Puede que muchas personas conozcan más a Mamen Duch por su faceta como actriz de teatro y televisión, pero esta apasionada del yoga es también profesora de teatro y maestra de yoga para niños. En 2008 fundó la escuela Yogui Kids de Barcelona, situada en las faldas de Montjuïc, y desde entonces ofrece clases y talleres de yoga para niños, adolescentes y padres.
Para ella, el yoga para niños está ligado con la esencia del teatro: el juego. "Cuando doy clases de teatro pongo un montón de cosas de yoga. Porque en teatro la conciencia corporal y la respiración son fundamentales, como en el yoga", nos explica. "En el yoga, en cambio, lo que no está es la parte mental, la del texto y la de memorizar; estás conectado con el presente, con el aquí y ahora, con tu intuición, con el cuerpo, con la respiración… y esto es muy bueno para los niños".
Mamen Duch y el yoga para niños: enseñar a través del juego y la imaginación
Mamen Duch, se formó en yoga infantil en la escuela Karma Kids Yoga de Nueva York, con la maestra Shari Vilchez-Blatt, y luego con Craig Hanauer, en el programa Every kid's yoga, para niños con necesidades especiales. Además ha publicado dos libros de yoga para niños: Relajaciones. Grandes herramientas para pequeños guerreros (ed. Flamboyant), con ocho visualizaciones para hacer con niños; y Maya y el yoga (ed. La Galera), un cuento para acercar el yoga a los niños y practicar con ellos.
Desde Cuerpomente hablamos con ella sobre cómo es el yoga para niños y sus beneficios, tanto cuando son pequeños como en el yoga para adolescentes. También sobre algunas de las cosas que los padres pueden aplicar en casa para hacer yoga con los niños y disfrutar con ellos.
–¿Por qué es tan beneficioso para los niños hacer yoga?
–Por un lado están los beneficios físicos. Los niños, al principio, no tienen conciencia de que están estirando la espalda u otros músculos, pero lo están haciendo. Pero a la vez que estiran están tomando poco a poco una mayor conciencia de su cuerpo y su respiración. Para mí esto es lo principal. Con el yoga les ayudas a centrarse, a tomar conciencia de su cuerpo y de su respiración, y puedes darles herramientas para que, en momentos complicados de estrés o de nervios, puedan volver a la calma, a la concentración.
"Lo más importante es que, a la vez que estiran, los niños toman poco a poco mayor conciencia de su cuerpo y su respiración."
–A la hora de la práctica, ¿es muy diferente el yoga para niños del yoga para adultos?
–Sí. Quizá con los adultos se pueden hacer posturas un poco más complicadas, pero en esencia las asanas o posturas de yoga para niños son las mismas. Lo que es muy distinto es la manera de entrar en ellas. Con los niños se entra a través del juego y la imaginación. Por otro lado, las posturas no se suelen mantener mucho tiempo, sobre todo cuando son muy pequeños. Todo es más dinámico.
Todo esto hace que las clases acaben siendo muy diferentes de las de los adultos. Además, puedes pensar una estructura para la sesión, como en una clase de adultos, pero luego te has de dejar llevar por el camino de su imaginación. Según cómo estén, adónde te lleven con su imaginación, una postura te puede llevar hacia un sitio o hacia otro. A veces incluso inventan ellos posturas. ¡Son clases muy vivas!
–Suena atractivo eso de entrar en las posturas a través del juego, pero ¿cómo se lleva a la práctica?
–Yo soy actriz y utilizo mucho las historias, por ejemplo. Desarrollamos juntos un cuento y vamos entrando así en las posturas a través de los personajes y las situaciones que nos encontramos en la historia. Si nos vamos a una granja de viaje, como calentamiento podemos preguntarnos: ¿cómo llegamos, vamos en bicicleta, en avión…? Y hacemos posturas que nos ayuden a expresarlo. Luego, en la granja, nos encontramos todo tipo de animales y esos animales son asanas. Y puede haber un árbol, y entonces hacemos el árbol.
