Nuestro querido mar Mediterráneo es, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, un "punto crítico" del calentamiento planetario, que está trastornando las condiciones para la flora y la fauna. También hace que los fenómenos meteorológicos extremos sean más probables. El verano pasado, por ejemplo, hubo tormentas e inundaciones por encima de la media.

Ciclones tropicales y metetsunamis en el mediterráneo

La temperatura del agua está aumentando hasta un 20% más rápido que en otros mares. El verano pasado se midieron temperaturas de hasta 30 ºC alrededor de las Islas Baleares y el oeste de Cerdeña. Este incremento hace que los ciclones tropicales mediterráneos sean más probables y los meteotsunamis tampoco están excluidos.

Para que se produzca un ciclón hace falta que haya una gran diferencia de temperatura entre el aire frío a gran altura y las altas temperaturas del agua. Durante estos fenómenos pueden caer más de 400 litros por metro cuadrado en 24 horas. Esto es algo que nos puede pasar de aquí a unos cuantos meses.

El meteorólogo Dagmar Hainbucher, del Instituto de Oceanografía de la Universidad de Hamburgo advierte de que puede aumentar la intensidad y la frecuencia de los llamados meteotsunamis en el Mediterráneo como consecuencia de la crisis climática.

¿Qué son los meteotsunamis?

Si el tsunami está causado por un movimiento sísmico, los meteotsunamis son grandes olas de varios metros de altura provocadas por las fluctuaciones en la presión del aire junto con vientos fuertes que van en la misma dirección de las olas. En Menorca se conoce al fenómeno como rissaga y puede causar inundaciones y destrozos en puertos.

La última gran rissaga en Ciudadela se produjo en 2006, con oscilaciones en el nivel del mar de hasta 4 metros que provocaron desperfectos en numerosas embarcaciones. En Italia, especialmente en el golfo de Trieste, el fenómeno se conoce con el nombre de marrubio y en el golfo de Gabés afecta a los países ribereños de Túnez y Malta.

Peces mordedores en las playas del sur de Francia

El calentamiento del agua también prece estar afectando al comportamiento de las criaturas marinas. En las playas del sur de Francia, los bañistas se quejan cada vez más de las picaduras de peces que nadaban cerca de la orilla.

Las mordeduras en las piernas, pies y dedos de los pies probablemente son efectuadas de peces ballesta grises de 30 a 45 centímetros de largo, que debido al cambio climático y al calentamiento del agua del mar se aventuran cada vez más en áreas poco profundas en busca de alimento.

Otra consecuencia de las temperaturas del agua excesivamente cálidas es la propagación de especies no autóctonas que alterarán ecosistemas enteros, denuncia la fundación ecologista WWF, que trabaja por la conservación de la biodiversidad mundial.

Peces como el esturión del Adriático y el pez cardenal de aguas profundas están al borde de la extinción. En cambio, las medusas se reproducirán en masa y crecerá especies invasoras de algas, que amenazan, por ejemplo, con desplazar a los pastos de Neptuno (posidonia), que representan un importante sumidero de CO2 en la región mediterránea.

Según la WWF, la posidonia, que almacena del 11 al 42% de las emisiones de CO2 de los países mediterráneos, está en peligro porque las algas mucilaginosas invasoras, se desarrollan por encima y no permiten que le llegue la luz del sol. Además, estas algas cubren los corales y provocan su muerte y la de las especies que viven en ellos.

¿Cuales serám los efectos del cambio climático sobre la región mediterránea?

Los principales efectos de la crisis global del clima en los países mediterráneos serán:

  • Aumento de la temperatura y de la acidificación de las aguas del Mediterráneo, que, junto al aumento de los incencidios, causarán la pérdida de muchos ecosistemas marinos y terrestres a causa de incendios forestales
  • Incremento de la gravedad y la duración de las olas de calor, las sequías, las tormentas de polvo y las lluvias torrenciales.
  • Elevación del nivel del mar, lo que afectará a las poblaciones costeras a través de daños en ciudades y cultivos, así como desplazamientos humanos.

Estas condiciones desfavorables afectarán a 500 millones de personas, causando escasez de agua, daños en la agricultura, pérdida de ecosistemas, aumento de la salinidad en el agua de mar y consecuencias para la salud humana.