Hackers del sistema financiero, timadores, integrantes de colectivos de barrios marginales que actúan al margen de la ley… Los sociópatas son personas que se sienten excluidas de un determinado conglomerado social y generan adrede conductas negativas hacia otras personas o comunidades.

Siempre justifican su actos, a veces por razones económicas, académicas o familiares, y otras por no sentirse incluidos en una determinada forma de normalidad.

Ellos son y se sienten muy diferentes y ahí está su dualidad. Quisieran ser reconocidos y considerados como todos los demás, pero en buena parte, no quieren seguir los pasos necesarios y se sienten orgullosos de ser diferentes, lo cual van marcando continuamente.

¿Qué mueve a un sociópata?

Los sociópatas son distintos a los psicópatas, que como forma de goce, necesitan dañar a otros, sean animales y/o personas. Los sociópatas están vinculados a una picaresca delictiva, de mayor o menor envergadura, en función de los recursos con los que cuenten.

Podemos encontrar ejemplos diversos de sociópatas en el sistema: colectivos de los barrios marginales, donde reina la precariedad, grandes hackers del sistema financiero en cuyas manos puede estar la riqueza de las naciones, hasta una pareja que se siente con total derecho a todo, sin ninguna obligación de nada.

La idea central sería la de conocer las debilidades de una organización, clase social o persona y aprovecharse de ella para colar sus fechorías y, de rebote, sentirse más listos y vencedores frente a quienes consideran sus oponentes.

Cómo identificarlos

Para detectarlos, podemos comprobar determinadas formas de funcionamiento que se repiten en distintos campos de su vida: en el trabajo (si lo tienen), en su vida familiar y también en las amistades.

  • Buscan los defectos de lo que les rodea para sentir que ellos son superiores manipulando, ridiculizando y agrediendo.
  • Son hipersusceptibles: su grado de tolerancia a la frustración es mínimo y sus exigencias son máximas.
  • No creen en la ley del esfuerzo para conseguir algo, y sí en ser más listillo que el contrincante.
  • No sienten ningún tipo empatía con quienes pueden ser sus víctimas y se jactan de ello.

Transgredir las normas desde la periferia

El patrón de uno de los dos extremos de la sociopatía, el grupal, lo encontramos en los dramas y conflictos que reflejan las películas americanas y no tan americanas.

Es la actitud de algunos de los habitantes de los barrios periféricos que se distancian tanto física, económica, como perceptivamente de un núcleo central donde habitarían “los otros”, a los que se les supone dos cosas: que son unos privilegiados porque tienen más oportunidades que ellos, pero también, que son unos pringados porque siguen todas las obligaciones que les imponen las instituciones.

Ellos se sienten más listos porque saben de la existencia de esas normas, pero también la manera de transgredirlas.

De fondo encontramos, en el lugar de los sentimientos y afectos, una malentendida lealtad. Los grupos marginales se convierten en clanes que, frente a sus vivencias de familias desestructuradas y con pocos medios, sienten que los culpables son el sistema que los condena a esa situación.

Esa injusticia los une y les otorga el derecho a de romper cualquier regla de convivencia. Aún así, jugarán y apostarán por tener un golpe de suerte que los saque de ese agujero.

Aprovecharse del sistema desde posiciones privilegiadas

En el otro extremo, el de clases pudientes, encontramos sociópatas entre esos ejecutivos/as que se autodefinen como no sabiendo lo que es la afectividad y que, entonces su frialdad en la ejecución de negocios poco éticos, es debida a esta carencia singular, por lo que sostienen que no podrían hacer nada para remediarlo.

Si ellos son más inteligentes y pueden aprovecharse de un sistema que tiene fallos, sería de tontos no hacerlo. Esa es la lógica que los mueve y cómo la justifican.

En el origen de los sociópatas ejecutivos lo que se encuentra es un tipo de entorno familiar muy tecnificado, en el que se ha potenciado en exceso la efectividad material y el éxito social, y se ha dejado fuera todo aquello que tiene que ver con los sentimientos, desde las caricias y apego, hasta la empatía hacia los otros.

Manipular a una pareja para obtener recursos

En el nivel de la pareja suelen ser personajes que buscan una víctima propiciatoria en la que pueda encontrarse, en ella o en la familia, mayores recursos, aunque éstos puedan ser simplemente, el que tengan un entorno más afectuoso.

La pareja del sociópata se va a convertir, en muchísimos momentos, en la representante de ese sistema que desea tener, pero que, a la vez, necesita minar.

Señalando machaconamente los posibles errores o contradicciones de la víctima, de sus parientes y amigos, no solo pedirá compensaciones continuas, sino que pretenderá que la pareja piense desde esa lógica sociópata y se convierta en su aliada contra quienes no le dan lo que quiere y como lo quiere.

En el nivel individual suelen ser perfiles de sujetos que en la infancia han perdido alguna figura materna o paterna, o que se han sentido maltratados, llegando a la conclusión de que la vida les ha robado algo, y de que la sociedad tiene una deuda impagable y permanente con ellos.

Adolescencia: una sociopatía circunstancial

Por último, podemos hablar de los “sociópatas circunstanciales” para referirnos a la adolescencia. Es ese momento de cambio en el que, para los jóvenes, los padres y profesores dejan de ser un modelo a seguir y se convierten en representantes de una realidad llena de contradicciones.

Remarcar los fallos y aprovecharlos para aislarse y agredir o agredirse puede ser la única salida que encuentran. Hay que estar muy atentos para que esa etapa sea solo pasajera.