Los orientales llaman a la primavera el "primer movimiento". Es la estación del renacer y la energía se abre y expande en plenitud. Todo brota y evoca vitalidad.
Pero este arrebatamiento de la energía no deja a nadie indiferente. Hay quienes reciben la estación de buen grado y quienes lo hacen con dificultad, por ejemplo con astenia.
Lo que comemos y el modo en que lo transformamos influye en los procesos fisiológicos y en nuestro estado de ánimo. La selección y la combinación de alimentos, así como las técnicas culinarias elegidas para prepararlos, hacen que nos podamos sentir alegres o tristes, preocupados o resolutivos, con miedo o valentía.
Y según la estación del año y cómo nos sintamos unas opciones serán más aconsejables que otras para cuidar de nuestra salud y sentirnos bien.
La dietética energética, así como las demás disciplinas terapéuticas orientales, lo explican con la teoría de los 5 elementos. Aceptan que existe un sistema ancestral de regulación que gobierna nuestra salud física, mental y emocional en relación con el entorno, y en el que la alimentación juega un papel clave.
En definitiva, somos lo que comemos pero también la forma como nos relacionamos con nuestro entorno: el estilo de vida que llevamos determina cómo nos sentimos.
Alimentos y emociones, una influencia mutua
Las emociones reflejan nuestro clima interno, o sea, el funcionamiento de órganos y vísceras, pero también sucede al revés: el cuerpo físico influye en la regulación de las emociones, a las que a su vez afecta el clima externo.
En primavera, por ejemplo, los días se alargan: la luz solar nos despierta temprano y nos hace estar activos hasta más tarde. Si funcionan bien el hígado y la vesícula biliar –órgano y víscera asociados a esta estación y al elemento "madera"–, tendremos buena capacidad de planificación, paciencia y serenidad, claridad mental y flexibilidad.
Si esos órganos están saturados –por un exceso de grasas de mala calidad, proteína animal, refinados y toxinas en general–, es posible que no tengamos las ideas claras y nos sintamos inquietos, irritables e inflexibles. Habrá frustración y, a la larga, surgirá rabia, la emoción que indica un desequilibrio hepatobiliar.
Así sucede con las demás emociones en positivo o en negativo, en relación con otros órganos y elementos.
¡Prepárate para recibir la primavera!
Las estaciones, desde un punto de vista energético, no empiezan justo cuando indica el calendario astronómico, sino unos 18 días antes. En este periodo vamos cambiando poco a poco nuestra alimentación y la manera de cocinar.
En el Mediterráneo, los cerezos en flor nos indican que la primavera está llegando.
En esa transición se reducen paulatinamente los platos de cuchara, horneados, fritos u otros platos contundentes y muy calóricos para introducir más alimentos verdes, ricos en clorofila, y germinados.
Se enfatizan también las temperaturas templadas en las elaboraciones, como los escaldados, el vapor o las ensaladas prensadas.
Potenciamos asimismo el sabor ácido, que ayuda a movilizar el hígado y metabolizar las grasas. La primavera es energía en expansión que anima al hígado y a la vesícula biliar a expulsar toxinas. Es el momento idóneo para realizar una dieta depurativa o un ayuno.
Limpiar, poner orden y hacer proyectos
Hígado y vesícula sufren se ven afectados por los excesos con la comida, el estrés, la frustración y las emociones no expresadas. En la sociedad actual, es habitual que estén congestionados, tanto por la cantidad de toxinas que gestionan como por el exceso de tareas e información a que estamos expuestos.
Si el hígado está muy estancado, se depositan sedimentos en la bilis y la vesícula se vuelve deficiente. Los síntomas son indigestión, gases, dolores en el abdomen, tensión de hombros, sabor amargo en la boca y dolor de pecho.
Las emociones negativas que se suelen asociar a la saturación de hígado y vesícula son la irritabilidad, envidia, falta de confianza, ira y agresividad. Un hígado sano nos ayuda a marcarnos objetivos, estar ágiles y relacionarnos con otros de modo flexible y en positivo.
