Por definición "oficial" de The Vegan Society, el veganismo es "una filosofía y forma de vida que busca excluir –en la medida de lo posible y practicable– todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales para la alimentación, la vestimenta o cualquier otro propósito; y, por extensión, promueve el desarrollo y uso de alternativas libres de animales en beneficio de los animales, los humanos y el medio ambiente".
Es decir, el veganismo no afecta solo a la parte de nuestras vidas relacionadas con lo que comemos, sino también con lo que vestimos, nuestra higiene personal, ocio o el cuidado del hogar.
El veganismo no es solo una dieta, pero la dieta es muy imporante
Sin embargo, aunque el veganismo no es solo una dieta, en términos numéricos del total de animales explotados y sacrificados el mayor porcentaje, con diferencia, es el de los destinados a alimentación.
Según Animal Charity Evaluators, más del 99,6% de los animales terrestres domesticados, usados y sacrificados en los Estados Unidos son de granja. Los usados en laboratorio representan el 0,2%; para vestimenta, el 0,07%; y el 0,03% restante son sacrificados en refugios de animales de compañía.
La gran mayoría de los animales explotados y sacrificados son los destinados a alimentación
La magnitud del sufrimiento que infligimos a los animales de granja empequeñece a todas las demás categorías. En España, por cada perro o gato sacrificado en una protectora, cerca de 64.000 animales terrestres de granja son confinados y sacrificados.
Cada año se sacrifican más de 905 millones de animales de granja: más de 1.700 por minuto. De los animales terrestres sacrificados casi el 90 % eran aves. Las vidas de los peces son tan elevadas en número, y se les da tan poco valor que no se cuentan por individuos, sino por millones de toneladas.
Los hábitos alimentarios son difíciles de cambiar
Más allá de las cifras, el acto de comer en sí es uno de los más difíciles de cambiar. Primero, porque es algo que muy probablemente hacemos varias veces al día. Y, después, por la enorme carga social y cultural que conlleva. Comer animales es para la humanidad un hábito arraigado desde hace más de 2,5 millones de años.
Aún así, los animales de granja son los más olvidados, los que reciben menos ayuda. En EE.UU., menos del 1 % de las donaciones van específicamente a organizaciones de animales de granja. En España, probablemente sea menos.
Por eso es una buena noticia que existan organizaciones que centren sus esfuerzos tanto en el bienestar de los animales de granja como en sacar a los animales de nuestro sistema alimentario.
En un escenario idílico, tendríamos suficientes recursos para ayudar a todos los animales por igual y difundir el veganismo. Pero ante la complejidad del problema al que nos enfrentamos debemos buscar la manera más eficaz de ayudar al mayor número de animales posible. Conocer las cifras nos permite maximizar nuestro impacto. Por eso, tiene sentido centrarnos en la alimentación. Buscamos evitar en la mayor medida de lo posible la explotación animal.