Por mucho que a veces nos empeñemos en verla como una realidad lineal e inmóvil, la vida nos tiene acostumbrados al cambio permanente (nacemos, crecemos, algunos tenemos hijos, todos nos hacemos mayores, morimos...).

Una sucesión de altibajos y circunstancias nos llevan a volver a empezar una y otra vezen ciertos ámbitos de la existencia.

Aunque en ocasiones somos nosotros los dueños de nuestras propias decisiones y optamos por dar un giro de timón a un trabajo que nos mantiene anquilosados o a una relación de pareja insalvable, o nos aventuramos a mudarnos de casa porque sabemos que aunque el proceso será arduo el resultado valdrá la pena, a menudo los cambios nos llegan propiciados por los demás.

Así, nos vamos de un trabajo porque nos echan y nos obligan a buscar otro; nuestra pareja decide dejarnos y volvemos a enfrentarnos a la vida en solitario, al igual que cuando perdemos a un ser querido debemos aprender a vivir sin él o cuando tras superar un accidente o una enfermedad grave contemplamos el presente desde la perspectiva de la segunda oportunidad que se nos brinda.

Las 5 claves para iniciar una nueva etapa como segunda oportunidad

La búsqueda de una situación mejor genera muchas más oportunidades que permanecer pasivos. Hay ciertas actitudes que pueden ayudar.

  • Desprenderse de ciertos aspectos del pasado, como creencias erróneas que ya no nos sirven, personas con las que sentimos que no debemos continuar, emociones que impiden evolucionar... es fundamental para empezar de nuevo. Realizar un ritual o una ceremonia puede ayudar a sentirse más liberado. Podemos escribir en un papel lo que ya no necesitamos y enterrarlo o quemarlo.
  • Sin resentimiento. Firmar la paz con una pareja, un amigo o una empresa que nos ha dejado en el paro y nos obliga a comenzar de nuevo es imprescindible para afrontar la nueva vida sin rémoras. Agradecer las cosas que esas personas nos aportaron y desearles lo mejor es más beneficioso que abrigar pensamientos negativos hacia ellos, ya que, de alguna manera, aquelo que se desea para los demás acaba revirtiendo en uno mismo.
  • Mantener raíces. En el proceso de cambio nos asaltarán dudas, temores, ansiedades, inseguridades... Para evitar despistarse en plena vorágine, lo mejor es echar mano de los referentes internos, de nuestras raíces, aquellas que nos caracterizan y que nos han permitido llegar a donde estamos, a pesar de los avatares de la vida. Para fomentar la confianza en uno mismo y en el proceso vital se puede recurrir a la meditación, la relajación, el yoga o asistir a algún curso de crecimiento personal.
  • Permanecer receptivo. Mantener a raya los temores y dar una mayor cancha a la receptividad y al pensamiento de que todo va a ir bien en nuestro nuevo proyecto es la mejor semilla para que eso acabe sucediendo. Una actitud abierta y expansiva permite una mayor empatía con los demás y nos hace más permeables a los acontecimientos que se nos van presentando.

Estas son las claves para aprovechar un cambio en la vida:

1. Entender el cambio como una nueva oportunidad

En cualquiera de los casos, ya seamos nosotros los impulsores de la nueva situación o sus meros receptores, todo cambio genera una crisis, con el miedo, la incertidumbre, la ansiedad y las resistencias que se crean por el puro instinto de conservación, que busca seguridad y huye de lo desconocido, pero también implica movimiento, ilusión, esperanza y posibilidad de evolución y renovación.

Todo comienzo tiene algo de mágico: el nacimiento de un hijo, el inicio de una vida en pareja, estrenar una casa..

Cuando esos acontecimientos responden a nuestros deseos más íntimos conectamos con el universo, en perpetuo cambio, y la vida parece avanzar a nuestro favor, facilitándonos las cosas. No es extraño encontrarse con personas determinantes o que todo parezca ir rodado.

Son momentos emotivos, intensos y de gran receptividad, en los que sentimos que estamos haciendo aquello que debemos hacer.

Pero en otros momentos, son los demás y sus decisiones quienes nos colocan en el punto de partida.

Noelia Grandes, ama de casa de 58 años que se ha pasado media vida dedicada al cuidado de sus dos hijos, explica que hace un año se enfrentó a un acontecimiento muy difícil: su hija de 25 años se iba a trabajar a París y les dejaba a ella y a su marido solos, ya que su otro hijo, de 27 años, también se había independizado un año atrás.

