En estos días, el gobierno y las comunidades autónomas, debaten cómo será la normalidad escolar a partir del mes de septiembre. Aunque, en un principio, se barajó la posibilidad de seguir un sistema mixto, presencial/online, cada vez se habla más de que todos los alumnos vuelvan a las clases presenciales. Bajar la ratio, separar a los niños por turnos, montar nuevas aulas en los espacios comunes, la hora del recreo por clases separadas, etc. Muchas son las propuestas para esta nueva realidad escolar que arrancará en septiembre.

Tras varios meses de encierro y un verano en el que las medidas higiénicas y de distanciamiento social marcarán la pauta, ¿cómo puede afectar a los niños, a nivel emocional, este retorno a las aulas? ¿Qué disposiciones se pueden tomar para ayudarles a realizar una transición saludable a su nueva realidad?

Estado emocional delicado

Tras varios meses de confinamiento, la situación emocional de los niños es especialmente delicada. Si a esto le añadimos el estrés suplementario de las precauciones especiales que aún debemos mantener y las medidas de protección que deberán seguir en el colegio, resulta comprensible que muchos niños vivan la vuelta al cole sumidos en una mezcla de emociones muy difícil de asimilar.

Ante el retorno a las aulas, aparecerán diferentes realidades emocionales marcadas por las características especiales de cada niño. Algunos podrán presentar uno, varios o ningún foco de preocupación. Por supuesto, no todos los niños lo pasarán mal, la capacidad de adaptación y resiliencia de cada uno, marcará su propia aclimatación al colegio.

Algunas de las circunstancias que puedan crear angustia emocional en los niños, pueden ser:

  • Miedo al contagio. Durante varios meses, han estado escuchando que salir a la calle o reunirse en espacios cerrados con mucha gente aumenta el peligro de contagio. Es normal que muchos alumnos experimenten miedo ante la idea de volver al colegio.
  • No querer volver. Quienes ya lo pasaban mal en el colegio antes del confinamiento, bien por sufrir bullying o por aburrirse en clase, han probado los beneficios de la educación a distancia. Vivirán septiembre como una vuelta al infierno, a todo aquello que temen y/o aborrecen.
  • Dificultad para mantener la distancia social. Aquellos que sientan la ilusión de volver a ver a sus compañeros, van a toparse con el muro de todas las medidas de prevención (distancia social o mascarillas).

Estarán con sus amigos, pero no podrán compartir o jugar igual que antes.

  • Tensión. Los más pequeños no tienen la comprensión ni el autocontrol para mantener la distancia y se acercarán a jugar con sus amigos, como antes. Existe el peligro de que los maestros de educación Infantil, ante su enorme responsabilidad por un posible contagio, se muestren más directivos y esto genere más tensión y represión en las aulas.
  • Desapego. Tal y como sucede en el resto de las situaciones diarias, la relación entre los profesores y los niños será a distancia. Esta separación física, complicará la labor de los cuidadores de atender y acompañar emocionalmente a los pequeños cuando éstos lo requieran. Con los niños separados por mascarillas, espacio entre ellos y el profesor mucho más lejos, el ambiente en el aula puede ser mucho más frío y distante de lo que ya era antes. El mantener esta situación de falta de contacto social durante tantas horas al día puede acabar haciendo mella en algunos niños.

Qué hacer para suavizar el impacto emocional en los niños

En esta nueva situación escolar, la atención emocional a los alumnos debe convertirse en la máxima prioridad de maestros y cuidadores. Cuanto más pequeños sean los alumnos, más diligentes tendrán que mostrarse sus profesores. En estos días que se están preparando los temarios del nuevo curso, sería interesante que todos los centros implementaran medidas para el cuidado y protección de la salud emocional de niñas y niños. Algunas pueden ser las siguientes:

  • Promover actividades y juegos divertidos e interactivos

Aunque sea necesario mantener la distancia de seguridad, siempre es posible organizar por grupos reducidos (en clase o a la hora del recreo) juegos divertidos, creativos, que sean entretenidos para los niños y que les hagan sentir, a pesar del espacio de separación, el contacto con sus compañeros. Es importante que estos juegos sean cooperativos, no competitivos.

Deseamos crear un buen ambiente entre los niños. Por ejemplo, un juego puede ser, crear su propio cuento o historia. Por turnos, cada niño va añadiendo una frase al cuento, cuanto más loca y absurda mejor.

  • Aprovechar los espacios abiertos

Siempre que sea posible, es importante que los niños salgan de la reclusión del aula y disfruten de espacios libres. Muchas asignaturas se pueden explicar y practicar al aire libre. Los profesores, ante esta nueva tesitura, pueden usar su creatividad para adaptar su asignatura a la nueva situación.

  • Fomentar las enseñanzas artísticas en libertad

El arte libera emociones, tensiones y vivencias atrapadas en nuestro interior. Sin normas académicas, sin reglas, podemos ofrecerle a los niños papeles en blanco y material de dibujo o de modelar. Estas creaciones deben ser libres, sin fichas, sin modelos, sin huecos que rellenar, que les ayuden a los niños a sacar todas sus emociones acumuladas.