Suenan los primeros acordes de una canción y casi sin darte cuenta empiezas a moverte al ritmo de la música. Una sonrisa se dibuja en tu rostro. Ese baile te ha aportado algo más que unos minutos de felicidad, porque danzar te ofrece importantes beneficios.

Como profesora de danza, Rous Baltrons ha experimentado en su propia piel las múltiples ventajas que tiene el danzar, algo que ha podido corroborar en las muchas mujeres que se han acercado a sus clases.

En esta entrevista nos explica cómo la depresión, la autoestima o los malestares menstruales pueden mejorar a través de la danza. ¿Puede haber terapia más divertida que el baile?

Entrevista a Rous Baltrons

–Más de 20 años como profesora de danza, ¿qué supone para ti bailar?
–Para mí, bailar es recuperar el equilibrio del cuerpo y el alma de una forma rápida y duradera. Basta con poner música inspiradora y trascender toda vergüenza cuando te mueves.

–¿Cómo te diste cuenta de que la danza podía tener beneficios terapéuticos?
–Con 17 años daba clases a mujeres que ya estaban en sus 40. Me divertía mucho haciéndolo y eso se contagiaba rápidamente.

La música que usaba era muy profunda y a la vez invitaba al movimiento grande, rítmico y constante de nuestras caderas. Movimientos disociados que ponían a prueba la atención y el conocimiento del propio cuerpo. En esos momentos algo pasaba en ellas. Mujeres con sueños truncados, trabajos que no las satisfacían, separadas o con poco interés por sus parejas, insatisfechas con sus cuerpos, de repente tenían nuevas sensaciones, más vitalidad y un nuevo despertar de la libido.

Las clases eran su refugio y ahí se sentían seductoras, comprometidas con ellas mismas, fuertes físicamente y más templadas en sus crisis existenciales.

Fue todo un proceso para mí entender realmente lo que estaba pasando y descubrir cómo poder hacerlo constante en el día a día, no solo dentro de la sala de danza. Unos años más tarde empecé a estudiar Ayurveda y a cursar el posgrado en medicina, eso me ayudó mucho a poner nombre a lo que nos sucedía en el cuerpo y la basta tecnología que tienen estos movimientos.

–¿Frente a qué problemas dirías que es efectiva ?
–Movernos cada día con conciencia nos aporta múltiples beneficios físicos y psicológicos como: el desarrollo de la atención plena, un aumento considerable de la autoestima y una mayor capacidad de resolución de conflictos, la disminución de nuestros miedos y una conexión profunda con la feminidad desde el propio empoderamiento y comprensión de las propias necesidades, algo tan relegado a un último plano en las mujeres.

Y si hablamos de problemas tratados directamente con la danza que yo practico y comparto, los más notorios, y los que más destacan las mujeres en sus testimonios, son la reducción o la desaparición de cualquier malestar relacionado con la menstruación –incluso los dolores premenstruales–, gracias al equilibrio hormonal y la estimulación del útero y los ovarios con las presiones profundas, así como la regulación del ciclo y la falta de vitalidad.

De la misma manera, también se aborda todo lo relacionado con este tema: reducción de quistes, miomas, paliar el dolor de la endometriosis, regular la cantidad del sangrado, cólicos, extrema tristeza...

–Así que la danza y la menstruación están relacionadas…
–Totalmente. Al danzar haciendo énfasis en nuestro vientre, pelvis y cadera se logran relajar los posibles cólicos premenstruales y nos hace tomar más conciencia de nuestro útero y ovarios, especialmente en los días de nuestro sangrado.

Esta atención también nos permite identificar claramente cada fase del ciclo, en función de los cambios de sensaciones, presiones y tamaño, lo que es una bendición porque nos posibilita comprender las emociones vinculadas, desmitificando los tabúes, mentiras y maldiciones que nos han contado sobre la menstruación.

Al reducir considerablemente los dolores asociados a este momento del ciclo podemos incluso disfrutar de nuestro sangrado, encontrando en él el mejor momento para descansar y cuidarnos sin culpa.

–Ante la depresión, ¿cómo influye?
–Está más que demostrado que las mujeres sufrimos tres veces más depresiones que los hombres, tal vez porque las mujeres vamos más a terapia y desde ahí somos derivadas a profesionales de la salud mental…

Sin embargo, no se tiene en cuenta la influencia del ciclo menstrual ni de la menopausia en nuestros cambios de estado anímico. Todo esto tiene un componente hormonal y otro de género pero, al no ser observado, somos diagnosticadas con depresión, ansiedad, ataques de pánico...

Una vez se empieza a danzar desde ese lugar físico y espiritual a la vez, a reconocer la energía de cada músculo que se mueve y a conectar así la mente con el cuerpo, las mujeres que han debutado en la depresión sienten una mejora, según dicen, casi mágica e increíble.

Los pensamientos positivos empiezan a coger fuerza y vivir, siendo mujer en un mundo de hombres, vuelve a recobrar sentido, adquiriendo la fuerza necesaria para reclamar nuestro lugar, el respeto y los espacios innegociables de autocuidado y diversión, sin ninguna sensación de culpa.


–¿Y en casos de baja autoestima?
–Como decía antes, ganar autoestima es otro de los efectos más destacados. Con la danza podemos movilizar todo aquello que está enquistado y que ya no nos hace bien. Mi propuesta, con patrones muy claros de movimiento en nuestro cuerpo femenino, genera cambios en la estructura neuronal, uniendo la comprensión cognitiva con la experiencia personal.

