Los alimentos que ingerimos cada día no suelen dar problemas, a lo sumo una ligera hinchazón si se abusa de alguno de ellos, o una gastroenteritis en verano al viajar, debido a alguna contaminación microbiana.

Lo normal es que el organismo acepte sin dificultades la comida, puesto que se trata de sustancias naturales. Sin embargo, por motivos diversos, puede suceder que el sistema inmunitario identifique como extraños alimentos comunes, y desarrolle reacciones patológicas. Pero conviene distinguir en primer lugar entre alergia e intolerancia.

Síntomas de alergia a los alimentos

La alergia es una reacción de hipersensibilidad inmunitaria a una o más sustancias ambientales –los denominados "antígenos"–. Sus síntomas son la inflamación de ciertos tejidos y la disfunción de algún órgano (pulmón, intestino…).

Los alimentos pueden contener componentes alergénicos que pueden inducir anticuerpos IgE y provocar reacciones más o menos intensas y generalmente rápidas tras la ingesta: la respuesta suele comenzar al cabo de unas dos horas después de comer, raramente más tarde. Los síntomas que se pueden presentar abarcan un amplio abanico:

  • Aparato digestivo: náuseas, vómitos, diarrea, meteorismo (gases), mala absorción intestinal.
  • Aparato respiratorio: rinitis, asma, broncoespasmo, bronquitis.
  • Sistema músculo-esquelético: dolores articulares, bursitis, lumbalgia.
  • Piel: acné, prurito, urticaria, eccemas.
  • Sistema inmunitario: infecciones crónicas (por ejemplo otitis).
  • Psicológicos: ansiedad, depresión, hiperactividad infantil, falta de concentración, irritabilidad, cambios de humor, dificultades para dormir.
  • Varios: arritmia cardiaca, fatiga, dolor de cabeza, hipoglicemia, sinusitis. Incluso se ha demostrado que ciertos casos de obesidad mejoran eliminando los alimentos alergizantes.

Una alergia que afecte a la boca y la lengua puede ocurrir tras comer ciertas frutas o verduras, que contienen sustancias similares a ciertos pólenes.

¿Qué es la sensibilización cruzada?

Dentro de los fenómenos de hipersensibilidad pueden producirse las llamadas sensibilizaciones cruzadas entre alimentos: los pacientes alérgicos a un alimento presentan también sensibilización a otros. Es el caso de la reactividad al huevo y la carne de ave, o a la leche y la ternera.

En otros casos, por ejemplo una persona alérgica a la aspirina (ácido acetilsalicílico) puede serlo igualmente a alimentos ricos en salicilatos: plátanos, cerezas, cítricos, almendra, cacahuete, vino, cerveza…

¿Qué es una intolerancia alimentaria?

La intolerancia alimentaria es un proceso diferente al de la alergia, y no está mediado por el sistema inmunitario. Es menos aparatoso, pero a la vez más insidioso, puesto que puede provocar síntomas aparentemente no relacionados con el aparato digestivo.

Así, en muchas ocasiones la persona ignora cuál es el alimento desencadenante. Diversos componentes de los alimentos pueden provocar reacciones patológicas. Algunos ejercen una acción sobre los vasos sanguíneos (aminas biógenas).

En algunos quesos curados, en pescados en escabeche o en embutidos, hay concentraciones elevadas de una de estas sustancias: la tiramina. A menudo, un ataque de migraña puede estar provocado por comer plátanos o queso, ambos ricos en esta sustancia.

También la fenilalanina, presente en el vino tinto, el chocolate y el queso, puede provocar migraña en personas susceptibles, o bien enrojecimiento de la cara o urticaria.

La histamina y las enzimas

Ciertos alimentos contienen histamina o provocan su liberación en el organismo, dando lugar a una sintomatología que no es estrictamente alérgica pero que presenta similitudes clínicas. La histamina se encuentra en quesos, embutidos, bebidas fermentadas, pescado, crustáceos y algunas verduras como el tomate y la espinaca.

En algunas ocasiones, la intolerancia a ciertos alimentos tiene como causa la carencia de una enzima necesaria para su digestión. La más frecuente es la falta de lactasa, imprescindible para digerir la leche correctamente.

