Cuando llevamos un tiempo realizando el mismo trabajo, aunque todo vaya bien, podemos sentir que hemos perdido el buen humor y la energía que presentábamos al principio. También puede ocurrir que, de repente, nos sintamos desanimados. ¿Por qué ocurre? El desánimo en el trabajo surge cuando todo el mundo se toma las cosas demasiado en serio.

Trabajamos de manera provechosa y objetiva. Sin magia y sin chispa; sin disfraces, solo con la ropa adecuada; sin tigres, hadas ni búsquedas del tesoro. Sólo documentos, agendas y notas de actas.

Por qué surge el desánimo en el trabajo

Toda fatiga innecesaria surge de la fricción. Lo que podría ir como una seda, se ve frenado.

Esa fricción se produce cuando decimos "sí" y "no" a la vez a un trabajo. Pensamos: "Sí, tengo que hacerlo". Pero a la vez adoptamos una postura contraria: "No, esto no me gusta. No me apetece nada hacerlo".

Es como si alguien condujera tirando del freno de mano (el "no") y pisando a la vez el acelerador ("Sí, tengo que hacerlo"). Pisar el acelerador tirando del freno de mano provoca que apenas nos movamos y requiere un gran consumo de combustible.

Los efectos son similares con los trabajos. Si alguien se siente obligado a hacer algo que no le gusta, le cuesta avanzar, enseguida se queda sin fuerzas y a la larga arriesga la salud.

Y no sólo en el ámbito profesional, sino en cualquier actividad. En la vida privada mucha gente hace cosas que no desea. Van a fiestas o a actos donde no se sienten a gusto. Asumen obligaciones que les resultan pesadas o se cuidan de cosas que ya no les satisfacen.

Todo lo que hacemos con un "no" mental nos resulta difícil. Y si además nos sometemos a la presión de querer ser perfectos o rápidos la fatiga aumenta. Cada vez resulta más penoso.

Explora nuevas habilidades

Tu "no" es la clave para salir de la fatiga. Dile "sí" a tu "no".

Porque detrás de tu "no" está lo que te gusta hacer. Tus verdaderos intereses, tus habilidades y tus talentos.

Si haces lo que te gusta, trabajarás sin esfuerzo, sin resistencia anímica. Si quieres vivir y trabajar sin esfuerzo, persigue lo que te apasiona.

Saca a la luz tus puntos fuertes y tus talentos. Los tiros van por donde está tu "sí". Procura ganar dinero con lo que te gusta hacer.

Tú eres el punto de partida. Los demás solo podrán tomarse en serio tus puntos fuertes y tus talentos si tú también te los tomas en serio. Si tú crees que vales, los demás serán capaces de pagarte bien.

La fatiga es el resultado de un "sí" y un "no" simultáneos. Y la vida fácil surge del amor.

El amor es la materia con la que suprimirás el trabajo. Cuando la gente ama lo que hace, está mentalmente en su "sí". Está motivada.

Pon freno a los pensamientos negativos

Cuando te pidan hacer algo que no te gusta, primero hay que pensar cómo se puede salir de una situación desagradable. Pero si es imposible o has decidido soportarla, entonces pon freno a los pensamientos negativos. Esto también vale para las situaciones que no te gustan.

Cuando decidas hacer algo a pesar de que no te apetezca, suprime el "no". Te será más fácil realizar los trabajos desagradables si no te instauras en el negativismo. En la práctica se trata de concentrarse en lo que hay que hacer sin pensar que no te gusta el trabajo y poniendo freno a los comentarios negativos.

Ponte retos y "juega" como un niño

Cuando uno tiene mucho que hacer el buen humor actúa como un lubricante: hace que todo funcione mejor. Mucha gente está interesada en mejorar su estado de ánimo. Pero, de momento, aún nos falta saber cómo podemos conseguirlo.

Las investigaciones sobre el buen humor todavía andan en pañales. Y precisamente en los pañales, en la infancia, es donde habría que buscar, puesto que, de niños, éramos capaces de vivir única y exclusivamente para lo que hacíamos. Y la mayor parte del tiempo estábamos de buen humor.

En aquella época acometíamos grandes tareas sin pensar en la fatiga. Todo era como un gran juego y nos resistíamos a abandonarlo cuando nos llamaban para ir a comer o a dormir.

El secreto del disfrute está en la infancia.

Al llegar a la edad adulta nos esforzamos por ser serios e importantes. Y apartamos todo lo que sea jugar. ¿Y si lo recuperamos? Haz la prueba: plantéate el trabajo como si fuese un juego y observa cómo, de repente, todo tiene algo más de sentido para ti.