La inteligencia se suele definir como una capacidad mental muy general utilizada habitualmente para razonar, resolver problemas, aprender y adaptarse. Siempre motivo de fascinación, para la psicología ha sido objeto de estudio desde que hizo su aparición como ciencia.

Los primeros esfuerzos se concentraron en medirla. Alfred Binet fue uno de los pioneros en esta labor, que dio lugar posteriormente al famoso coeficiente de inteligencia o CI, todavía hoy en pleno uso, y con el tiempo también a diferentes tipos de test para su determinación.

Más allá de su medida, otros investigadores se han preocupado por conocer diferentes aspectos de la inteligencia, como su estructura o sus procesos, es decir, cómo funciona.

De toda esta labor han surgido muchos conocimientos, y con ellos diferentes maneras de entenderla, con teorías y modelos dispares.

Uno de los debates más calientes surgidos de esta realidad compleja se centra alrededor de una cuestión clave: ¿se debe hablar de inteligencia en singular o en plural?

¿Se puede medir la inteligencia?

Detrás de esta polémica se encuentra, por un lado, una posición muy influyente, defendida por los partidarios de los tests clásicos, que considera la inteligencia como una capacidad única, estable y fuertemente determinada por la herencia.

La pregunta esencial que intenta responder esta forma de entender la inteligencia es: ¿cuán inteligente es usted?

En el otro extremo se encuentra un punto de vista que adopta una visión pluralista y que describe esta capacidad en términos de un conjunto de inteligencias perfectamente definidas.

Considera que la inteligencia es algo que cambia y se desarrolla en función de las experiencias, que es el resultado de la interacción entre los factores biológicos y los ambientales y, por tanto, educable, y que las mentes y cerebros humanos son entidades altamente diferenciadas que no casan fácilmente con la inteligencia definida por el CI.

En este caso la pregunta esencial que se intenta responder es: ¿de qué forma es usted inteligente?

Si bien la semilla de esta segunda postura fue sembrada hace ya muchas décadas, su principal valedor e impulsor actual es el psicólogo norteamericano Howard Gardner, que en 1983 comenzó a dar a conocer su teoría de las inteligencias múltiples (IM).

Rebelándose contra una concepción monolítica y estable de la inteligencia, Gardner señala que nos encontramos ante dos alternativas: continuar con las ideas tradicionales de la inteligencia y de cómo debe ser medida o buscar una hoja de ruta nueva para interpretarla y desarrollarla.

Además de proponer la existencia de diferentes tipos de inteligencia, la teoría de las IM señala que estas, aun trabajando a menudo de manera conjunta, son independientes entre sí.

Se puede dar el caso, por ejemplo, de que una persona sea muy competente haciendo cálculos matemáticos pero en cambio tenga poca habilidad para hacer amigos, o que a otra pueda costarle expresarse verbalmente pero sea una gran deportista, lo cual parece incuestionable observando lo que ocurre en la realidad.

También señala que los tests tradicionales solo miden las inteligencias verbal-lingüística y lógica-matemática, y dejan de lado todas las demás capacidades. De hecho, en la escuela y los diferentes ámbitos académicos se potencian casi de manera exclusiva estos dos tipos de inteligencia. El resto queda en un plano muy secundario.

Qué es la teoría de las inteligencias múltiples

Más allá de la habilidad para la lógica y el lenguaje, otras aptitudes merecen igual atención. A la hora de aprender y de enseñar, concentrarse de forma exclusiva, o casi, en las capacidades lingüísticas y lógicas, tal como se suele hacer en el ámbito académico, puede considerarse una pérdida o un desperdicio para quien tiene capacidades en otras inteligencias.

Este error tan común impide aprovechar al máximo las potencialidades de cada uno, condena injustamente al fracaso a muchas personas y cierra la puerta a habilidades y capacidades que son esenciales tanto para tener éxito en el mundo como para vivir una vida feliz.

Ante este panorama limitante, estereotipado y frustrante, la teoría de las inteligencias múltiples se presenta como una bocanada de aire fresco y propone:

  • Poner de relieve la variabilidad entre individuos y desarrollar las diferencias; luchar contra la homogeneización.
  • Cambiar el enfoque tradicional reduccionista centrado en el déficit, en lo que falta, por otro que facilite descubrir y potenciar los puntos fuertes de cada uno.
  • Fomentar un desarrollo más holístico del cerebro y una visión más armónica e integradora de las capacidades personales; centrarse tanto en el "qué" se aprende como en el "cómo" se aprende.
  • Estimular la curiosidad.
  • Potenciar la flexibilidad mental.
  • Pasar de un papel pasivo, reactivo y dependiente en el aprendizaje a otro activo, prepositivo y autónomo.
  • Dar preferencia a la comprensión frente a la memorización mecánica de datos.
  • Ampliar el abanico de conocimientos básicos para la vida.
  • Reivindicar las inteligencias marginadas; democratizar el saber.
  • Favorecer el enriquecimiento personal.
  • Estimular más la colaboración y menos la competición.
  • Facilitar la adaptación de la persona al mundo.

