Nils Bergman es uno de los máximos estudiosos sobre los efectos en la neuroplasticidad cerebral del recién nacido de los primeros mil minutos de vida, unas experiencias que determinan su salud física y mental así como la de su madre.
Este neonatólogo sueco instalado en África, donde trabaja como misionero en el hospital de Cape Town de Sudáfrica, descubrió que la supervivencia de los bebés prematuros cuando estos se quedaban en el pecho de sus madres se incrementaba en un 50% respecto con aquellos que se quedaban en las incubadoras, entre otras cosas, porque este aislamiento desencadenaba en el recién nacido un estrés tóxico.
El cuerpo de la madre es el hábitat natural del recién nacido y mantenerse en contacto con él permite una buena regulación de la temperatura corporal, del ritmo cardiaco, de la respiración y una sintonización de la frecuencia cerebral del bebé con la de la madre.
Como mamíferos que somos, el creador del método piel con piel -también conocido como cuidados canguro- asegura que necesitamos tener bien cerca el cuerpo de la madre para que puedan ponerse en marcha unos inteligentes programas epigenéticos responsables del desarrollo de la neuroplasticidad cerebral y de la configuración hormonal, tanto de la madre como del bebé; unos mecanismos cuyos cuyos efectos perduran a lo largo del tiempo. Este mismo contacto hace que el comportamiento del bebé estimule la lactancia en la madre y libera oxitocina, la hormona del vínculo.
Sin embargo, estos regalos de la naturaleza pueden verse fácilmente inhibidos por las intervenciones externas cuando nuestra cultura interfiere en la biología. El Dr. Bergman lucha por divulgar estos conocimientos y que el bebé nunca sea separado del cuerpo de la madre. Trabaja para que se recupere el paradigma biológico original que nuestras prácticas médicas han trastocado.
“Los ginecólogos, las matronas y los pediatras están poco formados y saben poco de la importancia de este paradigma”, dice Nils Bergman.
Entrevista a Nils Bergman
–Usted asegura que los mil minutos después del nacimiento establecen nuestras conexiones neuronales cerebrales para toda la vida, así como nuestras creencias sobre el mundo.
–Efectivamente, estos mil minutos, es decir estas 16,66 horas, constituyen una metáfora para hablar de cómo debe ser el primer día de nuestra vida a partir del momento del nacimiento. Para un buen desarrollo neuronal resulta de vital importancia que a lo largo de este día, la madre esté en contacto permanente piel con piel con su bebé. Así el bebé podrá desarrollar por completo su neuroplasticidad neuronal y la adaptación del cerebro al nuevo mundo le requerirá menos tiempo.
–¿Qué ocurre cuando esto no es así y se produce una separación?
–En neurociencia los términos “seguro” o “peligroso” proceden de nuestra neurocepción y las primeras experiencias que tenemos con respecto a lo que es el mundo -un lugar seguro o un lugar peligroso- será primera señal que recibirán los receptores genéticos para decidir cómo cablear nuestro cerebro, es decir, para cablearlo en función de si estamos en un mundo bueno o bien en un mundo peligroso.
Si la señal determina que estamos en un mundo peligroso, esto implica una alta segregación de cortisol para hacer frente al peligro y, por tanto, para conseguirlo los receptores de cortisol están encendidos. Pero un alto nivel de cortisol tiene unos efectos a largo plazo muy negativos, tanto físicamente como psicológicamente para la salud.
Se trata de una respuesta resiliente. La resiliencia implica y requiere ser capaz de segregar unos altos niveles de cortisol para manejar el estrés; pero -y este es un pero con mayúsculas- resiliencia significa también que tienes una gran cantidad de receptores de cortisol que tendrán que regresar a sus niveles normales para que puedas recuperar la calma después del estrés. Significa, pues, que tienes unas conexiones de dopamina (los niveles altos de dopamina se asocian con el placer y los bajos, con emociones negativas) que conviven con los circuitos de oxitocina.
–Usted ha estudiado que cuando se separa el bebé del cuerpo de la madre la criatura tiene distintas reacciones. ¿Una de sus respuestas es un estado de hipervigilancia?
–Cualquier amenaza requiere una evaluación, con lo que la vigilancia es el primer nivel en el que se coloca el bebé cuando se siente poco seguro, es decir cuando no está en su hábitat natural, que es el cuerpo de la madre.
La hipervigilancia -un estado superior- se acompaña del llanto cuando esta amenaza ya resulta muy atemorizante para él.
