En las redes sociales se ha hecho popular el hashtag #orcauprising. La rebelión de las orcas. Es cierto que se están registrando "ataques" o acercamientos de orcas a pequeñas embarcaciones, pero ¿qué nos están diciendo estos cetáceos con su comportamiento? ¿Es una rebelión de la naturaleza contra los insoportables e irresponsables seres humanos?

Las orcas han hundido tres barcos en el estrecho de Gibraltar

Los hechos son que desde 2020, una pequeña manada de orcas en el estrecho de Gibraltar están acercando sus cuerpo a los veleros y barcas de pesca e, incluso, mordiendo los timones. En tres años se han registrado más de 500 encuentros de este tipo que, a veces, acaban mal: han hundido tres barcos y decenas han recibido desperfectos considerables. 

Hace un mes se tuvo noticia del primer caso de este comportamiento en otro lugar, cerca de Shetland (Reino Unido), donde una orca embistió repetidamente una barca de pesca. 

Por supuesto, en las redes sociales, los usuarios proyectan todo tipo de motivaciones humanas y abundan los que muestran su alegrías por que las orcas hayan decidido, por fin, rebelarse contra el ser humano. 

 

La verdad es que los biólogos no tienen todavía una respuesta. En declaraciones a The Guardian, el biólogo y documentalista Tom Mustill, explica que no tenemos una explicación para este comportamiento y que estamos comenzando a comprender que los cetáceos son complejos y muestran profundas diferencias entre los individuos.

¿Las orcas se han cansado de los barcos?

Un informe del GTOA ( Atlantic Orca Working Group), formado por científicos españoles y portugueses, comenzó apostando por la hipótesis de que podría tratarse de un comportamiento curioso y lúdico en un informe escrito en 2021. Sin embargo,  ahora, después de múltiples ataques,  algunos tienden a pensar que se trata de un "comportamiento defensivo basado en el trauma", según Alfredo López Fernández, coautor de un artículo sobre las interacciones entre humanos y orcas en el Estrecho de Gibraltar.

Según esta teoría, una hembra (las manadas de orcas son lideradas por hembras, que pueden llegar a vivir 100 años), conocida como Gladis Blanca, pudo haber sufrido un "momento crítico de agonía" a manos de los humanos, atacó un bote en represalia y luego enseñó a otras ballenas a hacer lo mismo. 

Ahí pudo comenzar todo. Las ballenas, como los elefantes, tienen memoria e inteligencia. Son capaces de desarrollar comportamientos culturales. No se puede descartar que hayan atado cabos y hayan comprendido que los barcos y los seres humanos tienen mucho que ver con el ruido (ellas viven en un mundo sonoro) y la suciedad que sufren los océanos.

Es interesante que el comportamiento de las orcas ya ha cambiado el de los seres humanos. Los pescadores de la zona de Gibraltar tienen la consigna de apagar el motor y cualquier aparato que genere ondas, además de dejar el timón libre, para que las vibraciones no llamen la atención de las orcas, animales que pueden alcanzar los 6 metros de longitud y las 5 toneladas de peso. 

Rozarse con los barcos: ¿una moda entre las orcas?

¿Es un comportamiento violento o juguetón? El ser humano ha llamado "ballenas asesinas" a las orcas, pero no hay casos de orcas libres que hayan atacado y matado a personas, y podrían hacerlo. Por ejemplo, podrían empezar por atacar y comerse a nadadores. No lo hacen, aunque pueden perseguir y matar a tiburones y focas aunque no tengan hambre. 

 

La hipótesis de que se trata de acciones sin malas intenciones sugiere que a las orcas les gusta acariciarse con el casco de fibra de vidrio de los veleros. Y un comportamiento que puede aparecer ocasionalmente en un individuo puede ser imitado por otros hasta convertirse en una moda, porque las orcas pueden aprender y desarrollar comportamientos que pueden, incluso, transmitirse de generación en generación.

Esta hipótesis es la preferida por  Monika Wieland Shields, codirectora del Orca Behavior Institute en Washington. En su opinión, una orca joven  joven pudo haber comenzado a interactuar de esta manera con los barcos, dijo, y luego su hábito se extendió a través de la comunidad local de orcas.

Tales tendencias culturales se han observado antes: en el noroeste del Pacífico, las orcas han estado jugando con boyas y trampas para cangrejos durante años.