Tras dedicar la primera parte de su vida a la música, a los viajes y posteriormente a la abogacía, Andrés Pascual se ha convertido en todo un referente en el campo de la felicidad corporativa.

Además de escribir ensayos como Incertidumbre positiva (ed. Espasa), es director del programa Chief Happiness Officer de la Universidad Internacional de la Rioja, tarea que combina con su actividad como conferenciante.

Recientemente ha publicado el manual Líder en bienestar. Nos recibe en Madrid con su sonrisa paciente y siempre acogedora.

‒En 1992 estabas tocando con la banda Catorce de Septiembre, en una retransmisión para millones de personas, con motivo de la Expo de Sevilla. ¿Podías imaginar entonces que ibas a dedicarte al desarrollo personal?

‒¡Te aseguro que no! Tenía veintidós años y el ego disparado, así que quien necesitaba una buena mentoría era yo... Tras una época componiendo canciones, empecé a escribir mi primera novela, que ya tenía un trasfondo de crecimiento personal.

‒De hecho, dedicaste veinte años de tu vida a ejercer de abogado, mientras empezaba a brotar tu carrera de escritor. ¿Cuál es el principal aprendizaje que te llevaste de la profesión?

‒Que no hay nada enteramente cierto, por lo que siempre es bueno mirar el mundo a través de los ojos de los demás. En el despacho aprendí muchísimo del alma humana. Cada cliente que me narraba su caso era una fuente de inspiración para entender todas las historias que entretejen la vida.

‒¿Sentiste miedo al entregar las llaves de tu bufet para vivir solo de tus libros?

‒No sentí miedo, sino mucha paz. Primero porque fue un cambio gradual, ya que durante mi segunda década como abogado ya publicaba mis primeros libros. Y, sobre todo, porque tenía un propósito firme: compartir con el mundo lo que sentía, lo que viajaba, lo que aprendía. Solo necesitaba un plan para ver cómo alcanzarlo y, en mi caso, compatibilicé la escritura con la formación y las conferencias de desarrollo personal, que también me apasionan. No fue un camino fácil, pero sí precioso.

‒Cada vez hay más personas que, por elección o por obligación, dejan de fichar en una empresa para asumir los riesgos de ser autónomo. ¿Qué recomendarías a alguien que se encuentra a punto de dar ese paso?

‒Que no pierda de vista las dos «P», que son la clave de todas las historias de éxito: Pasión y Perseverancia. Y también que gestione bien sus expectativas. En mis años de músico me moría por ser Bono de U2, por lo que vivía todo desde la frustración y la carencia. Sin embargo, como escritor y conferenciante me bastaba con poder vivir de lo que amo y, tal vez por ello, he caminado libre, sin prisas ni ansiedad, y así han llegado las grandes recompensas.

‒Películas como El Apartamento nos muestran la gran empresa como un lugar de alienación y abusos por parte de las jerarquías superiores. ¿Qué consideras que ha mejorado en las organizaciones y qué sigue igual?

‒Hace unos años entré en una empresa a dar una conferencia y pregunté: «¿Cuánta gente trabaja aquí?». Y me contestaron: «Más o menos, la mitad. La otra mitad está siempre amargada». Esto, que parece un chiste, es muy real y muy triste. No podemos permitir que haya tantas personas sufriendo en el trabajo. Ese día decidí crear el programa de bienestar corporativo para formar a gestores de felicidad en las organizaciones.

‒¿Qué es lo principal que aprenden vuestros alumnos de la UNIR en el programa Chief Happiness Officer (CHO)?

‒Lo primero que ha de hacer un CHO es escuchar, porque cada empresa es diferente, al igual que lo son sus problemas y su cultura. A partir de ahí, hemos desarrollado un método progresivo basado en las tres dimensiones del bienestar: físico, emocional y social.

‒¿Ser feliz en el trabajo, cuando se hace por necesidad, es una utopía o puede conseguirse?

‒La felicidad no depende tanto como creemos de las circunstancias externas. Todo parte de la decisión diaria de mantener una actitud positiva gracias a una serie de hábitos. La felicidad, como todo lo que merece la pena en la vida, nos pide un esfuerzo a cambio.

