Una infección hospitalaria casi acaba con su vida. Esta experiencia llevó al profesor de Psicología Steve Taylor a un camino espiritual que le ha traído paz:

"No vivo en un estado de éxtasis permanente, pero siento dentro de mí un estado de bienestar al que regreso con facilidad, aunque atraviese dificultades"

Con libros como La caída o Salir de la oscuridad, es hoy una referencia mundial en psicología y trascendencia.

—¿Cómo un psicólogo empieza a interesarse por la espiritualidad?
—No creo que puedas estudiar psicología sin adentrarte en la espiritualidad, porque ambas forman parte de la mente humana.

Muchos psicólogos se centran en resolver los problemas psicológicos, descartando la espiritualidad; sin embargo, cuando la excluyen, apartan los aspectos más positivos de la naturaleza humana.

Estamos siendo educados en términos muy materialistas: tenemos que ser exitosos, ricos, cumplir objetivos… y menospreciamos aquello que podría proporcionarnos felicidad.

Steve Taylor nos aconseja conectar para ser feliz

—En La caída dice que perdimos la conexión con el universo al surgir el ego, hace 6.000 años. ¿Éramos más felices entonces?
—Sí, porque la mayor parte de sensaciones de infelicidad surgen de vivirse como un ente separado del mundo, aislado de la naturaleza y de los demás.

La sensación de desconexión, fragmentación e incompletitud constituye una de las mayores fuentes de infelicidad.

En contraste, cuando sientes que eres parte del universo entero y trasciendes la sensación de separación, desaparecen la ansiedad y los conflictos.

Estos no son más que el resultado de sentirse incompleto, lo que desencadena deseos de acumular riquezas, poder y de dominar a otras personas.

—¿Cómo se vivía antes de la "caída"?
—Los seres humanos nos sentíamos vinculados con los demás, con la comunidad, con la naturaleza y con una fuerza espiritual cuya presencia se percibía en todo el universo.

Este vínculo se reproducía a todos los niveles y en las relaciones con los demás, con la naturaleza…

Hay un montón de evidencias antropológicas que confirman que la guerra no es el estado natural del hombre.

Al contrario: la guerra llegó tarde en la historia de la humanidad, por los cambios psicológicos derivados de la "caída", así como del desarrollo de la agricultura y la ganadería, que nos llevan a acumular tierra y propiedades.

—A pesar de todo, asegura que los seres humanos hemos incrementado nuestra conciencia…
—Es difícil detectar estos cambios positivos porque suceden muy lentamente.

De hecho, nada parece demasiado prometedor con Donald Trump al frente de Estados Unidos y con una Europa moviéndose hacia la derecha…

Pero en las sociedades humanas ha habido un aumento de la empatía y de la compasión que empezó en el siglo XVIII, con los movimientos contra la esclavitud, por la igualdad de los derechos de la mujer.

Y, más adelante, con aquellos a favor de los derechos de los animales, a favor de un mejor trato para los criminales…

Y el proceso sigue en marcha, hasta que en el siglo XX empieza a florecer una actitud más abierta con el cuerpo y la sexualidad, se vive una mayor conexión con la naturaleza y una mayor preocupación por el medio ambiente.

La vida cambia tras el despertar espiritual

—¿El despertar espiritual requiere vaciarse de lo que uno es o cree ser?
—El vacío es una condición para que pueda nacer algo nuevo y producirse una transformación.

Por eso, la muerte es un gran despertador. Muchas personas que han vivido una experiencia de transformación han tenido experiencias cercanas a la muerte.

De repente, perciben la vida como algo muy valioso.

—¿Cómo cambia tu vida tras un despertar de este tipo?
—Ya no malgastas el tiempo pensando en el pasado, aprecias la belleza de vivir el momento y adquieres una nueva perspectiva donde el amor, la compasión, la amabilidad y la creatividad son más importantes que triunfar en tu carrera.

Cuando experimentas un estado de despertar o iluminación te das cuenta de que el estado habitual del ser humano es un estado constreñido, regido por una conciencia limitada, mientras que, en este nuevo estado, percibes lo que te rodea con más intensidad, más belleza, y te parece más real.

—De todas las personas que ha conocido y que han experimentado esta transformación, ¿quién le ha impresionado más?
—Michael Hutchison. Es un escritor que quedó paralítico al resbalar mientras corría.

No podía escribir, ni salir a correr, ni hacer el amor. Por si fuera poco, como estaba en Estados Unidos, tuvo problemas con su seguro médico y los gastos que había ocasionado el accidente.

Estaba en un estado de depresión muy profunda, cuando una mañana, en la ducha, oyó una voz dentro de él que le decía: "¿Por qué luchas contra esta situación? Simplemente, tira adelante. Acéptala".

Se dijo: "De acuerdo, ya no me resisto más". Y algo se liberó dentro de él, emergiendo una sensación de bienestar que le llenó.

—¿Cuál es la lección que podemos sacar de ello?
—La aceptación es la gran lección. A todas las personas la transformación les ha llegado en el momento en el que aceptan su situación.

"A lo largo de la vida todos padecemos en algún momento un intenso sufrimiento, y el hecho de que algunos experimentemos una transformación y otros solo el dolor depende de la actitud y la aceptación"

Si aceptas tu sufrimiento, se convierte en algo transformador.

—¿Cómo aceptar el sufrimiento?
—El sufrimiento reside en la superficie.

Es como un oleaje, a veces las olas parecen picadas, pero debajo subyace un lugar lleno de paz que uno puede alcanzar al bucear dentro de sí.

Dentro de cada uno existe un espacio tranquilo y en calma, en el que siempre reina la armonía. Aparece cuando conseguimos parar y aquietar la mente. La armonía forma parte de nuestra auténtica naturaleza.