Se trata de conectar con el niño a través del juego, que te siga y entre a hacer cualquier postura, o ejercicios de concentración, de relajación, de respiración…
"Se trata de conectar con el niño a través del juego."
–¿Me puedes dar un ejemplo de cómo se puede trabajar una postura concreta?
–A un adulto, por ejemplo, si vas a hacer el perro boca abajo o Adho Mukha, nombras la postura y, si acaso, explicas los movimientos, para que vaya entrando y la mantenga o la incorpore a su vinyasa, a la secuencia de posturas si es un yoga más dinámico. En cambio, al niño no le dirías vamos a hacer Adho Mukha. Le dirías “Pongámonos como un perro” y luego “¿Cómo se movería ese perro?, ¿cómo movería la cola?, ¿cómo levantaría la pierna para hacer pipí?”. Acabarías haciendo lo mismo, pero jugando.
–¿Cuándo puede un niño empezar a hacer yoga? ¿A partir de qué edad es recomendable?
–Desde muy pequeños, aunque en realidad puede estar en una clase de yoga desde que tiene meses, incluso desde la barriga… si haces yoga para embarazadas.
Me gusta señalar, porque es importante, que el yoga es algo innato: nacemos haciendo las posturas de yoga. A los niños pequeños les acompañamos en lo ya saben hacer, les ayudamos a que no lo pierdan.
–¿Qué quieres decir con que nacemos haciendo las posturas de yoga?
–El bebé, cuando levanta la cabeza del suelo para mirarte, está haciendo la serpiente, o cuando le cambias el pañal y levanta las caderas hacia arriba, está haciendo el puente. Cuando estando boca arriba se coge fácilmente de los pies y se los lleva hacia la boca, eso es el bebé feliz.
Incluso las primeras veces que se levantan del suelo lo pueden hacer entrando en el perro boca abajo: ponen las dos manos y los dos pies y ves una espalda recta, las piernas rectas... ¡Es increíble!
"Las primeras veces que el bebé se levanta del suelo lo hace entrando en el perro boca abajo. ¡Es increíble!"
–Muchas posturas de yoga tienen nombre de animales o elementos naturales, porque se inspiran en movimientos o en formas que podemos observar en la naturaleza. Pero se nos olvida que nosotros también somos naturaleza…
–Sí, totalmente. Sí, las posturas de yoga se inspiran en la naturaleza, en animales (gato, vaca, serpiente…) , el árbol, la montaña, por eso para nosotros son muy orgánicas. Cuando somos pequeños entramos fácilmente en ellas, pero a medida que vamos creciendo y tensando el cuerpo y la mente por las presiones externas, nos cuesta más. Ahí es cuando estar haciendo yoga ayuda a no perder…
De hecho, esto es lo que me fascinó del yoga para niños y lo que me llevó a dedicarme a él. Como actriz daba clases de teatro a muchos niños y adolescentes, y me daba cuenta de que, cuando llegamos a adolescentes, hemos perdido ya mucho. Me preguntaba: ¿Cómo es posible, si nacemos con todas las capacidades, que en tan poco tiempo ya no seamos flexibles, que seamos duros, que vayamos con los hombros hacia abajo, que no seamos conscientes de nuestro cuerpo, que hayamos perdido esa conciencia?
"Muchas posturas son orgánicas y naturales para nosotros. Por eso el niño las hace naturalmente."
–Fuiste a formarte en yoga para niños a Nueva York...
–Sí, en Estados Unidos mi hermana, que vivía allí y es psicólogo infantil, me habló del yoga para niños, que allí estaba empezando. Y lo que me atrajo exactamente fue eso: que nacemos con esto y que podemos utilizar técnicas para no perderlo, que podemos dar a los niños herramientas para que empiecen a ser conscientes de todo esto que tienen como natural. ¡Hasta la respiración!