"De repente me daba cuenta de que tenía que cocinar para mí sola (mi marido no regresaba hasta la noche debido a su trabajo), veía las habitaciones vacías... ¡la casa se me caía encima! Pensaba continuamente en mis hijos: en qué estarían haciendo, si se encontrarían bien, me acordaba mucho de cuando eran chiquitines, de la alegría y las risas que corrían por toda la casa.

Me pasé meses llorando amargamente su vacío, pensando en lo imprescindibles que se habían hecho para mí y en la necesidad de volver a inventarme mi vida en esta nueva etapa", explica Noelia.

"Tras el duelo, porque lo viví como un duelo, comencé a preocuparme por cuidar más de mí misma y por buscar otras ocupaciones dentro de mis posibilidades. Ahora, por las mañanas ayudo a mi marido, que tiene una pequeña empresa de transporte, en las tareas administrativas.

Luego, algunas tardes acudo a un taller de crecimiento personal al que me apunté y otras salgo a caminar con un grupo de amigas. Después ya llega mi marido y compartimos la vivencias del día.

Veo a mis hijos con más frecuencia de la que creía (más al mayor, que vive cerca) y lo cierto es que cuando estamos juntos soy absolutamente feliz, pero me he acostumbrado a tener mi propio espacio y a estar más por mí.

He tenido como un reencuentro conmigo misma, algo que también ha sido muy positivo", concluye.

2. Vivir el presente para asumir el cambio

Algo interesante que se nos ofrece al volver a empezar es que estamos más despiertos y atentos a lo que nos sucede. Vivimos más el presente, con nuestros anhelos e incertidumbres formando parte de la misma balanza, como apunta Alfonso Romera, un veterinario de 40 años.

Desde el año 2003 convive con un cáncer de pulmón que ha logrado estabilizar sometiéndose a tres ciclos de quimioterapia y, según sus propias palabras, cambiando su forma de actuar y de pensar.

"Desde el principio del tratamiento empecé a buscar en mi interior el porqué de todo esto. Con la ayuda de ciertas personas claves de mi entorno fui descubriendo mis propios errores a lo largo de 40 años y cómo debía comportarme para ser feliz conmigo mismo y para hacer feliz a los que me quieren, y también, por qué no, a los que no me quieren o no me conocen.

Puedo decir que hoy me siento más tranquilo en mi interior que antes de conocer mi enfermedad. Y con respecto al tiempo, que es un invento nuestro, actualmente pienso que dedicarnos a vivir el presente es la mejor inversión que podemos hacer para retomar el día a día tras la enfermedad".

Alfonso comparte su vida con su mujer y sus hijas gemelas, nacidas por inseminación artificial el 1 de enero del 2005, tras la irrupción del cáncer.

"Son encantadoras y me enseñan cosas como las ganas de reír, la espontaneidad, la sinceridad... Hay tantas cosas que antes no tenía en cuenta y que hoy son capitales para mí, que me hacen llegar a la conclusión de que lo que aparentemente es una desgracia puede llegar a convertirse en una gran oportunidad para ser más feliz, de una manera serena y tranquila, y saber que con buena actitud mental se pueden afrontar problemas muy serios y avanzar en tu particular camino", comenta Alfonso.

Volver a empezar nos ofrece la posibilidad de corregir errores y modificar ciertas conductas o patrones que no funcionaron en el pasado.

3. Una actitud de antropólogo ante la oportunidad

Una buena forma de atender a ese despertar interior o ese vivir el presente que se desata con las experiencias límite o los comienzos es, como dice Alfonso y corrobora la psicoterapeuta gestáltica Aurora Morera, enfrentarnos a los acontecimientos con una actitud positiva.

"Hay una actitud, que a mí me gusta llamar la del antropólogo, que se acerca a territorios nuevos con curiosidad. Observa lo que llega a su mirada, lo escucha, lo registra y evita sacar conclusiones rápidas, porque sabe que eso sólo podría hacerlo desde la cultura que ya conoce, y lo que está observando es nuevo.

La segunda actitud es la del juez. El juez mira las cosas con la 'ley' en su cabeza. Y las juzga buenas o malas según se adapten a esa antigua ley por la que se rige. Un juez no aprende nada de la nueva cultura, solo mide si se parece o no a la vieja que ya conoce", explica Aurora.

