Cada día, desde el gris oscuro de la noche, el amanecer se va abriendo entre el canto de los pájaros con un abanico de colores. Las ondas de energía del color se hacen visibles a nuestros ojos como un arco iris, como una paleta de colores entre los que podemos elegir para mejorar nuestra salud.

Al percibir la energía de los colores, en nuestro cerebro tiene lugar una gran transformación hormonal. Esta se repite cíclicamente cada día al sucederse la oscuridad y la luz.

Los cambios de color en la naturaleza, con el paso de los días y las noches, modifican nuestras hormonas e influyen en nuestra salud.

Se producen también cambios en las plantas y en la atmósfera: aumenta el oxígeno y disminuye el dióxido de carbono.

Los usos terapéuticos del color

La admiración ante cómo pueden los colores mejorar la salud ha estado presente en muchos sistemas médicos. Lo utilizaron los egipcios, los indios en la medicina ayurvédica, la antigua Grecia…

Hoy la cromoterapia va mucho más allá. Se entiende ya como un método que utiliza el espectro visible de la radiación electromagnética (es decir, los colores) para curar enfermedades.

Tienen múltiples aplicaciones:

  • Trastornos emocionales: Con el espectro completo de la luz se tratan el desorden afectivo estacional, la anorexia, la bulimia, el insomnio, el desfase horario, las drogodependencias…
  • Trastornos físicos: La luz azul se emplea en quemaduras y afecciones pulmonares. Se ha utilizado también la foto-activación de la hipericina para destruir algunos tipos de cándidas. Y existe la terapia fotodinámica (PDT), que usa productos químicos fotosensibles que solo se acumulan en células cancerosas; se identifican las células con luz ultravioleta y se activan los productos con luz roja para destruirlas.
  • Investigación médica: La cromatografía permite analizar sustancias en plantas y alimentos que actúan como reguladores o como medicamentos: clorofila, carotenos, retinoles, resveratrol…
  • Rendimiento deportivo: Otra aplicación muy actual de la cromoterapia es la de mejorar el rendimiento de los atletas: la luz roja les ayuda cuando necesitan ráfagas cortas y rápidas de energía; la luz azul, en actuaciones que requieren energía estable.
  • Por los efectos relajantes: En comparación con la luz roja, la luz rosa tiene un efecto calmante y tranquilizante poco después de la exposición: suprime el comportamiento hostil, agresivo y ansioso. El amarillo se debe evitar en ese contexto, ya que resulta estimulante.

La terapia del color ha sido ignorada y descuidada en la medicina actual, como lo han sido el encanto, la belleza, el sabor, la ternura… Faltan trabajos científicos que relacionen la medicina con las matemáticas ópticas, pero su estudio puede llevar a comprender mejor y utilizar el potencial del color en nuestra vida para hacerla más feliz y saludable.

Un consejo final

Llevará tiempo demostrar científicamente las aplicaciones terapéuticas del color. Por lo pronto hay abiertos caminos de estudio. Podemos aplicar el propio gusto en la elección de ambientes, alimentos, vestidos, pinturas, luces… y optar por los colores con los que mejor nos sintamos.