cuatro compases para adoptar la posición y otros cuatro para hacer un ligero rebote. El abdomen permanece hacia dentro en todo momento.
6. Torsión del tronco
Estirando el tronco hacia abajo y poniendo una mano en el suelo, haz una torsión del tronco hacia la derecha.
Sin mover las piernas puedes hacer la torsión contraria, poniendo el brazo derecho en el suelo y elevando el izquierdo, pero es más difícil. Utiliza también cuatro compases para realizarla.
7. Cruzar las piernas
Desde el ejercicio 6, deja la mano izquierda en el suelo y gira el cuerpo 90 grados hacia la derecha doblando la pierna izquierda en el interior de la derecha, con lo que quedará de espaldas respecto a la posición de la figura 1. Realízalo en cuatro compases.
No dejes que la cadera se desplome hacia atrás. Pon la espalda recta. Cógete la pierna izquierda por debajo de la rodilla con los brazos, sube la pelvis y gira la cabeza a derecha e izquierda, adelante y atrás y en círculo.
8. Abdominales
Abre la pierna derecha y luego la izquierda. Pon tensión en los abdominales en dirección hacia la espalda y coloca la espalda recta. Levanta las piernas abiertas, formando un ángulo obtuso. Ayúdate con las yemas de los dedos de las manos en el suelo o con los antebrazos para incorporarte y apoyarte en el suelo solo con las nalgas. Después cruza la pierna izquierda sobre la derecha. Ahora puedes pasar al ejercicio nº 7, pero con las piernas cambiadas, y de ahí volver progresivamente al nº 1.
Bailar en la era digital
La mecanización de nuestra vida supuso un paso adelante en la relación con el entorno; comenzó el confort, los desplazamientos rápidos, el dominio de la materia, el tiempo de ocio, etc. Pero a cambio, el cuerpo dio un paso atrás. No nos relacionábamos con las materias primas que necesitábamos de manera directa y muchos oficios se alejaron de la naturaleza.
La era de la digitalización acelera la información y la comunicación, pero con ella el cuerpo retrocede otro paso. Apretando un botón compramos un viaje, nos traen comida, observamos el cielo, asistimos a un concierto o vemos una película... Todo ello con una perfección, limpieza y sonoridad que confunde.
Me dice la coreógrafa Montse Colomé que los cantantes y bailarines de hoy se desconciertan con la espontaneidad de la voz humana y la música en directo, porque no repite la misma melodía exactamente como los aparatos.
El cuerpo está diseñado para cargar, cortar árboles, subir una montaña, nadar y realizar movimientos que no le damos oportunidad de hacer a causa de la digitalización.
Lo que por una parte nos ha hecho avanzar, por otra merma la capacidad física. De ese modo llegamos a tener un concepto de nosotros mismos y del cuerpo totalmente equivocado y perdemos abundante información corporal. Al bailar recuperamos estas formas de relación con el cuerpo. Quizá por ello triunfan los bailes en las redes sociales como tik tok, porque nos pone otra vez en movimiento, aunque sea frente a una pantalla.