Todas las personas han sentido en algún momento de sus vidas episodios puntuales de ansiedad, antes de que suceda un acontecimiento, un encuentro con alguien, unos exámenes o entrevistas para acceder a un nuevo trabajo...

Podríamos definir estos procesos como una ansiedad “normal”, que se presenta en episodios poco frecuentes, con intensidad leve o media y de duración limitada, ante estímulos previsibles y comunes y con un grado de sufrimiento y limitación en la vida cotidiana acotada.

Por el contrario, la ansiedad a niveles patológicos se caracteriza por sucederse en episodios reiterativos, de intensidad alta y duración excesiva, con alta y desproporcionada reactancia a la amenaza, provocando gran sufrimiento y notable interferencia en la vida diaria.

Cuando el nerviosismo no desaparece

En el caso del trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad patológica se vive como una sensación difusa de angustia o miedo constante y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento.

Esta ansiedad patológica es resultado de los problemas de diversos tipos a los que se enfrenta la persona en su vida cotidiana, y sobre todo de las ideas interiorizadas acerca de las causas de lo que le pasa, o de lo que se imagina que le está pasando, por lo que muchas veces distorsiona las circunstancias reales de lo que está viviendo.

Existen varios trastornos que también se pueden englobar en el cuadro general de ansiedad, como, por ejemplo, las fobias, el trastorno obsesivo compulsivo, los estados de pánico, la agarofobia (miedo a los espacios abiertos) o la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), o los trastornos por estrés postraumático.

¿Qué pasa si la ansiedad es constante?

Los estados crónicos de ansiedad se correlacionan con aumento de neurotransmisores, adrenalina y noradrenalina, y serotonina, que circulan con intensidad por la corriente sanguínea de cuerpo y cerebro. Muchos de estos neurotrasmisores se fabrican en las neuronas del sistema digestivo, de las glándulas suprarrenales y en áreas del cerebro y del sistema nervioso.

Por ello, para combatir los estados de ansiedad, es importante reconocer el problema, y después trabajar las causas, sean psicológicas, por miedos que han quedado fijados en el cuerpo-mente, o por causas que a veces se inician biológicamente. Entre las causas biológicas que pueden producir estados de ansiedad destacan:

  • Las anemias y carencias de los depósitos de hierro (ferritinas bajas).
  • Los excesos de estrógenos y deficiencia de progesterona aumentan la ansiedad, en especial los días o semanas previas a la menstruación (síndrome premenstrual).
  • El estrés físico y mental con aumento de cortisol y adrenalina nocturna y rotura del ciclo circardiano incrementa el estado de ansiedad, debido a que el descanso nocturno no es reparador, como han demostrado Marian Frankenhauser y Ulf Lundberg, del Instituto Karolinska de Suecia, como causa de ansiedad entre mujeres sometidas a doble jornada laboral.
  • También el exceso de hormonas tiroideas (hipertiroidismo) se manifiesta como si fueran crisis de ansiedad, que solo cede al tratar la patología de base.

¿Cómo sé si tengo ansiedad? Los síntomas y el tratamiento

La ansiedad se puede manifestar como síntomas que se manifiestan en el cuerpo, en la conducta o a nivel cognitivo. Por lo tanto, el tratamiento correcto de los estados de ansiedad depende de la identificación rigurosa y precisa de las causas, y es necesario también conocer que cuerpo y mente funcionan al unísono, y que no existen jerarquías.

La mente es también cuerpo, y las disfunciones de este van a repercutir siempre en su funcionamiento.

Cómo se refleja la ansiedad en la conducta

  • Aparece una sensación de fatiga intensa, con imposibilidad de relajarse, sensación de tensión e inquietud, llanto fácil, impaciencia, rostro con rictus que muestra preocupación y suspiros fáciles.
  • La ansiedad dificulta las capacidades de comunicación, porque la persona solo puede atender a sus propios síntomas y se repiten los pensamientos obsesivos y negativos. Se incrementa la posibilidad de sintetizar ideas y de expresarlas y se acompaña de tartamudez.
  • La ansiedad se puede llegar a convertir en un trastorno de pánico, que puede producir que la persona sienta que se va a desmayar, o a fallecer.
  • Es posible que las personas que la padecen visiten con frecuencia los servicios de urgencia por miedo a padecer algún tipo de problema grave para su salud.