"Volver a empezar requiere un buen grado de observación, de escucha de lo nuevo. Claro que esto nos divide, pues también necesitamos sentirnos seguros, ordenar el caos, y para eso recurrimos a lo que ya conocemos y podemos nombrar.

Esa lucha interna va a estar ahí y no vale la pena hacer nada para evitarla. Lo mejor es comprender ambas partes, escuchar todas las voces, como miembros de un equipo que, aunque bien distintos uno del otro y a veces en conflicto, aportan una información que hace que podamos ver las cosas de forma más completa", concluye Aurora.

4. Aprender a pasar página

Sin duda, las mayores resistencias frente a los cambios vienen dadas por lo novedoso y desconocido que resulta el terreno que se abre ante nuestros ojos y lo cotidiano y conocido que es lo que dejamos atrás, aunque en muchos casos se trate de una situación caduca e insatisfactoria.

Ante las dudas y temores lo mejor es dejar que la nueva situación nos enseñe aquello a lo que las circunstancias anteriores no nos permitían llegar, obedeciendo a la máxima de que si siempre haces lo mismo siempre tendrás lo mismo, mientras que el cambio te permite explorar nuevos territorios.

Para ello es importante hacer las paces con el pasado y agradecer las cosas positivas que nos deparó, aprendiendo con ello a pasar página.

El hecho de enfrentarnos con un nuevo comienzo nos obliga a partir de cero en muchos aspectos de nuestra vida, pero con la experiencia de lo ya vivido.

Inmersos en la nueva etapa, nos sorprendemos viendo que tomamos una mayor conciencia del presente, de las cosas que nos pasan y de su porqué, que nos hacemos más dueños de nuestra propia vida y recuperamos una identidad y unas ganas de hacer cosas que parecían dormidas, y que a la par que vamos tomando decisiones y avanzando en la consecución del cambio valoramos más los recursos con los que contamos para hacer frente a las situaciones.

5. Encaminarse hacia la realización de los sueños

Es el caso de David Rivero, periodista de 48 años que tras una larga carrera en la que había trabajado para diferentes empresas editoriales decidió hace unos años dejar un empleo fijo y bien remunerado para trabajar por libre.

"Cuando tomé esta decisión mis familiares y amigos me decían que estaba loco, que cómo iba a dejar un puesto de trabajo seguro para embarcarme a mi edad en una aventura semejante que no sabía cómo iba a salir; pero yo lo tenía claro: mi anterior trabajo no me satisfacía y yo contaba con la experiencia y los recursos necesarios para que mi apuesta funcionara.

Y funcionó. Hoy vivo más tranquilo. Se acabaron las pagas extras, pero tengo mayor libertad de acción y dispongo de más tiempo para mí. Creo que arriesgarse mereció la pena porque nunca lo viví como un suicidio, sino como una liberación.

Luego siempre me ha ocurrido que cuando he mantenido una postura valiente y consecuente conmigo mismo, claro que he sentido vértigo y ansiedad, como todo el mundo, pero la vida me ha compensado. Llámalo magia o lo que quieras, pero a mí me ha funcionado", asegura David.

Puede que comencemos una nueva relación, que nos propongamos salvar la que ya tenemos,quecomencemos a vivir en otro lugar, que iniciemos una nueva experiencia laboral o nos reincorporemos tras las vacaciones al viejo puesto de trabajo con el propósito de transformar muchas de las cosas que dejamos al marcharnos...

En cualquiera de estos casos, volver a empezar, aparte de sacarnos del estancamiento y la paralización a la que a veces nos conduce la vida, nos ofrece la posibilidad de corregir errores y modificar ciertas conductas o patrones que no funcionaron en el pasado.

Morimos al pasado y renacemos al presente, con ganas, ilusión y fuerza para sacar nuestro proyecto adelante y manteniendo un espíritu de renovación imprescindible para que nuestra vida sea cada vez más plena y auténtica.

Algo maravilloso de los comienzos es que, aunque requieren una buena dosis de esfuerzo, energía, realismo y planificación de objetivos, nos conducen a ese terreno fructífero en el que muchos de nuestros sueños acaban materializándose. La mayoría de las veces para conseguirlo solo debemos perseverar y seguir los dictados de nuestro corazón.

Libros para empezar de nuevo

  • Recetas para vivir y amar; Laura Huxley. Ed. RBA-Integral
  • El cielo es el límite; Wayne W. Dyer. Ed. Grijalbo
  • Aprender pensamiento positivo; Caterina Rando. Ed.Oniro