La respiración es un gran ejemplo. La tenemos desde que nacemos, se trata de explorarla, de tomar conciencia… Pero también todas esas posturas que hacemos naturalmente desde pequeños, como el ponerse de cuclillas, de rodillas, el arquear la espalda para movilizar la espina dorsal… Si lo hiciéramos cada día no llegaríamos a la adolescencia como llegan los adolescentes, que no pueden ni doblarse hacia delante para tocarse las rodillas con los dedos, de lo duros que están…
–Has hablado antes de la importancia del juego como vehículo para entrar en el yoga. ¿Sigue siendo así en la adolescencia?
–Creo que el juego no lo tendríamos que perder ni los adultos. A mí, incluso en las clases de adultos siempre me gusta buscar una línea, una historia, aunque luego vayamos a hacer más posturas o asanas. Y a los adolescentes les ayuda mucho. De todas formas, con ellos me gusta trabajar sobre todo a partir de las emociones, porque a esa edad es muy importante conectar con las emociones.
–¿Cómo se hace en la práctica?
–Lo puedes hacer a partir de la respiración o de las posturas del cuerpo. Al conectar con la respiración, las emociones muchas veces salen solas. Quizás te digan que están bien, pero empiezan a respirar y ven que ahí pasa algo, y luego ven que pueden cambiarlo. Con posturas del cuerpo, pueden observar cómo se sienten en una postura y cómo al cambiarla cambia la emoción.
A mí me ha pasado muchas veces con adolescentes, después de entrar en clase pensando que iba a hacer esto y lo otro, que nada más empezar, con las primeras respiraciones, he visto que lo que necesitaban era simplemente respirar y explicar lo que les pasaba. Quizás me digas que eso no es yoga. Pues ¡sí, es yoga! Encuentran un espacio donde se sienten cómodos para expresar sus emociones, lo que les pasa. Y después de respirar y soltar, se van mucho más relajados y concentrados de lo que han llegado.
"Los adolescentes encuentran en el yoga un espacio donde se sienten cómodos para expresar sus emociones."
–¿A qué edad se pueden empezar a introducir los ejercicios de respiración?
–La respiración es la base la base de todo, así que lo mejor es introducirla muy desde el principio. Con los niños muy pequeñitos, claro, hay que hacer cosas muy sencillas, desde el juego también, como hacer burbujas de jabón, soplar un pañuelo de papel, una velita (siempre con un adulto)… o jugar a pasarse bolitas de fieltro soplando.
Las burbujas de jabón, de hecho, les gustan a todos los niños, a los de 3 años y hasta los de 16 casi. Hacer una pompa de jabón te ayuda a concentrarte, a mandar el aire a un sitio concreto, a regular el volumen y la velocidad del aire para que te salga la burbuja… Esto a los pequeñitos al principio les cuesta mucho, pero les ayuda mucho a desarrollar la concentración, porque les engancha la idea de que les salga la burbuja y, cuando sale, es algo mágico.
–Una cosa es llevar a un niño a una clase de yoga, y otra es que los niños hagan yoga en casa ¿Cómo recomiendas enfocar el yoga en casa con los niños?
–En casa yo veo más hacer ejercicios sueltos, como el saludo el sol al levantarte, una relajación por la noche... pero sobre todo aprovechar oportunidades o circunstancias… Por ejemplo, si el niño tiene una rabieta y no sabes cómo salir de ahí porque en ese momento no ves cómo ayudarle a calmarse, puedes ofrecerle las burbujas de jabón: “Mira, yo te dejo aquí las burbujas, por si te apetece hacerlas”. O le dejas unas bolitas de fieltro y le dices si quiere jugar a pasártelas soplando…
En cuanto se ponga a soplar, de forma natural se calmará, porque se calmará su respiración. Quizá te diga que no y siga con los lloros, pero entonces te puedes poner a hacer tú las burbujas o a jugar con las bolitas… y quizá conecte con esa energía de relajación. Son pequeños recursos que tenemos que podemos aprovechar en ciertos momentos y que también son yoga.
"Si un niño tiene una rabieta, puedes ofrecerle las burbujas de jabón. En cuanto se ponga a soplar, su respiración se calmará"
–Decías que un buen momento para hacer yoga con los niños en casa es al levantarse o al irse a dormir. Ahí podríamos crear un poco más la rutina... ¿Qué aconsejarías?
–Al irse a dormir haría siempre algo: unas respiraciones e incluso algún estiramiento sencillo, como el gato. Se puede hacer soltando un buen suspiro, para movilizar el cuerpo y dejarlo preparado para irse a dormir. Luego se puede buscar la postura del muerto, tumbado, para que tengan un momento de estar bien quietecitos, llevando la atención a la respiración e introduciendo una pequeña visualización o relajación.
Si los padres ven que están agitados o enfadados, también pueden jugar a visualizar que esa emoción se la lleva el viento, o una nube, o visualizar el mar o algo muy tranquilo. Las visualizaciones van muy bien, y lo ideal es que, antes de irse a dormir, puedan visualizar algo bonito. Es un poco como cuando contamos un cuento, solo que aquí sería un cuento intencionado en ir a relajarlo, implicando el cuerpo, la respiración, la emoción…
–¿Nos podrías dar un ejemplo de visualización para niños?
–Se trata de ayudarles a relajarse a partir de la imaginación. Una que me gusta mucho es conectar con la naturaleza a través de los cuatro elementos: visualizarte en la playa sintiendo la arena, el agua en tus pies, el sol en la cara, el aire en el pelo… Es difícil de explicar así porque una visualización siempre es larga, pero lo importante, en cualquier caso, es cómo se entra: la voz, el ritmo…
Tú has de ir viendo cómo el niño va sintiendo lo que tú le dices. Si le dices que estamos en una playa, ves si el cuerpo está intentando como mínimo imaginar que está en una playa, incluso si siente el sol en la cara… Ahora bien, para que el niño lo sienta, tú tienes que estar ahí sintiéndolo también. Hay mucho de conexión. Tú eres el guía en ese pequeño viaje, así que también has de entrar en ese viaje.
"En una visualización, para que el niño sienta lo que le dices, tú tienes que estar ahí sintiéndolo también."
–Decías que en tus clases usas mucho los cuentos. ¿Podemos usarlos también en casa?
–Sí, y también cuentos que no son de yoga. En muchos cuentos hay animales, o sale la luna, que también es una postura. Un cuento lo puedes contar practicando yoga y es muy divertido.
–Después de llevar este rato hablando contigo, me quedo con la sensación de que quizás los padres que se proponen que sus niños hagan yoga estén pensando más en cómo hacer que el niño lo aproveche, pero que el yoga es también, y sobre todo, una gran oportunidad para los mismos padres: una oportunidad para jugar con los niños, pasar un tiempo bonito con ellos…
–Totalmente. Desde que empecé con la escuela doy también clases a padres e hijos y es la clase más maravillosa que pueda hacer, porque vienen a compartir. ¿En qué deportes o ejercicios comparten tanto? En yoga, tanto el padre o la madre como el niño están de repente haciendo la postura del perro, o el niño pasea al padre como perro o al revés, o hacen el carromato con uno levantando los pies al otro, o hacen los árboles juntos…
"La clase de yoga para padres e hijos es la más marvillosa que pueda hacer, porque vienen a compartir. ¿En qué deportes o ejercicios comparten tanto?"
–Es además una vía para conocer mejor a tus hijos...
–Sí, porque los padres pueden ver lo que más le cuesta al niño, si le cuesta más relajar, si le cuesta respirar, qué ejercicio le ayuda a centrarse… Además ven y aprenden muchos ejercicios y juegos que luego pueden utilizar en casa. Pero sobre todo es un momento mágico de compartir, y los padres, más conscientes de que es un momento especial, disfrutan a veces incluso más que los niños.