Por ejemplo, uno de los ejercicios que más incide sobre la autoestima es el círculo interno que implica pelvis, cadera y abdomen con una presión medio/alta, ya que incide directamente en nuestros ovarios, útero y diafragma regulando así nuestras glándulas gónadas, que son las responsables de la secreción de las principales hormonas sexuales femeninas, como los estrógenos y la progesterona. Este mismo ejercicio estimula las suprarrenales, situadas sobre nuestros riñones, responsables de segregar la adrenalina y el cortisol.

El movimiento del círculo interno también actúa sobre el sistema nervioso parasimpático, proporcionando relajación, bienestar, reducción del estrés oxidativo, buen descanso y reparación de los órganos.
Energéticamente estamos trabajando los tres chakras inferiores, equilibrándolos y haciendo que no sintamos seguras, fuertes, seductoras, vitales y activas. De ahí la relación directa de este movimiento con el aumento de la autoestima.

–¿Cuáles has experimentado en tu propia piel?
–Toda la fuerza que tengo es precisamente porque bailo así, teniendo en cuenta la importancia del conocimiento de nuestro cuerpo y sus funciones fisiológicas para luego aplicarlo en cada movimiento al practicar danzas tan antiguas como la del vientre o las africanas.

Mi vitalidad, autoestima y constante creatividad me han permitido superar con éxito cualquier contratiempo u obstáculo que se han presentado en la vida, que no han sido pocos.


–¿Solo pueden disfrutar de estas ventajas las mujeres?
–A nivel fisiológico, y solo teniendo en cuenta la danza que yo he creado, sí, porque su estructura la diseñé para nosotras, para que podamos vivir con dignidad en nuestro cuerpo de mujer, aceptando nuestras fases y etapas de cambio que vienen marcadas por nuestro ciclo menstrual y por el hecho de ser creadoras de vida, con todo lo que esto conlleva: cambios hormonales, emocionales y fuertes estragos en nuestro cuerpo, donde nuestra mente y emociones se ven claramente afectadas.

No obstante, el resultado no solo lo disfrutamos nosotras, sino que los hombres se ven altamente beneficiados de nuestros cambios. Cuando las mujeres nos sentimos bien en nuestro cuerpo y entendemos nuestras emociones, las relaciones son más plenas, quitando la responsabilidad sobre nuestro bienestar al hombre o a cualquier persona de nuestro entorno.

–¿Consideras que toda danza sirve para empoderar a la mujer o solo algunas clases en concreto?
–En absoluto. De hecho, yo personalmente creo y sé, porque lo he vivido en primera persona, que muchas de las danzas que van dirigidas a las mujeres, y algunas muy clásicas como la propia danza del vientre, promueven la competencia y las comparaciones, alejándonos del amor a nuestro propio cuerpo por tener que encajar en cánones de estética que a veces nosotras mismas nos autoimponemos al querer alcanzar perfiles que, a priori, pueden parecer más aceptados socialmente. Cuerpos esbeltos, totalmente depilados, pieles perfectas…

Hoy en día, hay mujeres que me siguen preguntando si pueden venir a danzar teniendo sobrepeso, si les falta un brazo o llevan gafas. Eso me entristece enormemente porque significa que el mensaje que llega a través de ciertas danzas sigue siendo excluyente para algunos perfiles de mujeres reales.

–¿Hacerlo en casa libremente ejercería igualmente un beneficio sobre nuestra salud mental?
–¡Bailar siempre es beneficioso para la salud física y mental! Lo que sucede cuando lo hacemos libremente es que siempre acabamos reproduciendo los mismos movimientos, estimulando los mismos músculos y repitiendo patrones de recorrido.

Todo el mundo hemos podido sentir el placer de poner la música a todo volumen y danzar por casa como si nadie nos estuviese viendo. Disfrutar realmente de ello hace que estemos más felices y de buen humor.

La cuestión es que esto solo pasa muy de vez en cuando. Adquirir una rutina para hacer de la danza un hábito saludable (sin intención de subir a ningún escenario ni ser una excelente bailarina) es lo que realmente nos conecta al bienestar perenne en nuestro día.

Mujer bailando al atardecer

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–Bailar, en todas sus versiones, requiere dejarse llevar, transformar lo q escuchas y sientes en movimiento, pero no siempre es fácil... ¿Cómo se pueden romper esas barreras?
–Si nos fijamos en la historia del mundo, la danza es una forma de expresión utilizada universalmente para celebrar la vida. Teniendo esto en cuenta, debemos recordar que esta capacidad para expresarnos, conectar con nuestro interior y dejarnos llevar por la música y el movimiento es innata al ser humano. Solo da un paso. Pon la música que te guste, cierra los ojos, respira profundo y déjate llevar. Lo mejor de todo es que ahí reside tu poder: esto solo lo puedes hacer tú.

–Seguro que algunas de las mujeres que están leyendo esta entrevista se consideras arrítmicas, con dificultades de coordinación… ¿qué les dirías?
–Yo les digo que eso se entrena, que gran parte de esa descoordinación y falta de ritmo muchas veces vienen dadas por la falta de conocimiento y experimentación con el propio cuerpo. También hay muchas mujeres con dificultades de lateralidad influenciada por los hemisferios del cerebro.

La práctica constante de movimientos repetitivos, que producen fuertes impactos en nuestro cuerpo y en los impulsos eléctricos que van a nuestro cerebro, ayudan a conseguir una mayor coordinación y sentido del ritmo.
No solo en la danza, sino en la propia vida.