La relación entre el ser humano y la naturaleza es conflictiva desde hace siglos, quizá milenios. Aún no sabemos si queremos reintegrarnos en una naturaleza lo más pura posible o crear un mundo a nuestra medida.

Pero, ¿qué sentimientos nos genera aquí y ahora nuestra relación con el entorno? Echas una mirada a tu alrededor y sientes que algo no va bien. Hay árboles, verde, cielo azul, pero algo en el paisaje te produce sensación de tristeza. Sufres solastalgia.

Cuando los cambios que amenazan la naturaleza nos entristecen

Lo cierto es que como seres vivos que somos mantenemos un vínculo, más o menos consciente, con lo que llamamos naturaleza. Aún respiramos oxígeno, nos alimentamos con nutrientes naturales y las sustancias químicas suelen sentarnos mal.

Y como demuestran los estudios científicos, la gran mayoría, en un entorno natural seguro, tiende a sentirse mucho mejor que rodeada de cemento y ruido.

Trastorno por déficit de naturaleza

Podemos sufrir un "trastorno por déficit de naturaleza", concepto acuñado por Richard Louv en su libro Los últimos niños en el bosque (Ed. Capitán Swing). Louv, que ha escrito también Volver a la naturaleza (Ed. RBA), asocia este trastorno al aumento de los casos de trastorno por déficit de atención, obesidad y depresión, entre otras afecciones.

La solastalgia es otra afección relacionada con nuestra relación mejorable con la naturaleza. El término fue creado en 2003 por Glenn Albrecht, profesor, ahora retirado, de sostenibilidad en la Universidad Murdoch (Australia).

Para Albrecht, la solastalgia es el sentimiento de tristeza, angustia o melancolía que aparece como consecuencia de los cambios negativos en un entorno que sentimos como nuestro.

La solastalgia amenaza la topofilia

El entorno, el paisaje debiera ser fuente de satisfacción. Muchas personas todavía sienten "topofilia" o amor por el lugar donde crecieron o donde viven.

Pero la topofilia se transforma en solastalgia cuando en ese lugar aparece una fea y contaminante central térmica, se quema el bosque o parece abandonado, desolado.

El solastálgico siente que es un cambio que no ha deseado y que le ha hecho perder algo –el paisaje que era suyo, su hogar– irreversiblemente.

La solastalgia es similar a la nostalgia, pero se siente respecto al presente y estando en casa. Este sentimiento se ha hecho tan común debido a los cambios que no cesan en la era de la globalización que necesitaba una palabra.

Una expresión que refleja la realidad de nuestra experiencia

Se utiliza en textos académicos, en obras artísticas, en blogs y en conversaciones entre personas de a pie porque el concepto solastalgia refleja una experiencia real y frecuente. Y con toda probabilidad irá a más.

El cambio climático, la urbanización, la incesante producción de plásticos y otros materiales sintéticos y la omnipresencia de la tecnología ya alteran y alterarán más todo lo que conocemos. El temor a un futuro así también tiene un nombre: pavor global.

En el peor de los casos, unas tierras se inundarán al subir el nivel de las aguas del mar. Otras se secarán. El fracking, la minería, las enormes extensiones de monocultivos amenazarán los paisajes que las personas sienten como parte de sí mismas.

¿Cómo curar la solastalgia?

Albrecht propone contrarrestar toda esta solastalgia con otros sentimientos de apego hacia la naturaleza y la vida.

Estos sentimientos también los podemos nombrar: biofilia (amor o afinidad por lo vivo), la topofilia (afecto por los lugares), la ecofilia (por los ecosistemas), la soliphilia (amor por la solidaridad) y la eutierria (sentimiento de unidad con la Tierra y el resto de la vida).

Podemos luchar por la conservación, la recuperación y la rehabilitación de nuestro entorno. Con ello cuidaremos también nuestra salud mental y emocional.