También para metabolizar las bebidas alcohólicas se precisa de varias enzimas, una de las más importantes la aldehído-deshidrogenasa. A las personas con niveles bajos de esta enzima les sienta mal incluso una mínima ingesta alcohólica. Cabe señalar que las mujeres presentan niveles inferiores de esta sustancia, de ahí su mayor dificultad en metabolizar el alcohol, sobre todo cuando son jóvenes.

Qué es la permeabilidad intestinal

Si las alergias o intolerancias alimentarias, aun siendo relativamente frecuentes, no lo son tanto como cabría esperar teniendo en cuenta el elevado número de posibles alérgenos, es debido a que el organismo dispone de diversos mecanismos defensivos.

El aparato digestivo, además de permitir la absorción de nutrientes, protege al organismo frente a alérgenos mediante diversos mecanismos: la acidez gástrica, las enzimas del páncreas y la mucosa que recubre la pared intestinal. Por otra parte, el sistema inmunitario debe estar equilibrado y no responder exageradamente a sustancias alimentarias que deberían ser inocuas.

El buen estado de la pared intestinal es esencial para que no permita el paso de sustancias alergizantes a la sangre. Recordemos que los alimentos deben pasar por el proceso de la digestión para que las grandes moléculas de las proteínas, carbohidratos y lípidos se descompongan en piezas más pequeñas (aminoácidos, monosacáridos y ácidos grasos, respectivamente), que finalmente atraviesan la barrera intestinal y penetran en el torrente sanguíneo. A este nivel, el sistema inmunitario vigila para que no llegue ninguna sustancia extraña.

Por razones variadas, especialmente el consumo de alimentos industrializados y de fármacos, puede dañarse la pared intestinal de modo que pasen a la sangre moléculas complejas no bien digeridas.

Esto desencadena procesos de tipo inflamatorio en diversas partes del organismo mediante sustancias como la histamina, las interleucinas y las prostaglandinas. A su vez, las glándulas suprarrenales responden liberando adrenalina, lo que aumenta la velocidad de la circulación sanguínea y la frecuencia del pulso.

El colon irritable

Casi un tercio de la población sufre un conjunto de síntomas como dolor de estómago, flatulencia, estreñimiento o diarrea. Si no se diagnostica una enfermedad que pueda causar este cuadro, el trastorno puede recibir el nombre de colon irritable. Está caracterizado por la irritabilidad nerviosa de la mucosa intestinal y su inflamación.

Los síntomas suelen estar relacionados con los alimentos ingeridos. Aunque es difícil diagnosticar que se trate de una alergia, los enfermos mejoran evitando las comidas que les perjudican y llevando una dieta más equilibrada y rica en fibra, así como practicando técnicas de relajación.

Alergias alimentarias infantiles

La alergia alimentaria es más frecuente en niños que en adultos. Muchos alimentos pueden ser causa de alergia, pero los más frecuentes son la leche, los huevos, el pescado y los frutos secos. Cuando la reacción alérgica es grave, ya el primer bocado provoca hinchazón en los labios, la lengua y la garganta.

La posibilidad de reaccionar con una alergia ante una determinada proteína puede cambiar al calentarla. Así, el huevo se tolera mejor al coagularse y otro tanto sucede cuando se calienta la albúmina de la leche. La alergia digestiva afecta a entre e1 1 y el 3% de los lactantes durante su primer año de vida y a cerca del 5% de los de mayor edad. Aunque la mayoría lo supera hacia los 5 años, algunas alergias pueden mantenerse.

Los niños también tienen intolerancias

Pero aparte de la alergia propiamente dicha, hay otros problemas digestivos ya comunes en la infancia que se deben a ciertas intolerancias.

