La microbiota, es decir, los microorganismos que habitan en el intestino humano son actores clave en multitud de funciones fisiológicas, incluyendo la inmunidad, el metabolismo, la inflamación, aspectos de la salud mental y la salud de los huesos.
Microbiota alterada y huesos débiles
Un reciente estudio liderado por científicos de la Universidad de Harvard ha revelado una nueva conexión entre el microbioma intestinal y un componente crucial de la salud humana: la densidad y fortaleza de los huesos.
Este estudio, publicado en Frontiers of Endocrinology, ha identificado asociaciones notables entre ciertas bacterias y el estado de los huesos. Uno de los hallazgos es que una microbiota de gran volumen, sobrecrecida, se asocia con menor densidad ósea y alteraciones en la microarquitectura interna de los huesos. Ambos son factores de riesgo para desarrollar osteoporosis y sufrir fracturas u otras lesiones.
Este estudio es considerado como la observación más amplia realizada hasta la fecha que explora la posible relación entre las bacterias intestinales y la salud ósea utilizando tecnologías de imagen de alta resolución (para observar los huesos), junto con la secuenciación genética de las heces (para determinar la composición de la microbiota intestinal).
Los investigadores pudieron establecer relaciones positivas y negativas entre varios tipos de bacterias y el estado de los huesos. Por ejemplo, se descubrieron asociaciones negativas con la cantidad de bacterias denominadas Akkermansia y Clostridiales DTU089.
Otras investigaciones habían vinculado las Akkermansia con la obesidad y las Clostridiales DTU089 con una menor actividad física y una ingesta reducida de proteínas, características que, a su vez, están relacionadas con una salud ósea deficiente.
Los investigadores observaron que en las asociaciones negativas la densidad de los huesos era inferior a la deseable y, en cambio, su tamaño era grande. Esto sugiere que determinadas bacterias y la alimentación favorecen el crecimiento óseo a expensas de la densidad, sobre todo a medida que una persona envejece.
Es importante tener en cuenta que este estudio no demuestra que los microorganismos intestinales sean la causa directa de los huesos más fuertes o más débiles. Es posible que tanto la composición de la microbiota como el estado de los huesos estén influenciados por la dieta y los hábitos.
Por otra parte, la dietista-nutricionista Martina Ferrer explica en que cuidar la microbiota con una dieta rica en alimentos prebióticos (hortalizas, legumbres y cereales integrales) y probióticos (alimentos fermentados sin pasteurizar) favorece el crecimiento de la bacterias intestinales beneficiosas que mejoran la absorción del calcio y, por tanto, el buen estado de los huesos.
Microbiota e inmunidad
Otro trabajo de la Universidad de Harvard publicado en la revista Nature arroja luz sobre la relación entre las bacterias intestinales y la inmunidad. Los autores muestran que las bacterias que se alimentan de ácido linoleico y lo convierten en ácido linoleico conjugado (CLA) favorecen una respuesta inmunitaria eficaz a las infecciones digestivas.
Los hallazgos del equipo de Harvard describen una intrincada interacción entre los microbios intestinales, los alimentos y la inmunidad.
Microbiota y metabolismo
Se sabe que el microbioma influye en el desarrollo de la obesidad y enfermedades metabólicas como la diabetes, pero las formas específicas en que afecta el metabolismo son difíciles de descifrar. El intestino contiene tantas especies de bacterias que producen diferentes tipos de metabolitos que desentrañar sus efectos es muy complicado.
Una investigación dirigida por el doctor Sloan Devlin, profesor de química biológica y farmacología molecular en la Facultad de Medicina de Harvard, ha ayudado a profundizar en el conocimiento de las relaciones entre la microbiota y el metabolismo. En concreto, ha descubierto que la eliminación de un solo gen en una cepa común de bacterias intestinales provocó cambios significativos en el metabolismo y redujo el aumento de peso en los ratones.
El análisis genético reveló que además de las alteraciones relacionadas con el metabolismo, había cambios en los genes que controlaban el ritmo circadiano y la respuesta inmunitaria. Esto sugiere que las alteraciones de los ácidos biliares inducidas por bacterias pueden causar una gama amplia de cambios en el huésped.
Microbiota e inflamación
Los ácidos biliares producidos por el hígado son conocidos desde hace mucho tiempo por su papel fundamental a la hora de ayudar a absorber los alimentos que ingerimos.
Pero, según una serie de estudios de la Universidad de Harvard, estas sustancias que disuelven grasas y vitaminas también desempeñan un papel importante en la inflamación intestinal, porque regulan la actividad de células inmunitarias clave relacionadas con una variedad de afecciones inflamatorias del intestino, como como colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn.
Dos estudios, uno publicado en Nature y otro en Cell Host & Microbe, demuestran que la presencia y actividad de ciertas bacterias y moléculas inmunitarias están reducidas en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (EII).
Por otra parte, una microbiota rica en bacterias productoras de ácidos grasos de cadena corta como el butirato se asocia con una menor inflamación intestinal y en general.
Microbiota y salud mental
La microbiota intestinal utiliza las mismas sustancias químicas y células que el cerebro para funcionar. Además, el intestino y el cerebro están en constante comunicación.
Cuando vemos algo sabroso, el cerebro le indica al intestino mediante mensajeros químciso que se prepare para la comida entrante. Y cuando nos sentimos ansiosos o estresados, podemos experimentarlos como dolor abdominal, diarrea, náuseas o “mariposas”.
Los científicos de Harvard investigan cómo los millones de bacterias en el intestino interactúan con el sistema nervioso entérico y con el sistema nervioso central. Cada vez hay más evidencia que demuestra que las bacterias en el intestino y los subproductos que producen afectan el estado de ánimo, la cognición y el comportamiento, dice el doctor Allan M. Goldstein.
Con el cerebro y el intestino tan entrelazados, tiene sentido que los médicos que tratan trastornos gastrointestinales incluyan enfoques cognitivos como la psicoterapia, la hipnosis o la respuesta de relajación en sus recomendaciones, y que los médicos que tratan los síntomas mentales consideren lo que está sucediendo en el intestino del paciente.