Durante la pandemia se ha popularizado el concepto de distancia de seguridad, la cual se ha determinado en 1,5-2 metros. Pero el concepto de distanciamiento social no es nuevo. Desde la psicología se ha estudiado la distancia que solemos mantener con los demás en diferentes contextos y cómo, sin pretender calcular las distancias, muchas veces ejercemos un distanciamiento o un acercamiento social.

Según el tipo de relación que se tiene con determinadas personas, existe un mayor o menor acercamiento físico. “Hay estudios que avalan que sin intencionalidad alguna y frente a lo que conozcamos a alguien, se favorece determinada proximidad o lejanía. Esto nos permite procurar mayor profundidad en los detalles y focalizar mejor nuestra atención”, sostiene el psicólogo Demian Todo Martí.

“Informes que hablan de los tipos de distancia interpersonal, exponen que en eventos sociales con desconocidos o entrevistas de trabajo, se mantienen una distancia de 1,2 y 3,5 metros. Algo que dista a si estamos con amigos íntimos o conocidos (14 cm y 120 cm). En las relaciones amorosas la distancia oscila entre 45 cm y ninguno”, asegura este especialista.

¿A qué distancia solemos interaccionar con otras personas?

Resulta frecuente escuchar por parte de alguien (o solicitarse a nivel particular) el deseo de disfrutar y alcanzar durante un tiempo, el espacio propio, íntimo y privado. Esto es, el espacio vital de cada sujeto.

Expertos en psicología refieren que este requerimiento suele producirse cuando conviene cierto agobio a causa de otras personas e impera la necesidad de soledad y no invasión.

Muchos expertos han estudiado desde hace años el concepto de espacio personal y también las diferentes distancias que establecemos con las personas en función de la relación que tenemos con ellas. Existe una división por zonas propuesta por Edward T. Hall. Estas zonas son:

  • La zona íntima: Entre 15 y 45 centímetros. Compartimos este espacio con las personas más cercanas a nosotros (pareja, familiares, amigos íntimos y mascotas). Dentro de esta zona existe una zona más pequeña, la cual se extiende de la piel hasta 15 centímetros de distancia, cuando hay contacto físico y que conforma la zona íntima más cerrada.
  • La zona personal: Entre 45 centímetros y 1,22 metros. Es la distancia a la que nos mantenemos de los demás en fiestas, actos sociales y reuniones con amistades.
  • La zona social: Entre 1,22 metros y 3,60 metros. Resulta la distancia que mantenemos con desconocidos.
  • La zona pública: Es superior a los 3,60 metros. Es la distancia en la que nos sentimos más cómodos cuando estamos frente a un grupo numeroso de personas.

Las cifras de las distancias pueden variar y “deben respetarse según culturas y personas”, en conclusiones de Hall.

En el libro El lenguaje del cuerpo, de Allan y Barbara Pease se habla de que culturas como la japonesa, están acostumbradas a grandes cantidades de personas. Esto revierte en que los individuos tengan un menor espacio personal.

En Europa del Norte hay una necesidad de mayor espacio personal. Esto causa una fama de poca cercanía en el trato al otro.

El psicólogo Marc Muñoz sugiere que resultaría interesante estudiar la distancia social en otras situaciones. “Un ejemplo sería deducir la relación que mantienen dos personas en base a como se abrazan, de tal modo que cuanta menor distancia haya entre sus caderas, mayor confianza habrá entre ellas”.

“También sería preciso apreciar las diferencias entre mujeres y hombres en cuanto a las distancias o qué sucede al entrar en un espacio cerrado como un ascensor en las que tendemos a evitar el contacto ocular dado que no podemos mantener una distancia social cómoda”, añade Muñoz.

Por qué a algunas personas les alivia la distancia social

En estos días de crisis sanitaria hay personas que se sienten más cómodas y seguras al mantener la distancia de seguridad con otras.

En el caso de los niños respecto a otros individuos, cambia el frecuente “dale un beso”. “Al igual que nosotros podemos decidir quién entra en nuestro espacio privado. Lo mismo podrán hacer los más pequeños, algo que puede resultar un alivio para ellos”, añade Carmen Picazo, psicóloga sanitaria.

Para otros sujetos resulta más complicado. Picazo conviene que la distancia mantenida con otras personas no es igual para todos y refiere algunos factores que intervienen:

  • Características personales.
  • Aprendizaje/educación recibida.
  • Tipo de sociedad en la que se desarrollan los individuos.
  • Tipo de relación entre las personas.
  • El contexto.

Distancia de seguridad: una barrera invisible

Gran parte de la población utiliza el acercamiento y el contacto físico para transmitir aquello que no se pueden demostrar con palabras. “Durante estos meses se ha producido un cambio muy brusco en este sentido”, declara Todo Martí.

“Estamos obligados a tratar con amigos o familiares desde la distancia, como si fuesen desconocidos”, añade el profesional.

Los seres humanos vivimos en comunidad y nos relacionamos con otros sujetos. “Está claro que cuando compartimos un espacio físico, sea con conocidos o desconocidos, mantenemos una distancia determinada. Esta distancia zonal comunica y depende del tipo de relación que tenemos con esas personas. No obstante, también influye nuestro espacio personal”, manifiesta Marc Muñoz.

Perdemos información que nos proporcionaban sentidos como el olfato o el tacto. Los besos o abrazos han sido sustituidos por sonrisas ocultas bajo una mascarilla. Tenemos una sensación continua de necesitar cercanía y nos contenemos a diario por el bien común, sintiendo a nuestra gente un poco más ‘lejos’”, declara Demian Todo Martí.

Para Todo Martí, “la distancia social tan necesaria en estos tiempos, indirectamente es una barrera invisible que hemos de poner en nuestras relaciones antes tan cercanas”.

¿Cómo nos afecta esto? “Resulta preciso ahondar más en el tema y elaborar una clara diferenciación entre conceptos. Distancia social no significa distancia emocional”, asegura la psicóloga sanitaria Carmen Picazo.

“Aunque, indudablemente, para que esta última no se resienta, debemos practicar otras formas de contacto con nuestros seres queridos”, dice Picazo.

“Se está dando paso y mayor relevanciaa la comunicación verbal deficitaria en términos generales en cuanto a halagos se refiere”. Debe hacerse ahora un esfuerzo por pronunciar los “te quiero” y los adjetivos calificativos referidos a una persona querida que antes se daban por supuesto”, concluye la experta.