Tras cada una de nuestra sesiones, inmediatamente después de llegar a casa, Carmen escribía en su diario de terapia un resumen de todo el trabajo que habíamos realizado ese día. Anotaba minuciosamente todo lo que habíamos hablado, también los recuerdos y las situaciones difíciles de su infancia que habíamos trabajado en la sesión.

La joven me comentaba que, tras su trabajo en la sesión, le encantaba tener ese rato personal para coger su cuaderno y escribir sus impresiones sobre todo lo que acababa de vivir. Para ella, este era un momento de intimidad y de introspección. Sentía como si fuera una continuación de su terapia. Y así era.

Además, entre sesiones, Carmen también anotaba en su diario todos los sueños que tenía y podía recordar. Más adelante, en la sesión, los trabajábamos y veíamos cómo su significado estaba relacionado con el trabajo terapéutico de Carmen, tanto en la consulta, como en los escritos de su diario.

¿Por qué nos ayuda tanto escribir?

Muchas personas desconocen el potente poder sanador que tiene la escritura. Escribir nos ayuda a abrir puertas que llevaban mucho tiempo cerradas en nuestro inconsciente. También nos permite conectar con nuestra intuición, con nuestro verdadero yo, con aquellos recuerdos olvidados, que necesitamos recordar y trabajar para poder avanzar en nuestra vida.

Como le sucedía a Carmen, al escribir sobre la sesión que habíamos tenido ese día (en la que habíamos trabajado alguna escena traumática de su pasado), otros recuerdos de su infancia afloraban. De esta forma, ella podía relacionarlos con su trabajo terapéutico de la consulta y se percataba de las similitudes que tenían con los recuerdos trabajados en sus sesiones. Quizá, por ejemplo, eran situaciones donde la castigaban o donde se sentía sola porque nadie de su familia la atendía.

Realmente, el apoyo de la escritura a la terapia sucede tal y como Carmen lo describía. Llevar un diario de terapia ayuda, en primer lugar, a conservar un registro de todo lo que realizamos y a percibir el avance en la consecución de los objetivos y a profundizar en el autoconocimiento. No obstante, la importancia de la escritura va mucho más allá.

  • Escribir sobre el mundo emocional establece una conexión entre cabeza y corazón, entre el mundo racional y el emocional, entre el exterior y el interior de la persona. Escribir nos ayuda a comprender mejor la realidad que nos rodea y los obstáculos que nos encontramos en nuestra vida. Obstáculos, muchos de ellos, originados en situaciones y circunstancias que hemos olvidado y que necesitamos recordar para poder superarlas y avanzar libres de ellas en nuestras vidas.
  • Si se trabaja el hábito de escribir en un ambiente tranquilo, donde se pueda estar concentrado y sin ninguna distracción externa, la mente entra en un estado especial de conciencia, en el que puede conectar de forma muy directa con la memoria. Y no solo con una memoria de acontecimientos, sino también de emociones.
  • Si se está escribiendo específicamente sobre una emoción concreta (miedo, ira, etc.), puede que acudan a la mente otros recuerdos anteriores que también estaban bañados por esa emoción. De esta forma, podemos ir retrocediendo en el tiempo hasta llegar a recuerdos verdaderamente antiguos.

Un sencillo ejercicio de escritura terapéutica

Toda la información que aflora con la escritura es muy valiosa para la terapia. Cada recuerdo es como una pieza del puzle de nuestra vida que tratamos de montar a lo largo de las sesiones. Cuanto más podamos comprender nuestro pasado, más capacidad tendremos para cambiar nuestro presente.

Gracias a su ejercicio de escritura, Carmen pudo ir dándose cuenta de los patrones repetidos en su vida y, de esta forma, avanzar en su terapia de forma mucho más rápida y eficaz, ya que podía ir limpiando, no solo una escena, sino todas las relacionadas con ese patrón destructivo para ella.

También tú puedes beneficiarte en tu vida del poder sanador de la escritura. Además de iniciar algún curso de escritura terapéutica, puedes hacer este sencillo ejercicio que te propongo. Realizaremos con él una pequeña introspección en tu vida:

  • Durante una semana apunta todos los días, antes de acostarte, cinco palabras que resuman tu día.
  • Al finalizar la semana –con estas 35 palabras que has escrito a lo largo de los siete días– escribe un texto donde vayan apareciendo las palabras en el mismo orden en el que fuiste anotándolas (no te preocupes mucho de la redacción y de la gramática).
  • Una vez redactado el texto, léelo y responde a las siguiente cuestión. ¿Cuáles son las principales preocupaciones y obstáculos de tu vida?
  • Ahora que los has detectado, ha llegado el momento de superar estos obstáculos. La escritura puede convertirse en una gran aliada para este cometido.