La teoría de las IM no se basa en la pura intuición. Para que una inteligencia sea considerada como tal debe cumplir algunos criterios.

El daño de un área del cerebro, por ejemplo, puede destruir el comportamiento de un tipo de inteligencia, lo que permite señalar qué áreas cerebrales la definen. También se demuestra que hay personas con una capacidad excepcional en un solo ámbito.

De momento nueve inteligencias parecen tener una entidad diferenciada. Y está prevista la posibilidad de incluir otras inteligencias más.

¿Cómo potenciar las diferentes inteligencias?

La teoría de las inteligencias múltiples defiende que cada uno posee un perfil propio y único de inteligencias, que, además, está en dinámica constante como consecuencia tanto de la propia gestión que cada uno hace de ellas como de las influencias recibidas del entorno.

Puede haber personas que gocen de varias inteligencias en un grado elevado, otras que tengan un nivel elevado de alguna y muy bajo de otras, y otras que tengan un nivel medio de todas... Existen tantas combinaciones como personas.

Por poner un ejemplo conocido, se considera que Einstein sobresalía en inteligencia espacial y lógico-matemática pero demostraba poca inteligencia interpersonal pues, según parece, no era hábil en el trato social.

La propuesta de las inteligencias múltiples es poderosa y, más allá de su influencia en procesos como la atención, la percepción, la memoria y el aprendizaje, alcanza también a las esferas emocional y motivacional.

Tras ella hay un mensaje de autoaceptación y un aumento de las expectativas, oportunidades y resultados. Cada uno ha de ir identificando y construyendo su propia manera de aprender y de estar en el mundo.

El objetivo último es sacar el máximo potencial de uno mismo, obtener el mayor rendimiento posible del cerebro y la mente en los diferentes ámbitos para vivir una vida lo más plena y significativa posible.

Tipos de inteligencia

Para descubrir la forma peculiar de ser inteligente de cada uno se puede prestar atención a cuáles son las conductas más habituales, a cómo se responde a los pequeños y grandes desafíos, a qué se dedica el tiempo libre, a cuáles son las conductas, actividades y entornos que hacen sentirse mejor y más competente, de qué forma se suele procesar la información y a qué tipo de recursos y habilidades se suele recurrir.

1. Inteligencia verbal-lingüística

Es la clave maestra para la comunicación, la expresión y la transmisión de ideas en forma verbal.

Es la responsable de la producción y recepción del lenguaje, los pensamientos simbólicos, la capacidad de leer y escribir, contar historias. Se puede apreciar en poetas, escritores, oradores, docentes, personas políglotas...

Para fomentarla: Se pueden practicar juegos de palabras y lectura rápida, elaborar exposiciones, dialogar, argumentar y debatir, contar chistes, buscar antónimos y sinónimos, llevar un diario personal, resolver adivinanzas y crucigramas, aprender idiomas, hacer teatro...

2. Inteligencia lógica-matemática

Es la inteligencia que conocemos como pensamiento científico. Tiene la capacidad de trabajar con números y formas geométricas. Da facilidad para resolver problemas aritméticos y juegos de estrategia, para realizar experimentos...

Es propia de los científicos, programadores informáticos, contables, abogados, banqueros y, por supuesto, matemáticos.

Cómo fomentarla: Se practica con análisis y síntesis, clasificaciones, abstracciones, cálculos mentales, experimentos, sudokus y presupuestos. También sopesando causas y consecuencias, llevando la contabilidad doméstica, deduciendo y sacando conclusiones, cuestionando o haciendo críticas constructivas.

3. Inteligencia corporal-cinética

Es la habilidad para emplear el cuerpo y expresarse con él. Este tipo de inteligencia procesa conocimientos a través de sensaciones corporales.

Caracteriza a deportistas, bailarines, mimos, actores, artesanos, masajistas... y en general a todas las personas que se dedican a un trabajo físico que requiere precisión y arte.

Cómo fomentarla: Se puede escribir con la mano no dominante, aprender bailes, crear coreografías, hacer manualidades, expresar emociones con mímica, profundizar en la comunicación no verbal, hacer acrobacias, relajarse...

