La ansiedad es una respuesta fisiológica de nuestro cuerpo ante eventos peligrosos o estresantes. En condiciones normales, cuando la coyuntura se resuelve, los niveles de ansiedad descienden y podemos seguir, sin problema, con nuestras ocupaciones. Sin embargo, cuando una situación difícil se mantiene durante mucho tiempo o cuando no tenemos las herramientas adecuadas para afrontarla, la ansiedad se cronifica y puede llegar a resultar muy incapacitante.

En la actualidad, la ansiedad representa una de las grandes epidemias que sufre nuestra sociedad. El ritmo de vida estresante y las diferentes crisis que hemos vivido en los últimos años (pandemia, guerras, crisis económica, etc.) han aumentado los niveles de ansiedad de la población hasta un punto nunca antes registrado.

Muchas personas acuden a sus médicos buscando algún medio para gestionar su ansiedad y reciben ansiolíticos que les ayudan, en el mejor de los casos, a calmar los síntomas. Sin embargo, estas pastillas, a medio y largo plazo, no suponen el remedio definitivo, puesto que no solucionan el verdadero origen de la ansiedad.

Las pastillas para la ansiedad no tratan el problema de fondo

La ansiedad se compone de una serie de síntomas físicos y mentales (preocupaciones, miedos, sudoraciones, palpitaciones, dificultades para respirar...) mediante los cuales, nuestro cuerpo nos está indicando que algo va mal.

Tal vez no tengamos herramientas para manejar el estrés o nos estemos saturando de trabajo, o carguemos con excesivas responsabilidades. Tal vez sea una mezcla de más de un problema. La cuestión es que la ansiedad no es un problema en sí, la ansiedad es el aviso de estos verdaderos problemas.

Si únicamente nos preocupamos de eliminar los síntomas molestos de la ansiedad, estaremos eliminando el aviso, pero no estaremos comprendiendo y trabajando la causa original de nuestro malestar. El problema de fondo seguirá existiendo y, tarde o temprano, volverá a emerger en forma de una ansiedad mucho más intensa e incapacitante.

Eliminar la ansiedad sin trabajar el problema de fondo es un error: sería como eliminar el dolor de muelas con un calmante y no acudir al dentista para que solucione el problema real: cuando pasa el efecto de la pastilla, el dolor, lógicamente, vuelve.

No podemos estar toda la vida tomando medicación para calmar ese dolor, no olvidemos que este tiene un origen que no se está trabajando. Por suerte, cuando solucionemos el problema original en la muela, el dolor desaparecerá por sí solo.

En casos donde la ansiedad es muy alta, sí es necesaria la medicación y puede ser útil para reducir la intensidad de los síntomas, igual que el antiinflamatorio es necesario para calmar el dolor hasta tener la cita con el dentista. Pero la medicación no debe ser tomada como la solución, siempre se debe combinar con una terapia psicológica que ayude a trabajar el problema de fondo.

Pastillas para la ansiedad: el caso real de Luis Alberto

Luis Alberto vino a mi consulta para aprender a manejar el estrés que le ocasionaba su trabajo. Dirigía un restaurante que llevaba varios años en crisis y, la posible quiebra de un proyecto en el que había invertido tanto esfuerzo y dinero, le provocaba altos niveles de ansiedad.

Luis Alberto vivía con una sensación permanente de agitación y de tensión. A veces, sentía que el corazón se le aceleraba sin motivo y le costaba respirar profundamente. Al final del día, se sentía mareado por toda la tensión acumulada.

Acudió a su médico de cabecera. Este le recetó unos ansiolíticos asegurándole que esto solucionaría su problema. Tras varias semanas tomándolos, Luis Alberto me explicaba que ya no sentía los síntomas tan incapacitantes de la ansiedad, pero que seguía notando una tensión subyacente que no desaparecía y que no podía percibir claramente. Para explicármelo, usaba la metáfora de un mar en calma, pero con turbulencias submarinas que no se veían, pero que seguían estando ahí. Así sentía, Luis Alberto, el efecto de la medicación.

Este fue el momento en el que buscó ayuda psicológica, no quería depender toda su vida de la medicación y quería encontrar la forma de aprender a manejar correctamente su ansiedad.

El uso adecuado de las pastillas para la ansiedad

¿Cuál es el uso adecuado para las pastillas para la ansiedad? Continuando con el ejemplo de Luis Alberto, las pastillas contra la ansiedad le fueron útiles en un momento de crisis, pero se ocupó de trabajar el verdadero origen de su problema y, cuando ya no las necesitó, pudo dejarlas definitivamente.

Luis Alberto vino a terapia cuando sus síntomas estaban más calmados para trabajar las turbulencias interiores que seguía sintiendo. Tras esto:

  • Trabajamos su perfeccionismo y su autoexigencia. Había aprendido, desde su infancia, a ser excesivamente responsable y meticuloso. Esto le hacía cargar con todas las responsabilidades de su restaurante, sin confiar en nadie más. Por otra parte, sus trabajadores se inquietaban y molestaban porque no les dejaba hacer su trabajo.
  • Aprendió a reducir el nivel de exigencia que tenía consigo mismo. Comenzó a confiar en su equipo y a delegar tareas que no le correspondían. Se centró en su labor como jefe, gestionando el grupo, pero no encargándose de todo. A su vez, los camareros y cocineros se sentían mucho más plenos, asumiendo sus responsabilidades sin interferencias.
  • También trabajamos para aprender a priorizar las situaciones que requerían toda su energía de aquellas que no eran tan importantes.

Poco a poco, Luis Alberto se fue sintiendo más capaz de manejar el trabajo estresante que tenía. En constante comunicación con su psiquiatra, fue reduciendo la medicación, a medida que se sentía más seguro de sí mismo.