Pocas veces me había parado a pensar en que tenía que ejercitar los hombros. La inspiración me llegó cuando, al ir a realizar un movimiento con ellos, de repente apareció el dolor. Una articulación que yo consideraba capaz de moverse en todas direcciones de pronto me avisaba de que tiene límites.

Sobre mi hombro han caído pesos, con él he levantado y cargado objetos, lo he arrimado para empujar, se ha golpeado, luxado y estirado, y se ha contraído de dolor tanto físico como psicológico, señalándome sus límites en el movimiento y en la postura.

Encuentra las claves para dejar de somatizar en el siguiente vídeo.

 

En el lenguaje coloquial, el hombro nos sirve para arrimarlo a otros y ofrecer nuestra colaboración; para encogerse de hombros cuando somos indiferentes; y para mirar por encima o por debajo en señal de desprecio o sumisión. Su movimiento tiene una perspectiva psicológica además de física.

El diseño de la articulación permite moverla en todas las direcciones. Los hombros son fuertes y flexibles: permiten lanzar con fuerza y velocidad una pelota de béisbol o de tenis, o lanzar con ligereza un huevo al aire y recogerlo suavemente sin que se rompa.

 

El cuidado de nuestros hombros

Pero también sobre el hombro caen cada día las cargas pesadas, los agarres y los apoyos para sobrevivir, los golpes, las caídas, las malas posturas con el ratón del ordenador y los reveses de la vida. Cuando repasamos los ligamentos, las cápsulas, los músculos, los tendones que rodean la articulación del hombro, vemos que no solo tiene límites físicos, sino también psicológicos.

Cuando se intenta sobrepasarlos, los pectorales se agarran y comprimen el pecho, lo que genera angustia y opresión.

¿Cuántas veces hemos tenido que encoger y permanecer encogidos de hombros, nos ha faltado expresividad para movernos por la vida o hemos tenido miedo a expresar los sentimientos que salen del pecho, las contracturas, los temores, las humillaciones que nos impidieron la libertad de movimiento?

Nuestros hombros pueden haber soportado caídas, luxaciones, lesiones musculares, periartritis, bursitis y ofensas. De todo ello se habrán recuperado y habrán salido airosos, o más bien se habrán mantenido como han podido, pero el simple hecho de pensar en ellos, de saber que podemos cuidarlos e incluso rehabilitarlos, nos pone en una disposición de mejora física, psicológica y social de posibilidades enormes.

 

Cómo destensionar los hombros

Para poder arrimar el hombro, es decir, para colaborar, primero hay que saber dónde están los límites del propio hombro. Todos los días son buenos para recuperar los hombros, conocer sus límites, saber llegar a ellos y, sin provocar dolor, buscar la mejor forma de moverlos para recuperar toda su movilidad, todo su potencial físico, psicológico y social.

 

  • Movimientos rotacionales. Haz un movimiento rotacional de la articulación del hombro. Primero realiza 5 rotaciones en un sentido y después invierte el movimiento y para hacer la rotación hacia el otro sentido. Puedes mover los dos hombros a la vez o mover primero un hombro y después el otro.
  • Tensar y destensar. Encoge los hombros, tensa y luego relaja.
  • Aplica agua para relajar. Dirige un chorro de agua hacia la zona dolorida. Empieza por los pies llegando a la cadera, para continuar por la mano y el brazo hasta el hombro, quédate unos segundos ahí y desciende.

Cómo librarnos del estrés que causa contracturas

Frente al estrés hay muchas cosas que podemos hacer. Estas tres te ayudarán a abordar el problema desde la base, fortaleciendo tu actitud frente a las situaciones estresante y preparando a tu organismo para afrontarlo de otra manera:

1. Aceptar la fragilidad y cultivar la confianza

La confianza en uno mismo permite ganar serenidad y equilibrio emocional.

  • El sentido de la fragilidad. La fragilidad es una de las cualidades de la existencia humana. Sentirse frágil suele ser un desencadenante de la tensión y la ansiedad. El presente es fugaz y por tanto una situación estresante también puede ser pasajera, convirtiéndose en suave caricia o efímero soplo de viento que advierte de que estamos vivos. Aceptar la fragilidad nos hace más auténticos y nos recuerda esa necesaria disposición para volver a levantarse una y otra vez.

 

 

  • Creer en uno mismo. Confiar en uno mismo significa tener plena consciencia de que existen alternativas frente al desánimo y las tensiones. La confianza regala esa oportunidad única para "despertar" a una nueva vida. De la misma forma que la naturaleza fluye, el hombre debe sentirse acompañado por su propia confianza para aceptar la inseguridad. Si se enfrentan las situaciones desagradables con resentimiento nunca se encontrará una salida al laberinto.

2. Vitaminas y minerales que ayudan a ganar serenidad

  • Vitaminas del grupo B. El organismo consume más vitaminas del grupo B cuando está estresado. Están presentes en los cereales integrales, frutos secos y verduras de hoja verde (ácido fólico).
  • Vitamina C. Cuando los niveles de adrenalina se elevan se requiere mayor cantidad de vitamina C. Se encuentra en naranjas, limones, kiwis, verduras de hoja verde (sobre todo crudas), pimientos y tomates.
  • Vitamina E. Es otro antioxidante que disminuye los efectos de los radicales libres que agotan el organismo. Se halla en los frutos secos sin tostar, aceite virgen de oliva, aguacate y pipas de girasol y calabaza.

 

  • Magnesio. El magnesio actúa como relajante del sistema nervioso. Cuando sus niveles son bajos, el cuerpo libera hormonas relacionadas con el estrés. Son ricos en magnesio las legumbres, el plátano y las espinacas.

El contacto con la naturaleza ayuda a fortalecer la salud física y emocional y mejora la capacidad para sobrellevar el estrés y la desesperanza.

3. Otros antídotos eficaces contra el estrés

Tres gestos útiles para desprenderse de los pensamientos negativos.

  • Impulsar el optimismo. Cultivar el buen humor, la risa o la sonrisa son formas de descargar la tensión y restaurar el equilibrio. Se trata de aprender a reírse de las interpretaciones que hace nuestra mente de la realidad y ejercitarse en mirar la situación desde otra perspectiva.
  • Cantar a menudo. Deberíamos cantar más, y es que, cuando se canta, el ritmo cardiaco se incrementa y disminuye el estrés bajo el efecto de la melodía y el ritmo musical. La música actúa sobre el corazón a través del nervio vago, que relaciona el timbre de la voz con las emociones y la comunicación con los demás. Tararear una melodía o repetirla como un mantra puede tener un efecto similar al yoga.
  • Visualizar. La visualización de distintas escenas naturales es una ayuda en la recuperación del estrés. Si estos estímulos visuales se acompañan de estímulos auditivos naturales, la recuperación del estado de ánimo es aún mayor y mucho más fructífera.