Claves para preparar y utilizar los panes crudos
Al elaborar el pan, podemos añadir los germinados frescos tal cual o podemos deshidratarlos y guardarlos durante meses en botes de cristal bien cerrados. Cuando decidamos elaborar pan podemos recuperarlos y molerlos. Así nos evitamos el lento proceso de germinación cada vez que queramos preparar un par de panecillos.
Los cereales y pseudocereales germinados no son la única base de los panes crudos. También se pueden elaborar con otras semillas preferiblemente activadas y/o germinadas –girasol, calabaza, lino– y con frutos secos activados –almendras, nueces, coquitos de Brasil, avellanas, piñones…
Activa las semillas
Es importante lavar y activar todas las semillas y frutos secos, ya que también contienen inhibidores enzimáticos similares a los fitatos de los cereales (la función de estos compuestos es evitar que la semilla germine mientras las condiciones de humedad y temperatura no sean las adecuadas, así como defendese de sus predadores). Además se favorece su digestibilidad y aumentan sus propiedades nutricionales.
Las semillas mucilaginosas –lino, chía– son una excepción: podemos utilizarlas activadas, germinadas o sin activar. Estos no son los únicos alimentos que componen un pan crudo, también pueden contener verduras, frutas, hierbas aromáticas, raíces, aceites, algas, flores, setas…
El "pan esenio"
El pan crudo no es ningún invento moderno y excéntrico. La idea es muy antigua. De hecho, se le llama "pan esenio" porque se cree que era a un alimento básico de esta comunidad judía en torno al siglo II a.C. que al parecer basaba su dieta en el consumo de verduras, frutas, semillas y germinados.
En la Biblia, en Ezequiel 4:9, se describen sus ingredientes: "trigo, cebada, judías, lentejas, mijo y espelta". Como hemos visto, para hacer un pan crudo, se activan y germinan los granos, se mezclan con el resto de ingredientes, se da forma –generalmente, panecillos de unos 10 cm de diámetro– y se deshidratan.
En verano, podemos deshidratar nuestros panes al sol si disponemos de un lugar lejos de la contaminación. Los aparatos deshidratadores actuales imitan este proceso de secado suave y natural al sol.
Una vez tengamos preparados nuestros panes, los podemos guardar en la nevera, en recipientes de cristal con tapa, entre 4 y 7 días. Dependiendo de los ingredientes y de su grado de humedad, pueden fermentar y adquirir un sabor ligeramente picante o ácido. Aun así, siguen siendo perfectamente comestibles y saludables.
Si nuestros panes fermentaron, los podemos cortar en rebanadas y deshidratar durante unas horas; el sabor picante o ácido se suavizará. Si los hemos guardado en la nevera, antes de consumirlos los colocaremos de nuevo en el deshidratador unos 30-60 minutos para quitarles el frío y devolverles el sabor más intenso del alimento tibio.
Utilizaremos nuestros panes para acompañar las comidas, en raciones más pequeñas que el pan convencional pues son calóricos y llenan más. También podemos hacer mini bocadillos o cortarlos en rebanadas para untar con aceite de oliva, mayonesa crudivegana, alioli, aguacate o algún paté crudivegano rico y saludable.