El ministro de Consumo del gobierno de España, Alberto Garzón, ha publicado en su cuenta de Twitter un vídeo en el que pide a los españoles que consuman menos carne y que se conciencien de sus efectos negativos sobre la salud y el medio ambiente, porque su producción intensiva genera una gran cantidad de gases que favorecen el cambio climático.

En el texto del tuit, Garzón decía que "el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero proviene de la ganadería, especialmente de las macrogranjas, mientras que para que tengamos 1 kilo de carne de vaca se requieren 15.000 litros de agua". En el tuit aparecía el hashtag #MenosCarneMásVida.

Garzón ha explicado que "hay que reducir el consumo de carne. Eso no significa no consumir carne, sino que significa consumir de acuerdo con las recomendaciones sanitarias y que, si podemos, que sea controlable el origen y que sea de ganadería extensible, que es la que protege el territorio, el planeta y los puestos de trabajo".

Las palabras del ministro han sido contestadas por miembros de su propio gobierno y por representantes de las industrias ganadera y cárnica. El ministro de Agricultura, Luis Planas, declaró en la cadena SER que la campaña a favor de la reducción del consumo de carne es "errónea" y pidió que se respetara al sector ganadero.

¿La carne es mala para la salud?

Más allá de las declaraciones de los políticos están los hechos. Sobre los efectos de la carne en la salud existe un informe de 2015 de la Organización Mundial de la Salud que clasifica las carnes procesadas como causantes de cáncer y a las rojas como probables causantes.

Este informe de la OMS se basó en su momento en más de 800 estudios diferentes, seleccionados por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), que relacionaban el cáncer en los seres humanos y el consumo de carnes rojas o procesadas.

Por otra parte, decenas de estudios científicos asocian las grasas saturadas dominantes en los productos cárnicos con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

En España se consume más del doble de la carne recomendada

A pesar de estas informaciones, en España, en 2020 el consumo de carne aumentó un 10,2% respecto al año anterior hasta alcanzar una media de 50 kg por persona, según el informe anual de consumo alimentario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

¿50 kg de carne al año es mucho o poco? El consumo de carne no es imprescindible para la salud. La dieta vegetariana complementada con vitamina B12 es saludable. Pero 50 kg de carne se sitúa entre el doble y el cuadruple de lo que las propias autoridades sanitarias recomiendan.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) aconseja un consumo moderado de carne, entre 2 y 4 veces por semana. Tomando como referencia raciones de 100-125 gramos, esto significa un consumo de 9 a 20 kg de carne al año.

¿La carne es mala para el planeta?

Como bien dice Garzón en el vídeo, “las vacas y las heces de los cerdos y sus piensos generan más contaminación que los coches)”, pues este dato aparece en un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) del año 2009.

Este documento indica que el sector ganadero “es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero medidos en equivalentes de CO2, un porcentaje mayor que el correspondiente a los medios de transporte”.

El porcentaje del 14,5% de emisiones de gases de efecto invernadero generado por la ganadería consta en otro informe posterior de la FAO.

¿Qué se está haciendo para reducir el consumo de carne?

Las palabras del ministro Garzón no están acompañadas de medidas legislativas o económicas para reducir el consumo de carne. Al contrario, hasta ahora se ha promocionado con subvenciones y campañas como #LetsTalkAboutPork o #HazteVaquero, señala la asociación ProVeg en un comunicado de prensa.

ProVeg pide que se aplique a los productos un IVA que refleje su impacto ambiental. A mayor huella, mayor IVA. Así, habría que reducir el IVA de las de alternativas vegetales y subir el de carne y lácteos de origen animal.

También se deberían modificar las guías nutricionales oficiales para que se adaptaran al concepto de “dieta planetaria” y priorizaran el consumo de proteína vegetal frente a la animal. Un ejemplo sería la guía alimentaria de Canadá.

Otras ideas son ofrecer menús vegetales en colegios, hospitales y otros servicios públicos e incluir información sobre el impacto ambiental en las etiquetas de los productos alimentarios.

Finalmente el gobierno debería establecer objetivos concretos para la reducción del consumo de carne en el marco de las medidas que se toman para evitar el cambio climático, propone ProVeg.