Quedan pocas tribus que mantengan un estilo de vida de cazador-recolector, alimentándose de lo que de forma natural hallan en el entorno. Hay grupos en la selva amazónica, la sabana africana, la tundra del Ártico e islas aisladas del Pacífico.

Conocer sus hábitos y cómo les afecta la influencia de otras dietas nos dice mucho sobre la evolución de nuestros hábitos y adaptación.

A excepción de los inuit, tribus de pequeñas islas y otras de alta montaña, la mayoría de estos pueblos come menos pescado y carne del que podríamos esperar. Las dietas varían, pero en general la proteína animal es un bien escaso y la base son los vegetales.

Los hadza, de Tanzania, por ejemplo, comen ante todo tubérculos, bayas y baobab junto a algo de miel y caza.

Entre los tsimane, de Bolivia, frutas, yuca y hojas silvestres son la base que a veces acompañan de carne o pescado.

Estas poblaciones no están libres de enfermedad, pero no acusan trastornos actuales como la hipertensión o la diabetes. Eso sí, su salud empeora al incorporar hábitos de otras zonas.

Aunque la cuestión es compleja, todo apunta a que no existe una dieta ideal universal, sino formas de alimentarse más conectadas con la naturaleza que permiten al ser humano vivir con salud aceptable integrado en su entorno. Y es la ruptura con el entorno lo que le desequilibra.

Qué comer para seguir una dieta paleo

Alimentos principales

La base de una dieta de inspiración paleo debería ser vegetal y en un 70% cruda. Estos son tus aliados:

  • Hortalizas: da prioridad a las que no necesitan cocción.
  • Frutas poco dulces: aportan energía sin altibajos.
  • Fermentados: son fáciles de digerir y favorecen la salud intestinal.
  • Semillas y frutos secos: aportan proteínas y grasas. Actívalos para hacerlos más nutritivos.
  • Germinados: los de semillas están llenos de vida y nutrientes.
  • Aceite de coco: una gran fuente de grasas saludables. Elígelo virgen.
  • Superextras: añade alimentos de color vivo, ricos en antioxidantes.

Con moderación

Algunos alimentos te aportan un extra de energía a la vez que dulzor, pero no debes abusar de ellos.

  • Tubérculos: son ideales como fuente de carbohidratos si eliminas cereales y legumbres, sobre todo si haces deporte. Acompáñalos de grasas sanas como aceite, semillas, o aguacate para evitar picos de glucosa.
  • Frutas dulces o muy dulces: acompáñalas también de aceites y grasas saludables.

Elimínalos de tu dieta

Prescindir de alimentos que inflaman los intestinos es una buena decisión.

  • Gluten: si es preciso, toma pseudocereales en pequeña cantidad.
  • Lácteos: la leche es para las crías. Tu cuerpo no la digiere bien.

Los usos terapéuticos de la dieta paleo

Son puntuales y abordan trastornos concretos. Requieren luego replantearse la dieta de por vida.

Dos aplicaciones terapéuticas de la dieta paleo son la dieta cetogénica y el protocolo autoinmune.

Dieta cetogénica

Su objetivo es inducir un estado similar a la cetosis en el cuerpo. El organismo, al no tener suficiente glucosa, recurre a la grasa almacenada para producir energía.

Se usa como apoyo o tratamiento en obesidad, diabetes, problemas autoinmunes, cáncer y epilepsia.

Para seguir la dieta cetónica se propone ingerir mínimo 100 g de triglicéridos de cadena media al día; una cantidad moderada de proteínas, de 0,8 g a 1,2 g por kg de peso corporal; y tan solo de 25 a 30 g de hidratos de carbono.

Los ácidos grasos de cadena media, tan básicos, abundan en derivados del coco, como en su aceite.

No se aconseja seguirla durante largos periodos, pues no es una dieta equilibrada. Su aporte de algunas vitaminas (C y B) y minerales (potasio y magnesio) es bajo.

Protocolo autoinmune

Es una dieta alta en nutrientes destinada a mejorar el estado de los intestinos y su permeabilidad y su objetivo es mejorar el estado de salud de base de las personas con un trastorno autoinmune. Es más equilibrada que la cetogénica, pero también más estricta.

Durante al menos 28 días se eliminan los alimentos irritantes para el intestino, los inmunoestimulantes y los proinflamatorios. Esto implica evitar semillas, frutos secos, cereales y legumbres, cacao, alcohol, café, solanáceas, bayas, huevos (en especial la clara), el gluten, ciertos fármacos, endulzantes no nutritivos y aditivos.

Se incluyen el resto de verduras y hortalizas, raíces, setas, algas, derivados del coco, aceites crudos y grasas saludables, fermentados y frutas de bajo índice glucémico.