—¿Ha conocido muchas experiencias de despertar espiritual?
—Cuando escribí mi libro Salir de la oscuridad, conocí a muchas personas que habían tocado fondo y justo al romperse el antiguo ser pudo emerger uno completamente nuevo: de la oruga surge la mariposa.

Cuando te dicen, por ejemplo, que vas a morir, las posesiones, el éxito y cualquier apego psicológico estrechamente vinculado al ego pierde valor.

El ego se rompe, aparece el vacío y puede emerger un ser superior en ese espacio interno que se ha creado.

Vivir sin ego

—Pero ¿cómo vivir nuestra vida o manejarse sin ego en el día a día?
—El ego es una determinada organización de tu mente, te da una identidad y una capacidad para funcionar, y es útil hasta cierto punto.

En el día a día, tienes que trabajar, cuidar a los niños, relacionarte, tomar decisiones… y el ego te ayuda a hacer todo esto, es una herramienta psicológica importante.

El problema es que ocupe todo el espacio sin dejar lugar para que fluyan la creatividad, la espiritualidad y el altruismo. Solo cuando se mantiene el ego pequeño, podemos sentir que existe algo superior a nosotros que nos trasciende.

—¿Y cómo podemos vencer al ego?
—El altruismo es una gran práctica espiritual.

Cuando dedicas tiempo a ayudar a los demás, llegas a percibir que algo más poderoso actúa a través de ti.

También recomiendo la meditación, es muy efectiva para abrirse a la espiritualidad y vivir más el presente.

Estar en contacto con la naturaleza, nadar y correr son prácticas que también se convierten en una especie de meditación, así como ser amables o servir a la comunidad.

—¿Se trata de salir de la prisión que es nuestra cabeza?
—A menudo nos identificamos sólo con nuestros carencias, defectos y errores.

Muchas depresiones están originadas por los pensamientos negativos que la persona tiene de sí misma, sobre la gente o el futuro.

Hay un punto en nuestro desarrollo como seres humanos que debemos darnos cuenta de que no tenemos por qué creer en la verdad de estos pensamientos ni que correspondan a una auténtica realidad.

Se trata de observarlos como si estuviéramos sentados viendo fluir un río desde un banco situado en la orilla. Puedes ver cómo van y vienen las olas sin dejarte arrastrar por la corriente.

Se trata de pensar en tus errores para corregirlos, pero con distancia. Puedes pensar: "¿Oh, es esto verdad?". Y si lo es, aceptarlo y enmendarlo.

"Cuando observas los pensamientos te das cuenta que un 90% no tiene ningún sentido, son más bien compulsivos y el resultado de asociaciones involuntarias"

Es decir, mejor no creer en ellos hasta haberlos analizado bien. Es como tener una televisión en la habitación a bajo volumen: no tienes que escucharla, tienes que mirarla.

Notarás una gran diferencia en tu vida. Serás más estable y te afectará menos el día a día.

Pensar puede constituir un terrible problema cuando no puedes parar de hacerlo, al igual que la autocrítica cuando se convierte en algo compulsivo.

Muchas personas se critican a sí mismas continuamente y diciéndose lo mal que lo hacen todo y se auto-analizan de forma constante. Esto lleva a la negatividad, la culpabilidad y la ansiedad.

—El maestro espiritual Eckhart Tolle dice que la vida nos trae y nos da lo que necesitamos. ¿Estás de acuerdo?
—Sí. Pero siempre que reacciones de la forma correcta.

Si sufres un accidente, puedes decirte: "Es cruel. No es lo que necesito". O aceptarlo y utilizar esa dificultad para crecer.

Los retos son muy importantes para nuestro desarrollo. Todos queremos una vida fácil y confortable, pero nos desarrollamos cuando la vida nos reta.

—Habla del cerebro como una especie de radio receptora…
—Mucha gente cree que el cerebro produce la conciencia gracias a las conexiones neuronales de las cuales resultan sentimientos y pensamientos.

Pero para mí tiene más sentido que contemplar la conciencia como algo fundamentado en el universo, en una fuerza que está en todas partes y en todo y existe desde el principio de los tiempos como la gravedad.

Para mí todo el universo tiene conciencia, no sólo el cerebro humano, sino el cerebro de cada animal, el sistema nervioso de cualquier ser o planta y su función es sintonizar con la fuerza universal de esa conciencia universal hasta convertirla en una conciencia individual.

"¿Qué si creo en Dios? No creo en un dios omnipotente que vigila el mundo y controla todos los acontecimientos. Pero siento que el universo está regido por una especie de fuerza espiritual que lo impregna todo"

Y nuestro cerebro recibe esta fuerza convirtiéndonos en lo que somos. Esa misma fuerza habita cada animal y planta.

Por eso sentimos compasión y somos capaces de sentir una conexión con todo el universo, ya que todos compartimos la misma esencia.

Y experimentar esa sensación de unión con esa fuerza espiritual nos permite llegar a hacer las paces con la muerte: si sientes en ti la fuerza de esta esencia, entiendes que tu cuerpo puede morir, pero no esta fuerza que nunca ha nacido porque siempre ha existido y seguirá existiendo.

Steve Taylor es Profesor de Psicología en la Leeds Metropolitan University e investigador de Psicología Transpersonal en la Liverpool John Moores University.

Ha contribuido enormemente a la evolución y apertura de la conciencia de miles de lectores con obras como La caída (La Llave, 2008), Salir de la oscuridad (La Llave, 2016) y The Leap. The Psychology of Spiritual Awakening ("El salto. La psicología del despertar espiritual", 2017).