  • La enfermedad celiaca o celiaquía es un trastorno de la absorción intestinal por intolerancia al gluten que se acompaña de distensión abdominal, diarrea y defectuosa nutrición y crecimiento. Si se evitan los alimentos que contienen esta proteína del trigo, desaparecen los síntomas.
  • Los niños también presentan a veces intolerancia a la lactosa. Tras la ingesta de leche pueden sufrir diarrea, hinchazón abdominal y calambres. Esta deficiencia puede descubrirse mediante la prueba de tolerancia a la lactosa.
  • La intolerancia a ciertos aditivos puede desencadenar en algunos niños hiperactividad y déficits en la concentración. También pueden provocarles diarrea, migraña y eccema.

Mantener la lactancia materna durante los primeros meses de vida es muy conveniente para prevenir las alergias, así como que la madre no consuma alimentos alergénicos, pero sí probióticos como las bifidobacterias.

Conviene introducir poco a poco los alimentos sólidos en la dieta. Los ricos en proteínas (carne, pescado, huevo), no antes del primer año.

¿Cómo se diagnostican las alergias y las intolerancias alimentarias?

No es fácil detectar qué alimento puede ser el causante de una alergia, aunque a veces la experiencia lo indica claramente. Hay pruebas de laboratorio que pueden indicar cuál es el factor desencadenante de la reacción y que eleva el nivel de inmunoglobulinas IgE en la sangre.

  • Un método clásico es la prueba cutánea: se inocula el posible alérgeno en la piel del brazo o la espalda y se observa si aparecen localmente signos inflamatorios.
  • También existe el test de provocación oral, con el que se confirma la reacción ante la toma médicamente controlada de un alimento sospechoso.
  • El test de radioalergoabsorción (RAST) consiste en mezclar con la sangre extractos de alimentos a fin de detectar anticuerpos.
  • Existe otra prueba de laboratorio, el test de Alcat, que estudia la reacción de los glóbulos blancos de una gota de sangre ante la presencia de determinadas muestras alimentarias y de aditivos. De todos modos, una parte de los alergólogos no lo consideran del todo fiable.
  • Otro método a menudo útil, aunque requiere su tiempo, es el de la dieta de eliminación. Consiste en apartar de la dieta aquellos alimentos de los que se sospecha. Si de esta forma no se provocan fenómenos de intolerancia, se va añadiendo cada semana uno de los previamente eliminados hasta descubrir los que no sientan bien al organismo.
  • Otros métodos que, si bien no están respaldados por la medicina oficial, muestran ser útiles en muchos casos son los basados en la bioelectrónica (con aparatos de medición energética como la EAV, el vegatest y la moraterapia).

Artitis reumatoide, contaminación y exceso de fármacos

La mayoría de dolores articulares o musculares no está relacionado con las alergias alimentarias pero la artritis reumatoidea tiene un componente autoinmunitario y a menudo se advierten mejorías eliminando potenciales alimentos alergénicos, como productos lácteos o el gluten, así como aumentando el consumo de vegetales crudos e incluso haciendo ayunos a base de zumos. Lo mismo cabría decir en relación a la fibromialgia.

Hay un creciente aumento de alergias e intolerancias alimentarias. El principal motivo puede ser el grave estrés que sufre el sistema inmunitario, debido sobre todo a la contaminación ambiental (aire, agua y alimentos) y a un uso excesivo de fármacos (por ejemplo, antibióticos, que pueden alterar la flora intestinal, o antiinflamatorios no esteroideos, que dañan la barrera intestinal y aumentan su permeabilidad). También se ha demostrado que los alimentos transgénicos pueden favorecer las alergias.

¿Qué se puede hacer?

Hay que evitar, claro está, aquellos alimentos que la persona sabe que le causan problemas. Los más habituales son:

  • Leche de vaca y derivados (flatulencia, diarrea, dolor abdominal, migraña)
  • Huevo de gallina (urticaria, diarrea, rinitis, asma)
  • Pescado y marisco (urticaria, prurito, cefalea)
  • Cereales (urticaria, diarrea)
  • Frutos secos (migrañas)
  • Frutas como fresa y cítricos (migraña, urticaria)
  • Chocolate y vino (migrañas)

La alimentación debe ser variada, a base de alimentos frescos naturales. El descanso adecuado y el equilibrio emocional también ayudan.