4. Inteligencia visual-espacial

La clave de la base sensorial de esta inteligencia es el sentido de la vista. Permite pensar en imágenes y ayuda a orientarse en el espacio y reconocer las caras.

Quien la posee se entusiasma con puzzles y juegos de construcción. También dibujando o soñando. Es propia de arquitectos, diseñadores, geógrafos, pintores, escultores, decoradores, jugadores de ajedrez o modistos, por ejemplo.

Cómo fomentarla: Se puede pintar, esculpir, realizar mapas conceptuales, dejar volar la imaginación, diseñar interiores, seguir trayectos mentalmente, recordar imágenes, leer ante el espejo, jugar a las cartas y videojuegos, programar rutas y excursiones, diseñar ropa ...

5. Inteligencia auditiva-musical

Reconoce ritmos y patrones musicales, es sensible a los sonidos ambientales, a las tonalidades de la voz humana y a los instrumentos musicales. Se encuentra muy desarrollada en los instrumentistas, compositores y cantantes, y en los amantes de la música, en general.

Cómo fomentarla: se puede cantar, silbar, hacer percusiones, reconocer los instrumentos presentes en una canción, escuchar a los pájaros, componer canciones, aprender a tocar un instrumento...

6. Inteligencia interpersonal

Reconoce los estados de ánimo, las motivaciones, los deseos y las intenciones de los demás, lo que favorece las relaciones sociales y la comunicación.

Permite moverse de manera hábil en sociedad y es propia de personas que se dedican a las relaciones públicas, diplomáticos, maestros, terapeutas, líderes de cualquier tipo, vendedores, etc.

Cómo fomentarla: se pueden realizar actividades de grupo y juegos de equipo, practicar la mediación y resolución de conflictos, ejercer un voluntariado, aprender a escuchar y a preguntar, aprender asertividad y habilidades sociales...

7. Inteligencia intrapersonal

Es la capacidad de comprenderse a uno mismo, de tener una idea lo más ajustada posible de quiénes somos.

Hace referencia a aspectos internos de cada uno, como el autoconocimiento, el autocontrol y la capacidad de reconocer las propias emociones, la manera de pensar y el estado de tensión o relajación en el que nos encontramos. Nos ayuda a conocer cuáles son nuestras capacidades y límites.

Es habitual en psicólogos, filósofos, pensadores y en general personas a las que les gusta reflexionar sobre sí mismas.

Cómo fomentarla: se pueden desarrollar la autoestima y el autocontrol, escribir reflexiones, meditar, conseguir tiempo para uno, definir objetivos y valores, descubrir automatismos mentales, ahondar en el propio mundo emocional...

8. Inteligencia naturalista

Está relacionada con la observación, el conocimiento y el goce del entorno natural. Favorece el contacto con la naturaleza y su respeto. Es la inteligencia propia de biólogos, meteorólogos, excursionistas, ornitólogos y ecologistas.

Cómo fomentarla: se puede tener una mascota, cuidar un jardín o huerto, estudiar las estrellas, reciclar, realizar actividades en contacto con la naturaleza y contribuir a la conservación de las especies.

9. Inteligencia existencial

Permite captar y reflexionar sobre cuestiones fundamentales de la existencia. Es la inteligencia de sabios, religiosos y líderes espirituales.

Cómo fomentarla: se pueden estudiar diferentes filosofías y religiones, definir qué es lo verdaderamente importante para uno, aprender a superar adversidades, fomentar el altruismo, conocer y poner en práctica los derechos humanos...

Lecturas sobre inteligencias múltiples

  • Inteligencias múltiples; Howard Gardner. Ed. Paidós
  • El poder del cerebro; Susan Greenfield. Ed. Crítica

Inteligencias múltiples e inteligencia emocional: un matrimonio fecundo

El éxito del concepto de inteligencia emocional se debe en buena medida a haber sido capaz de relacionar dos conceptos, inteligencia y emoción, tradicionalmente separados e incluso a menudo considerados opuestos.

Popularizado por el psicólogo Daniel Goleman en la década de los noventa, fue de hecho creado por Howard Gardner años antes para referirse a la combinación de las inteligencias interpersonal e intrapersonal.

En lo esencial, la primera permite comprender al prójimo y trabajar con él, mientras que la segunda permite comprenderse y trabajar con uno mismo.

Se distinguen cuatro habilidades básicas para gestionar las emociones:

  • reconocerlas y expresarlas
  • usarlas inteligentemente
  • comprenderlas
  • controlarlas.