El aceite de oliva, las legumbres y las frutas y verduras de temporada son los alimentos que tradicionalmente han explicado los beneficios de la dieta mediterránea.

El contenido en nutrientes, en fibra y en compuestos antioxidantes de estos productos los justifican, pero un estudio del grupo CIBER de Obesidad y Nutrición (CIBERobn) ha demostrado que los efectos saludables también pueden deberse a la acción positiva sobre la microbiota intestinal.

La investigación ha probado que una dieta mediterránea con restricción calórica, acompañada de actividad física, no solo ayuda a perder peso sino que modifica la composición de la microbiota intestinal.

Cambios en la composición de la microbiota intestinal

Cuando una persona modifica su alimentación, haciéndola más saludable y mediterránea, bacterias que en exceso resultan perjudiciales se van a reducir en número, como las Butyricicoccus, Haemophilus, Ruminiclostridium 5, Eubacterium hallii y Coprococcus 3. La reducción deseable de estas bacterias se vincula con las dietas bajas en calorías y bajas en alimentos de origen animal.

En cambio, la dieta mediterránea incrementa la bacterias intestinales beneficiosas de las especies Ruminococcacea NK4A214, Lachnospiraceae NK4A136, Alistipes y Coprobacter. Estudios anteriores habían informado que también aumentan las poblaciones de las bacterias positivas Dorea y Roseburia.

Algunos de los cambios descubiertos en la microbiota favorecen la pérdida de peso, la reducción del perímetro y la disminución del índice de masa corporal (IMC), según el estudio.

Según el estudio, el consumo de aceite de oliva se relaciona con una disminución de los niveles de aminoácidos de cadena ramificada (BCAA) en el plasma sanguíneo, que generalmente están aumentados en las personas con diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

La dieta mediterránea es prebiótica

El investigador principal del CIBERobn, de la Universidad de Málaga, Francisco José Tinahones concluye “la dieta mediterránea ha demostrado tener capacidad prebiótica, modificando de forma favorable las bacterias de nuestro intestino”.

Para realizar el estudio, los científicos crearon dos grupos de participantes. Uno siguió una dieta mediterránea baja en calorías y realizó actividad física. El otro grupo siguió la dieta mediterránea, pero sin indicaciones sobre el contenido energético ni pauta de actividad físicas.

Los resultados indicaron que los participantes del segundo grupo redujeron su peso una media de 200 g. Los del primer grupo disminuyeron un promedio de 4,2 kg, el perímetro de su cintura se redujo, disminuyeron las concentraciones de triglicéridos y glucosa en sangre y aumentó el colesterol HDL en sangre.

Se abre un camino a futuras investigaciones

En futuros estudios, los científicos quieren averiguar cómo los cambios en la microbiota se relacionan con los procesos metabólicos que permiten una mayor reducción del peso. Por ejemplo, se han asociado los cambios en la microbiota con una mayor producción de ácido grasos de cadena corta en el intestino.

La investigación se realizó en el marco del estudio PREDIMED‐Plus (Prevención con Dieta Mediterránea-Plus) y fue llevada a cabo por científicos en la Universidad Rovira i Virgili (URV) en Tarragona y en el Hospital Virgen de la Victoria (Universidad de Málaga). El estudio ha sido publicado por el American Journal of Clinical Nutrition.

Los autores del estudio forman parte del consorcio CIBERobn (Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatologı́a de la Obesidad y Nutrición), integrado por 33 grupos de trabajo nacionales, que investigan la obesidad, la nutrición y el ejercicio fı́sico con el objetivo de mejorar el tratamiento de los pacientes y de ofrecer información a la industria alimentaria y a la sociedad.

Referencia científica: