Si a cualquiera de nosotros nos preguntaran por la calle qué significa cuidar, seguro que todos responderíamos y lo haríamos más o menos con las mismas palabras. Al fin y al cabo, cuidar es algo que hacemos desde siempre.

Lo hacemos desde pequeños, por ejemplo, cuando nos enseñan a mantener en buen estado nuestros juguetes o nos piden que vigilemos a nuestros hermanos. A partir de ahí, nos encargaremos de velar por nuestro propio bienestar y por el de quienes forman parte de nuestro entorno. Pero, ¿lo hacemos de la manera más idónea?

La violencia invisible está normalizada. Quién más, quién menos ha crecido en ella y por eso no somos capaces de reconocerla, ni mucho menos combatirla. Puede que en estos momentos consideres que tú no formas parte de este grupo, pero ¿nunca le has chillado a un niño?, ¿jamás le has chantajeado o amenazado? “Como no te acabes la comida, esta tarde no vamos al parque”.

Este sería un ejemplo de violencia invisible. Identificarla y tratar de evitar ejercerla, especialmente con los niños, es lo que necesitamos para conseguir una sociedad más humanizada.

Andrea Zambrano Calzado, abogada y coach certificada PCC, y Mª Ángeles Jové, coachprofesional certificada por la ICF formada en la Escuela Europea de Coaching EEC se propusieron erradicar las violencias dentro de las relaciones para transformar el mundo en un lugar más pacífico. Juntas fundaron Educar es emocionar, una organización especializada en educación emocional, y continúan con su labor con la publicación de su nuevo libro, El valor de cuidar (Paidós), del que nos han hablado en entra entrevista para Cuerpomente.

–En principio, todos sabemos qué significa cuidar, pero ¿puede que esté confundido este concepto?
–Andrea Zambrano: Sí, nosotras consideramos que el concepto cuidar no está bien entendido porque suele limitarse únicamente a los cuidados físicos. En cambio, nosotras sostenemos que tiene una consideración mucho más profunda.

Cuidar es todo aquello que nos hace bien, que cubre nuestras necesidades y que nos aporta bienestar. Cuidar es saber identificar mis necesidades y responder a ellas siendo coherente conmigo en cada momento. Es no tolerar situaciones que me dañan o van en contra de mis necesidades.

Hemos escrito este libro porque entendemos que no sabemos diferenciar lo que me hace bien (es saludable) de lo que me hace daño (violento) porque a menudo cuando somos niños hemos tolerado situaciones que son dañinas/violentas “por nuestro propio bien”, y de ahí viene la confusión.

Cuidar además no solo tiene una acepción de autocuidado, sino de cuidar también a otras personas (teniendo en cuenta sus necesidades) o los vínculos (no dañarlos con actitudes tóxicas o violencias invisibles). Cuidar es respetar nuestra naturaleza y necesidades nutriéndonos de cosas, personas, actividades y relaciones que nos hagan bien.

–¿Qué consideráis que se necesita para hacerlo de la manera más apropiada?
–Andrea Zambrano: Cuidar de forma apropiada es ocuparse de las necesidades, propias y ajenas. Las propias o las ajenas, insistimos. Y también está ligado a evitar algún daño.Cuidar es ver lo humano que hay en todos nosotros. Cuidar es amar.

A menudo no sabemos cuidarnos, y para aprender a hacerlo lo primero es ser consciente de lo que necesitamos en cada momento. Tenemos que saber escucharnos y conectar con lo que sentimos, porque las emociones y las necesidades van unidas. Las emociones son un radar que nos indica cuándo algo es bueno para nosotros o no. Una vez hemos identificado lo que necesitamos es conveniente actuar en consecuencia. Y ello se consigue poniendo límites.

Lo mismo en las relaciones, para cuidar el vínculo es importante establecer una manera de relacionarnos donde las necesidades de todos sean incluidas y tenidas en cuenta.

–Hay que “tener en cuenta a los demás sin perderte a ti mismo”, se puede leer en vuestro libro. ¿Es posible? Especialmente, en el rol de padres…
–Andrea Zambrano: Por supuesto que es posible, y también necesario. Aunque a veces cuesta hacerlo -a mí también me cuesta muchas veces-, precisamente porque nos cuesta poner límites saludables. Para no perdernos en el otro es necesario saber identificar qué es mío y qué es tuyo, y no hacer nuestros deseos, intereses, necesidades y emociones ajenas. Sí hay que tenerlas en cuenta, pero no sacrificar los intereses o necesidades personales por complacer o agradar a otros.

Esto es especialmente difícil cuando se trata de nuestros hijos. Sus necesidades son nuestra responsabilidad, es cierto, sin embargo, no por ello tenemos que renunciar a las nuestras. La clave, una vez más, está en buscar el ganar-ganar, es decir, que las necesidades de todos sean tenidas en cuenta.

–Ahora que tanto se defiende la crianza igualitaria entre madres y padres, vosotras sostenéis que tienen roles distintos.
–Andrea Zambrano: Efectivamente, para nosotras es importante también tener en cuenta este punto. El primer vínculo de la vida de un niño es su madre. Y los primeros vínculos conforman la manera en la que aprendemos a amar de adultos.

Por supuesto que la implicación del padre y de la madre debe ser la misma y que ambos roles son igual de importantes, pero sus papeles son distintos y tratar de forma “idéntica” naturalezas y roles diferentes resulta una violencia invisible.

–Vosotras os enfocáis en el rol de la madre.
–Andrea Zambrano: Sí, porque pensamos que está muy desvalorizado y que es importante darle el lugar que socialmente merece, además de dotarlo de recursos para poder ejercerlo con dignidad y buenos cuidados tanto para ella como para la criatura.

En nuestra sociedad falta un empoderamiento de la madre, porque las madres tienen el poder de transformar el mundo a través del vínculo con sus hijos. Las madres tienen el poder y el privilegio de acabar con la violencia en el mundo. Por su parte, el rol de un padre consciente es cuidar de la díada bebé-madre y apoyar a esta para que la díada se haga posible, pero en ningún caso sustituirla.

–Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. Sin embargo, en la actualidad, ¿se busca demasiado la perfección y poco la consciencia?
–Andrea Zambrano: Sí, todos los padres queremos lo mejor y lo hacemos lo mejor que sabemos y podemos. El tema está en saber qué es lo mejor, porque para mí será una cosa y para cada uno de mis hijos será algo diferente.

Todos los niños y niñas son únicos y especiales, y en consecuencia cada uno necesitará cuidados diferentes. Ellos mismos nos dirán qué precisan, solo necesitamos verlos, escucharlos y conectar con quienes son.

También es esencial cuidar la relación con ellos, porque es lo único que nos va a permitir influir de forma positiva en su desarrollo. La relación con nuestros hijos es lo primero. Ese es nuestro mantra.

–La teoría de acompañar a los niños, inspirarles, consolarles... ¿cómo encaja en los momentos en los que los padres están agotados por las exigencias del trabajo, la familia... y tienen que lidiar con las demandas, no siempre expresadas desde la calma, de los niños?
–Andrea Zambrano: Es todo un reto. Ser padre o madre en la sociedad actual (con el poco apoyo, recursos y políticas de conciliación que tenemos) es todo un reto. Somos muy conscientes de ello. Yo lo vivo cada día. Pero bueno, si nos enfocamos en aquello que podemos hacer ahora con lo que tenemos, lo primero que te diría es que los padres y las madres es importante que nos ocupemos de nuestras necesidades para poder atender las de nuestros hijos.

Es un punto clave porque si no tenemos nuestras necesidades cubiertas no vamos a poder cubrir las de nuestros hijos, ni apoyarles en su desarrollo como necesitan. Y también hay que aprender a perdonarnos por nuestras meteduras de pata, porque como humanos lo hacemos y lo seguiremos haciendo. Y no pasa nada. Somos luces y sombras, aceptar este hecho para dejar de culparnos también es clave para vivir la pa/maternidad con más calma.

–¿Cuál es la línea que separa una crianza respetuosa de una permisiva?
–Andrea Zambrano: La crianza respetuosa se basa en la no violencia como forma de educar. En cambio, la crianza permisiva es aquella donde no se ponen límites, lo cual es una violencia invisible en sí misma porque sin ellos no se puede cuidar de las necesidades. La crianza permisiva es violenta porque no cuida, sino que es negligente porque permite conductas que pueden ser dañinas para el niño o para los demás.

Los límites son saludables y tienen que existir en cualquier relación, también en la educación y la crianza.

–Entonces, ¿son necesarios los límites?
–María Ángeles Jové: Son necesarios y fundamentales. No hay verdadera educación sin límites. Los niños (y cualquier relación entre adultos también) necesitan límites porque necesitan contención y seguridad, saber a qué atenerse.

Los límites señalan lo que es bueno para ti y lo que es dañino. Es el espacio físico y emocional que necesitan para desarrollarse. Es la línea que protege y posibilita que puedan tener sus necesidades cubiertas. Por lo tanto, una relación con límites permite que puedan respetarse al tiempo que respetan al otro. Podríamos decir que, en realidad, los límites no es que se pongan, es que se respetan o no se respetan, creando relaciones muy disfuncionales y conflictivas.

Los niños no nacen con un marco de límites (interno-externo) construido y somos nosotros (los padres) los que debemos protegerlos y ayudarles a que poco a poco vayan creando un marco de límites funcional que les proteja de las acciones, pensamientos y emociones de los demás. Se trata de evitar que les puedan dañar y manipular, y que ellos mismos puedan dañar y manipular a otros.

–Dicho así no parecen tan negativos…
–María Ángeles Jové: Somos muy conscientes que cuando se habla de límites siempre se habla de una atmósfera o energía muy negativa, pesada, de lucha, de ganar-perder... Nosotras proponemos positivizar esta energía y pensar que cuando ponemos límites a nuestros hijos lo que estamos haciendo es cuidar.

No esperemos a que aparezcan los conflictos. Busquemos estrategias, cocreemos soluciones y establezcamos juntos qué vamos a hacer en determinadas situaciones, establezcamos cómo queremos relacionarnos llegadas ciertas ocasiones y establezcamos límites que nos cuiden a todos. El límite está en la línea en la que el espacio físico y emocional, mío y tuyo, sea respetado y mis necesidades cubiertas.

–¿Se puede ser firme sin violencia?
–María Ángeles Jové: Se puede. La firmeza no está reñida, por ejemplo, ni con la flexibilidad, ni con el respeto, ni con la proximidad ni con el amor… A veces confundimos el "qué" con el "cómo". Se puede ser muy firme en el "qué" y ser respetuoso (no ser violento) en el "cómo".

–Decís que “todos tenemos una parte potencialmente violenta dentro de nosotros”. ¿Genética o crianza?
–María Ángeles Jové: En cuanto mamíferos todos sentimos rabia en distintas intensidades y hemos de aprender a gestionarla, no a reprimirla. Lo que se reprime nos gobierna y nos condiciona en el presente y en el futuro.

Aceptar nuestro lado violento es un paso importante porque es nuestra parte herida de la infancia que muchas veces vuelve a sangrar cuando tenemos hijos, ya que los niños –y nosotros también lo fuimos–son muy demandantes y no siempre sabemos -ni supieron- cubrir sus -nuestras- necesidades. Tenemos que ser muy compasivos con nosotros mismos. Nosotras con este libro no hemos querido culpabilizar ¡todo lo contrario!, porque eso es violencia.

No soy experta en genética, puede haber una predisposición a la violencia, pero sin duda alguna el contexto violento en el que pueda crecer un niño, la ausencia de empatía, apego inseguro y el odio reprimido se vuelca después en la sociedad como hemos querido demostrar en el libro.

–¿Qué aconsejáis hacer cuando se siente rabia?
–Andrea Zambrano: Parar y conectar con el mundo interior, con las necesidades y las emociones. Cuando estamos sintiendo rabia estamos muy encerrados en nuestros pensamientos, juicios, valoraciones e interpretaciones de la realidad y estamos muy desconectados de nuestro interior, por eso es el momento de escuchar lo que sentimos.

Aceptando esa rabia pasamos a transformarla, y elegimos responder a esa situación de una manera mucho más productiva y positiva, sin hacernos ni haciendo daño, es decir, sin ser violentos.

–¿Y en cuanto a los niños?
–Andrea Zambrano: Como padres debemos enseñar a nuestros hijos a gestionar la rabia y no dejarlos solos cuando la manifiesten, por mucho que nos incomode. ¿Y cuándo los dejamos solos? Cuando ignoramos su rabia y no la legitimamos mediante castigos, distracciones o frases como: “No llores", "hasta que no pares no te hago caso”. Todo aquello que no sea acompañar la emoción para que la vayan procesando, aportando nuestra calma para que poco a poco vayan contagiándose de ella, es dejarlos solos.

–Se habla mucho de la violencia invisible.
–María Ángeles Jové: Sí, porque desgraciadamente está por todas partes y nadie la ve. Juzgar, ridiculizar, exigir, imponer, ganar-perder, despreciar, gritar, comparar, manipular, avergonzar, culpabilizar… ¿A quién no le suenan frases como: “Mira que eres tonto”, “ahora te callas”, “todos han acabado menos tu”, “mira que mamá se va a enfadar”…? Es necesario darle la vuelta al paradigma y transformar las relaciones. Pasar al paradigma ganar-ganar.

Las relaciones padres-hijos son jerárquicas en cuanto a experiencia: los padres tenemos una experiencia, una responsabilidad que nos permite y nos lleva a tomar unas decisiones, pero son también horizontales en cuanto a dignidad; merecemos el mismo respeto y tenemos las mismas necesidades que nuestros hijos (las necesidades de nuestros hijos no son pequeñas), y además todos somos imperfectos. Paradigma ganar-ganar; las necesidades no son incompatibles, son incompatibles las estrategias para llevarlas a cabo. Quizá no pueden satisfacerse todas al mismo tiempo, o con las mismas personas, hemos de buscar la manera de cubrirlas de manera que todos ganemos.

–¿Qué diferencia hay entre apego, dependencia y supervivencia?
–María Ángeles Jové: El apego es la relación o el vínculo de dependencia que se crea debido a la naturaleza del recién nacido. El recién nacido es vulnerable y es por su vulnerabilidad y dependencia que tiene que apegarse sí o sí por una cuestión de supervivencia. Por eso siempre hay apego a la figura de referencia, porque si no significa la muerte. Se apega o mal-apega (apego inseguro) incluso aunque sufran maltrato.

–¿Qué es el método AEIOU?
–María Ángeles Jové: Es nuestro método para construir relación con tu hijo. Lo explicamos en nuestro primer libro. En cada una de las vocales explicamos distintas herramientas muy poderosas con ejercicios prácticos para trabajarlos en casa. La presencia, la escucha, las preguntas poderosas, la curiosidad, la empatía, las emociones...

–Los consejos que ofrecéis en este libro, ¿se podrían extrapolar más allá de la crianza?
–María Ángeles Jové: ¡Por supuesto! Hablamos de la infancia porque todo empieza allí, es el Km 0, pero hablamos en general de todas las relaciones y de la violencia en el mundo. De hecho, en el libro hay un capítulo que se refiere a la violencia en nuestra realidad global y las bases que exponemos son extrapolables a toda la realidad.

–Como madres, ¿qué consejo le daríais al resto de madres y padres?
–María Ángeles Jové: Ante todo que se relajen, que sus hijos no necesitan unos padres perfectos -que no podrían enseñarles nada-, sino que necesitan unos padres imperfectos que les quieran y que estén tranquilos.