Cómo piensa una persona con ansiedad

  • Los síntomas cognitivos se manifiestan con dificultades para la atención, memoria y concentración. Embotamiento mental o dificultad para dejar la mente en blanco y pensamiento acelerado.
  • La sensación de miedo o temor puede ser muy intenso, llegando a producir terror o pánico que inutilizan las capacidades de la persona que la padece. Esta sensación produce una gran inseguridad y un temor anticipatorio (con ansiedad antes de que sucedan los problemas, despertándose antes de que suene el despertador).
  • Las personas afectadas por este cuadro de ansiedad sienten una gran aprensión y preocupación, piensan que siempre va a pasar lo peor. Presentan sentimientos de inferioridad y de baja autoestima, con indecisión e incapacidad de afrontar situaciones diversas.
  • El humor se hace variable a lo largo del día y se pierde la objetividad y la capacidad de pensar con lucidez.

Los síntomas físicos de la ansiedad

Los síntomas que se manifiestan en el cuerpo son las taquicardias (aumento de la frecuencia cardiaca), taquipnea (aumento de las respiraciones por minuto), sensación de ahogo, temblores en manos y extremidades, sensación de desvanecimiento y de pérdida de control sobre el cuerpo, sudoración
excesiva en todo el cuerpo y especialmente en la cara, las axilas, las manos y las plantas de los pies, sequedad de boca, y dilatación de las pupilas de los ojos (midriasis) con visión borrosa.

Se puede sentir zumbido de oídos, oleadas de frío o calor, sensación de debilidad, parestesias (como sensación de prurito y hormigueos en manos y pies). Sequedad de mucosas, especialmente de boca y lagrimales. También cefaleas y sensación de vértigos.

Es posible sentir muchos trastornos a nivel abdominal relacionados con la ansiedad, ya que existen muchas hormonas parecidas a las que existen en el sistema nervioso central, dentro del sistema gastrointestinal, por lo que en estados de ansiedad se producen náuseas, vómitos, sensación de atragantamiento o dificultad para tragar, diarreas y cólicos intestinales. Sensación de ardor, pesadez abdominal. Meteorismo (gases intestinales), aerofagia (tragar aire). Algunas personas manifiestan colon irritable (con dos o tres deposiciones seguidas durante la mañana) o estreñimiento espasmódico.

A nivel muscular se puede sentir debilidad, rigidez o inquietud motora, a veces con pequeños movimiento musculares en diversas partes del cuerpo (fasciculaciones) o pequeños tics en los músculos situados alrededor de los ojos o de los labios. Se pueden acompañar de temblores, hormigueos e incremento de la sensibilidad de los ruidos, olores o luces intensas.

Es habitual que la ansiedad se acompañe de insomnio, con dificultad para conciliar el sueño, o con periodos cortos de sueño que se interrumpe a las dos o tres horas, sueño superficial que no es reparador, con sensación de fatiga al despertar, y con muchas más pesadillas y miedos durante la noche.

La ansiedad actúa también a nivel genitourinario con micciones frecuentes o urgentes y dolor al orinar, y con alteraciones del ciclo menstrual: falta de menstruaciones o exceso de sangrado menstrual. También puede presentar pérdida de la libido o anorgasmia y eyaculación precoz o disfunción eréctil o impotencia en el hombre.

Cómo expresa la ansiedad cada parte de tu cuerpo

Cabeza

  • Sensación de vértigos.
  • Dolor de cabeza
  • Incremento de la sensibilidad a los ruidos y olores.
  • Insomnio.
  • Miedos nocturnos.
  • Fatiga al despertar.

Pecho

Dolor, palpitaciones, taquicardias.

Músculos

Debilidad, rigidez, temblor, tics en ojos y labios, hormigueo, pérdida de control.

Respiración

Más rápida, sensación de ahogo, sequedad de boca.

Ojos

Dilatación de pupilas, tics, visión borrosa, sequedad, sensibilidad, luces intensas.

Abdomen

Pesadez y ardor de estómago, gases, náuseas, vómitos, diarreas, cólicos intestinales, dolor al orinar.

A la larga puede provocar....

Sistema digestivo

Más propenso a sufrir úlceras. Problemas digestivos. Cambios de metabolismo.

Defensas

Un sistema inmunitario debilitado.

Corazón

Propensión a padecer enfermedades cardiovasculares.

Cerebro

Saturación del sistema nervioso. Problemas de sueño. Cambios en el cerebro.

Sistema respiratorio

Funciones respiratorias debilitadas.

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