‒¿Qué tipo de personas nunca serán felices en una empresa?

‒Quiero pensar que pueden serlo hasta los más escépticos. Basta con observar los resultados de las estrategias de bienestar para darnos cuenta de que no es el éxito el que conduce a la felicidad, sino que es la felicidad la que conduce al éxito.

‒En tu libro Líder del bienestar mencionas diez hábitos que implementar en las corporaciones para que los trabajadores sean más felices. El primero tiene que ver con promover rutinas de autocuidado. ¿Nos las podrías resumir?

‒Se trata de prestar atención a la nutrición, el ejercicio y el descanso para mejorar nuestro rendimiento. En suma, saber gestionar nuestra energía. Lo importante es hacer cosas ordinarias extraordinariamente bien. Y, sobre todo, hacerlas de forma conjunta.

‒¿Alguien al cargo de un equipo necesita, cada vez más, habilidades de coach? ¿Está ganando terreno la psicología a la pura gestión?

‒Las nuevas generaciones necesitan jefes cercanos que valoren sus capacidades. Este es el espíritu de la psicología positiva, una rama científica que, contrariamente a lo que algunos creen, no está dedicada al «buen rollo». Se estudian las emociones para identificar las situaciones y dinámicas que impactan en nuestra salud, en la satisfacción general con la vida y, cómo no, en nuestro rendimiento.

‒En la quinta habilidad que mencionas se habla del respeto y admiración mutuos, algo difícil cuando los profesionales luchan por «escalar» en la empresa. ¿Puede existir el éxito sin competencia?

‒No es que pueda existir, sino que es la única forma de triunfar de forma sostenible. De nada sirve alcanzar una meta llevándonos a todo el mundo por delante, porque lo que hayamos conseguido se desvanecerá y nos destruirá por dentro. La vida es un deporte de equipo.

‒¿Cómo debe actuar un/a líder en bienestar cuando le llega que una persona muy valiosa de su equipo ejerce mobbing o acoso hacia otros empleados?

‒El líder de hoy en día no tiene por qué ser el más listo de la habitación, pero sí ha de ser el más valiente. Cuando detecta que hay una conducta en contra de los valores corporativos, ha de erradicarla con coraje.

‒¿Qué consideras que sumará y restará la irrupción de las inteligencias artificiales en las empresas?

‒Creo que estamos muy al principio de esa era para entender cuáles serán sus implicaciones. Lo importante es recordar que la tecnología debe estar al servicio del ser humano, para seguir completándonos como los seres maravillosamente inacabados que somos.

‒El miedo a que las máquinas nos roben el trabajo ha añadido más pánico a una situación de caos, con una guerra en Europa y los estragos del cambio climático. Tu anterior ensayo fue Incertidumbre positiva. ¿Qué les dirías a las personas que tienen motivo para estar asustadas?

‒Que la incertidumbre es nuestro estado natural y, aunque a menudo nos resulta incómoda, nos aporta libertad y nuevas opciones. En un mundo imaginario sin incertidumbre seríamos esclavos marchando por raíles prefijados. ¿Quién quiere eso? En nuestro planeta hay millones de personas, todas distintas, que estamos constantemente interactuando y generando millones de posibilidades. Por eso hay incertidumbre, y por eso hay vida.

‒Hay muchos jóvenes deprimidos que no creen en el futuro de la humanidad. ¿Cómo podemos ayudarles?

‒Según las encuestas, un 62 % de los trabajadores jóvenes estarían dispuestos a reducir su salario a cambio de trabajar en una compañía con la que compartan misión y valores. Creo que son ellos quienes tienen mucho que enseñarnos a nosotros.

‒Imagínate un futuro utópico, con los problemas de la humanidad resueltos, con los robots cuidando de nosotros para que podamos vivir en un ocio eterno. ¿Se podría ser feliz sin trabajar?

‒Los seres humanos no estamos hechos para contemplar la vida desde el interior de una cueva, al amparo del cálido fuego. Apenas acariciáramos ese estado de aparente confort, nos empezaríamos a aburrir. Hemos venido al mundo para salir de la cueva y echar a andar. Y lo mejor de todo es que para ese viaje no nos hace falta mucha luz, ¡nosotros somos la luz!