Si la madre no le salva, eso significa que ella también está en peligro y entonces los llantos se detienen y otros mecanismos de defensa se ponen en marcha como es el llamado mecanismo de “congelación”. Este es un estado de terror que implica una muy alta actividad y autonomía, tanto en el cuerpo como en el cerebro del bebé, que no puede alargarse demasiado tiempo porque implica un gran cansancio.
Si la madre sigue sin rescatar al bebé, entonces este interpreta que debe intentar sobrevivir todo el tiempo que pueda hasta que ella regrese. Así se llega a la disociación, un estado en el cual la frecuencia cardiaca se reduce, así como la temperatura corporal, con el objetivo de conservar energía el mayor periodo de tiempo posible.
–¿Puede explicarnos cuáles son los principales puntos del paradigma biológico natural que usted aboga por recuperar y aplicar en el nacimiento y posparto?
–La separación del bebé del cuerpo de la madre debe ser cero. Sólo la madre y el contacto con su cuerpo pueden hacer sentir seguro al bebé recién nacido. Todas las sensaciones de la madre se transmiten al bebé, pero es sobre todo su olor el que genera una sensación de seguridad y desencadena la segregación de hormonas como la oxitocina, fuente de bienestar. Para la madre la oxitocina es también la hormona llave para que todo el proceso se produzca de una manera sana. La oxitocina es la hormona del vínculo social y familiar.
Estoy absolutamente convencido que los mil minutos después del nacimiento pueden configurar de una manera saludable o insana nuestro cuerpo para siempre. Sin embargo, nadie estudia esto, y me pregunto por qué.
En el contacto piel con piel todo son beneficios. Y deberían preocuparnos, y mucho, los daños y riesgos que produce esta separación del cuerpo de la madre. De hecho, el contacto piel con piel es lo que nuestra biología natural requiere y necesita; no es que sea mejor, es que es lo normal y natural para nuestra biología, mientras que la separación es nociva y antinatural.
–¿Ser una madre-canguro también es importante para asegurar un buen ciclo del sueño en el bebé?
El olor de la madre determina la capacidad del bebé de controlar el sueño y el despertar. También el olor permite al bebé localizar el pezón de la madre y sentirse seguro y a salvo como mamífero que es. Y todo ello configura la amígdala del bebé, la glándula responsable de nuestras reacciones emocionales primarias y de la segregación de dopamina.
La inteligencia es una cosa extraña que nadie sabe realmente lo que es. Y, para mí, lo que más importa es el desarrollo de la inteligencia emocional (que depende de la amígdala), teniendo en cuenta además que el cableado del cerebro se construye a partir del cerebro emocional hacia arriba.
–¿También la lactancia es importante para la salud mental y emocional del bebé?
–La salud mental de bebé requiere diferentes inputs y el primero de ellos y más importante es el de sentirse seguro. Este es el más esencial y el que juega un papel más importante a largo plazo y en la puesta marcha de todas nuestras necesidades biologicas básicas. La lactancia proporciona esta seguridad mucho más que cualquier otro elemento. Efectivamente la lactancia es una de las mejoras formas de alimentación que puede tener un bebé, pero también es mucho más.
–¿Qué papel debe tener el padre en el método piel con piel?
–Es necesario que el padre esté una hora practicando el método piel con piel en las primeras horas después del nacimiento del bebé. Su cerebro también tiene una neuroplasticidad que necesita ser activada a través de este contacto. Sin embargo, la madre debe ser quien pase el mayor tiempo en el piel con piel con el bebé.
Un profesor sueco dijo una vez: “La familia nace en la sala de partos”.
–¿Cuánta menos intervención en el nacimiento más salud física y mental para siempre?
–Las intervenciones son necesarias en algunas ocasiones. Tiene que quedar claro que nosotros no deseamos evitar las intervenciones en general. Pero debemos establecer primero qué pruebas son realmente necesarias después del nacimiento y entonces podemos hacerlas mientras el bebé permanece en el contacto piel con piel y mientras mama.
–¿Diría que si mejoráramos las condiciones que rodean nuestro nacimiento adaptándolas a nuestras necesidades biológicas y programas epigenéticos también mejorarían nuestras sociedades?
–Sí. Sabemos que hay un programa que se pone en marcha en los 1.000 primeros minutos de vida, sin embargo nadie lo ha estudiado, y cabe preguntarse por qué. Es sorprendente que lo que conocemos de este programa sea solamente a partir del estudio con otros mamíferos en los primeros minutos después del nacimiento.