Cuidar el hígado para evitar trastornos alérgicos

El hígado desempeña un papel decisivo a la hora de prevenir las alergias alimentarias, pues una de sus funciones es eliminar las proteínas extrañas que pueden llegar al torrente sanguíneo. Mantenerlo sano es esencial.

El hígado es nuestro principal órgano depurativo y forma parte del sistema inmunitario. Constituye el emuntorio más importante a la hora de eliminar toxinas, pues filtra y elimina los desechos del proceso digestivo y puede neutralizar gérmenes y sustancias tóxicas (metales pesados, medicamentos, plaguicidas…), sustancias cancerígenas, etc.

Los desechos filtrados por el hígado son eliminados a través de la bilis. Una buena producción y liberación regular de bilis no solo garantiza, pues, buenas digestiones sino también una buena desintoxicación del organismo. Para que el hígado realice mejor sus tareas conviene:

  • Moderar las grasas: para mantener en buen estado el hígado hay que evitar los alimentos demasiado grasos, como los fritos y la mantequilla, además del alcohol y el tabaco.
  • Apostar por verduras: es bueno consumir ensaladas, verduras y frutas. Los zumos más recomendables son los de remolacha roja, zanahoria, apio, limón, uva y pomelo.
  • Entre comidas: conviene separar las comidas suficientemente (se puede comer fruta entre ellas, si se desea) y cenar de forma ligera.
  • Abundante fibra: una alimentación rica en fibra vegetal, además de prevenir el estreñimiento intestinal, reduce el trabajo hepático y aumenta la secreción biliar.
  • El yogur es un buen aliado, pues aporta una importante cantidad de aminoácidos predigeridos y además reduce la producción de sustancias tóxicas en el intestino, que un hígado alterado no consigue neutralizar del todo.
  • Algunas plantas pueden ayudar al funcionamiento óptimo del hígado y protegerlo de posibles enfermedades. Es el caso del cardo mariano, la achicoria, la alcachofera, el boldo, la rehmania, la artemisa o la cúrcuma.

Ayudas naturales para prevenir las alergias alimentarias

El mejor tratamiento para las alergias alimentarias es eliminar de la dieta la sustancia responsable de la reacción. Sin embargo, algunos remedios pueden aliviar los síntomas y, sobre todo, prevenir la respuesta del organismo.

  • Probióticos: todo lo que ayuda a mantener una buena flora intestinal ayuda a evitar las alergias e intolerancias alimentarias. El consumo de alimentos como el yogur y el kéfir está, pues, recomendado, así como el de los ricos en fibra.
  • Vitaminas: la vitamina A, en forma de betacaroteno, ayuda a mantener en buen estado la mucosa intestinal. La vitamina C tiene propiedades antihistamínicas: se toma a razón de 1 g al día como prevención, aunque se puede elevar a 3 veces al día en caso de alergia o intolerancia aguda.
  • Minerales: el magnesio regula muchas funciones orgánicas y actúa frente a las alergias digestivas. Como prevención, pueden tomarse unos 100 mg al día un par de semanas al mes. En fases de alergia, 2 g al día durante un periodo más corto. También puede ser interesante el cinc, que interviene en el sistema inmunitario, a razón de 15 mg al día. El selenio (250 microgramos al día), contribuye igualmente a un buen estado inmunitario.
  • Ácidos grasos esenciales: tanto los omega-3 como los omega-6, presentes en el pescado azul, en vegetales ricos en grasas y en aceites vegetales como el de onagra o borraja, ayudan a evitar las alergias alimentarias por sus propiedades antiinflamatorias naturales.
  • Quercetina: es un bioflavonoide que reduce, por un lado, los fenómenos inflamatorios presentes en la alergia y, por otro, contribuye a disminuir la excesiva permeabilidad de la pared intestinal. Puede tomarse en forma de suplemento: 250 mg unos 20 minutos antes de las comidas.
  • Homeopatía: un tratamiento constitucional personalizado puede equilibrar energéticamente el organismo y evitar la presencia de fenómenos alérgicos. Igualmente, diversos remedios homeopáticos pueden ser útiles frente a síntomas concretos (rinitis, cefalea, urticaria, diarrea, etc.).