Es propio de las personas inseguras y faltas de confianza en sí mismas analizar meticulosamente todas las opciones que tienen ante sí antes de tomar una decisión y, bastante a menudo, no acabar de sentirse confortables con lo decidido.

Manual para tomar buenas decisiones

A menudo son solo nuestros pensamientos los que nos provocan malestar y ansiedad. La desconfianza en nosotros mismos y en los demás empantana nuestra mente. Pero existen hábitos que podemos poner en práctica para simplificar nuestras decisiones y, de paso, ganar confianza.

1. La lista de los pros y los contras

Sería bueno acostumbrarse a llevar a cabo un análisis más objetivo y concreto de las ventajas y desventajas de cada opción –haciendo una lista en una papel– en lugar de dejarse llevar por la imaginación que, teñida de miedo, es mala consejera.

2. Busca lo positivo de la situación

El método que nos propone la Terapia Breve Estratégica para llegar a positivar una situación concreta es el de la “peor fantasía”. La puedes realizar de forma sistemática, integrándola en tu rutina diaria.

Escribiendo durante más o menos una hora seguida todos los pensamientos catastróficos y pesimistas sobre lo malo que te puede ocurrir.

La cuestión es que, una vez aceptas todos tus males, el miedo desaparece y puedes ver la situación de forma más positiva.

3. Date cuenta de que vives en el futuro

Y de que tus predicciones son catastróficas. ¿Cómo sería realizar predicciones optimistas? ¿Puedes llegar a pensar que algo va a ir bien? ¿Te das permiso para soñar? Prueba a hacerlo aunque estés angustiado.

¿Cómo sería pensar en positivo la misma situación que ahora percibes como peligrosa?

Date cuenta de que a menudo son solo tus pensamientos los que te provocan malestar y ansiedad cuando en realidad no está sucediendo nada realmente malo y tienes una vida tranquila.

4. Confía más en los demás

No siempre quieren hacerte daño. Puede ser cierto que en el mundo haya personas que nos quieran hacer daño, pero también lo es que otras nos van a querer. Somos seres afectivos, además de competitivos.

Cuando desconfíes de alguien, pregúntate si no se trata de una proyección de algo que tú estás sintiendo o de algún sentimiento de rabia y frustración que no estás expresando. Es decir, cuestiona si lo que estás viendo en los otros no es realmente algo tuyo. Sentir rabia y miedo es algo propio de todo ser humano y no hay porqué negarlo.

Confiar en uno mismo es saberse capaz de afrontar lo que nos depara la vida, saber que nuestro destino está en nuestras manos, y que sueños y proyectos están a nuestro alcance.

Confiar en los demás es saber entregarse, dar antes de recibir, defendiendo las propias necesidades y deseos. Confiar es sentir que podemos disfrutar.

5. No te exijas el papel del héroe

Es frecuente en las personas inseguras querer resolver las cosas de forma épica y esta es la raíz de su gran desconfianza hacia sí mismas. Nunca pueden responder a sus propias expectativas.

¿Podrías premiarte cada vez que resuelves algo de forma fácil?

Simplemente, conformarse con un poco menos y solucionar las cosas de forma adecuada y no heroica ya sería suficiente.

6. Definir al máximo la situación y las metas

Es fácil cuando no se tiene confianza en uno mismo no asumir la responsabilidad, no definir bien las situaciones para poder dilucidar qué es lo que debemos hacer, cuáles son nuestros objetivos y los pasos para alcanzarlos. Realizar este ejercicio de definición nos ayudará a diluir la incertidumbre y poder celebrar los éxitos. Todo junto, es lo que nos generará confianza.

7. Tomar consciencia del cuerpo

Conectarse con el cuerpo y sus necesidades de forma regular a lo largo del día, ayudará a salir de la mente. Esto nos aleja de la ansiedad que es fruto de la anticipación hacia el futuro, un hábito de nuestra mente.

En cambio, el contacto con el cuerpo y las sensaciones nos conecta con el presente. Prueba a ponerlo en práctica mediante la respiración o alguna actividad física.