La naturaleza se despierta en esta época y nuestras emociones también. Hay que escuchar nuestro interior y ver cómo nos sentimos.
La primavera es, por tanto, momento de abrir, limpiar y depurar para ayudar al hígado y la vesícula, pero también de dar un buen empuje a nuestros proyectos y sueños de forma asertiva y organizada. Los días más largos nos invitan a renovarnos.
La cocina sana y natural, con una selección adecuada de los alimentos, nos puede acompañar y ayudar a lograrlo.
Cocinando en primavera
La transformación de la naturaleza se equilibra con una alimentación más ligera y refrescante, pero aún templada. Nuestro apetito disminuye y el cuerpo se deshace de residuos de alimentos y deseos excesivos.
De manera natural, se come menos e incluso se puede ayunar o hacer una dieta más estricta para ayudar al cuerpo a limpiarse del exceso de grasas y de la alimentación más concentrada del invierno.
Para aprovechar la primavera como estación de depuración, debemos enfatizar los alimentos más yin, es decir, expansivos, ascendentes y ligeros: germinados y brotes, plantas silvestres y variedad de hojas verdes.
Conviene reducir el uso de alimentos salados como la salsa de soja, el miso, y la carne, que descienden la energía. También podemos crear una primavera dentro de nosotros combinando en la mesa los sabores ácidos con los dulces naturales.
La preparación de los alimentos se vuelve más simple. Es recomendable aumentar ligeramente el consumo de alimentos crudos y germinados acompañando con actividad física en el exterior.
Las personas con debilidad digestiva deben moderar el consumo de alimentos crudos y optar mejor por cocciones ligeras como el vapor, salteados cortos y alimentos macerados o prensados, que refrescan y a su vez resultan más digeribles. Lo ideal es ir combinando estos tipos diferentes de cocción, equilibrando según las necesidades de nuestro cuerpo y del clima.
Cuida tu hígado
Para disfrutar de un hígado sano en primavera y el resto del año, siempre es más importante lo que se elimina que lo que se introduce. Destierra las grasas de mala calidad, presentes en casi todos los alimentos procesados, el azúcar refinado, harinas y cereales no integrales y los cereales del desayuno.
Evita también alcohol, bebidas con gas y zumos envasados.
Hay complementos naturales y determinados alimentos que ayudan a regenerar el hígado y sus funciones. La raíz de kuzu es una de las que usa la medicina china. Reequilibra la flora intestinal y se indica en dolores de cabeza, alergias, estreñimiento o diarrea.
Los frutos rojos aportan antioxidantes, vitamina C y minerales esenciales para un buen funcionamiento y regeneración del hígado. Cómpralos ecológicos para evitar plaguicidas.
La cúrcuma es otra raíz medicinal que se puede utilizar como condimento, muy eficaz para ayudar al hígado a regenerarse. Antioxidante y antiinflamatoria, ayuda a la digestión de las proteínas, evita las flatulencias y favorece la eliminación de toxinas, entre otras muchas virtudes. Combínala con pimienta negra o jengibre.
No olvidemos que el color que más le gusta al hígado es el verde, que indica riqueza de clorofila. Laa algas espirulina y chlorella son superalimentos con un gran valor nutritivo, detoxificantes y muy aconsejables en primavera.
Más conectados
Se trata, en definitiva, de reaprender a conectarse con la naturaleza y con uno mismo.
Apostar por una alimentación basada en vegetales, libres de pesticidas y sin procesar. Tomar cereales integrales, legumbres, semillas, frutos secos y algas marinas, todos los días. Condimentar con hierbas, especias y sal marina. Utilizar aceites de calidad y comer frutas ecológicas y de temporada.
Apostar por una dieta equilibrada y natural ayudará a sentirse más vital. Todas las funciones biológicas lo agradecerán, mejorará el modo como se viven las emociones y será posible disfrutar de relaciones sanas y amables con el entorno y los demás.