Muchas personas todavía asocian el yoga con la imagen de un individuo vestido de naranja, con turbante, incienso y cantando en sánscrito… No obstante, el yoga puede ser también algo mucho más cercano, práctico y real, que aporta infinidad de beneficios tanto para la salud física como la mental.
Existen numerosos tipos de yoga y cada uno aplica métodos diferentes para conseguir un mismo objetivo: facilitar una forma de autoconocimiento que permita vivir armónicamente con uno mismo, con los demás y con el mundo.
El yoga es una herramienta que hace posible conectar con lo esencial de la persona. Es una vía para introducir lucidez donde hay confusión, paz mental donde existe crispación o desasosiego, y relajación donde hay tensión.
No es tarea fácil, ni tampoco algo que se logre de un día para otro, pero sí va consolidándose con el tiempo cuando se practica de forma regular.
Los beneficios visibles del yoga
Los beneficios del yoga son innumerables. A nivel físico, la mayoría de variantes de esta disciplina proporcionan una saludable forma física.
A través de las posturas (asanas) se tonifican y estiran los músculos, se corrigen malos hábitos posturales y se segregan endorfinas, las llamadas "hormonas de la felicidad", que producen una sensación de bienestar.
Al conseguir un cuerpo sano y vigoroso, indirectamente se incrementan también la fuerza, la flexibilidad y la resistencia, lo que facilita que desaparezcan tensiones y dolores.
Una práctica continuada de yoga elimina impurezas del cuerpo, aumenta las defensas, refuerza los distintos órganos y mejora el funcionamiento de los sistemas inmunitario, circulatorio, digestivo y hormonal.
Beneficios mentales
A nivel mental, el yoga es una excelente herramienta para eliminar el estrés y cualquiera de sus manifestaciones.
La práctica de la respiración consciente o pranayama (prana significa energía vital, y ayama, control) disminuye de manera automática la ansiedad, el insomnio, los dolores de cabeza y los desórdenes digestivos.
En nuestro día a día tenemos muy poca conciencia de lo importante que es respirar; inhalamos y exhalamos de manera automática y poco generosa, lo que resulta en tensiones (estrés, ansiedad, falta de concentración), un sistema inmunitario débil y otros problemas de salud.
A través de una respiración profunda, se acallan los pensamientos que deambulan por la mente, se regula el ritmo cardiaco, se estimula el corazón, se masajean los órganos abdominales, se activa el sistema linfático, se desarrolla la concentración y autoconfianza, y se logra silenciar la mente.
Una vez aprendida, esta respiración se puede poner en práctica en no importa qué momento del día, sentado, tumbado o de pie.
Cualquier persona, con independencia de su edad, su condición física, su elasticidad o su nivel de estrés, puede iniciarse en la práctica de yoga.
Sus diferentes ramas y escuelas proporcionan distintas escalas de intensidad que van desde prácticas casi estáticas hasta otras muy dinámicas. Dependiendo de lo que cada uno busque, es conveniente que se inicie en uno u otro estilo.
Elige tu estilo de yoga
- Estiramientos y relajación. El HATHA YOGA es la raíz de la mayoría de estilos de yoga importados a Occidente. Incorpora posturas físicas, respiración y meditación. Parte de lo físico para llegar a un estado de relajación mental. Tiene gran eficacia preventiva, terapéutica y es muy útil para la rehabilitación de lesiones, así como para controlar el estrés.
- Buena forma física y mente serena. El VINYASA nace del hatha y se centra en la coordinación de la respiración con el movimiento. Es una variante dinámica de yoga que, a través de secuencias fluidas de posturas, acompañadas de una respiración rítmica e intensa, ayuda a eliminar toxinas del cuerpo, al mismo tiempo que tonifica los músculos, proporciona flexibilidad y serena la mente.
- Compromiso y exigencia física. El ASHTANGA también nace del hatha. Es el estilo de yoga más exigente físicamente. Se trata de una serie fija de posturas con dificultad progresiva, en la que el practicante avanza según las indicaciones del profesor. Su respiración (ujayi) es intensa, lo que provoca calor y sudoración. Las sesiones son muy atléticas y enérgicas, por lo que no es recomendable para personas con lesiones.
- Precisión postural. El estilo IYENGAR fue desarrollado hace más de 60 años a partir del hatha yoga. Promueve la fuerza, la flexibilidad, la resistencia y el equilibrio a través de la respiración coordinada y la alineación del cuerpo en distintas posturas. Mantiene cada postura cerca de un minuto (más que otras disciplinas) y, tras cada una de ellas, permite descansar durante algunas respiraciones. Debido a su ritmo lento, y a su precisión, permite ser practicado por todo el mundo.
- Para despertar la energía del cuerpo. La práctica de KUNDALINI se centra, sobre todo, en despertar la energía del cuerpo desde la base de la columna vertebral, hacia arriba. Se trata de un estilo enérgico a base de movimientos repetitivos, y cada uno de ellos está dirigido hacia la liberación de la energía. Una típica clase de kundalini puede incluir también cantos, meditación y ejercicios de respiración. Junto con el hatha yoga, es la rama más extendida en Occidente.
- Tradición. El yoga SIVANANDA es una práctica muy tradicional que incluye la ejecución de posturas físicas, ejercicios de respiración, estudio de la filosofía vedanta, recitación de mantras, cantos y meditación. Se trata de una práctica enfocada en lo espiritual que incorpora técnicas de diferentes ramas del yoga.
- Eliminación de toxinas. El BIKRAM YOGA consiste en una serie de 26 posturas que se repiten, en cada sesión, dentro de una sala a 40 ºC. El propósito de la práctica es calentar los músculos rápido para desintoxicar el cuerpo por medio de la sudoración. Su fundador, Bikram Choudhury, fue medallista olímpico levantando pesas y ha puesto de moda este tipo de yoga en el mundo occidental a través de actores, modelos y cantantes.
- Alineación. El ANUSARA YOGA fue creado en 1997 y pone un fuerte énfasis en la alineación de las posturas. Su objetivo es, a través de la práctica de asanas, lograr abrir el corazón para conectar con lo divino que hay dentro de cada uno, así como de los demás.
- Restaurativo. El YIN YOGA se centra en estirar los tejidos que conectan los músculos con los huesos, puesto que son duros y se han de estimular de una forma más suave y mantenida que los músculos, suaves y elásticos por naturaleza. Cada postura se mantiene entre dos y cinco minutos. La práctica de yin yoga proporciona una profunda relajación.
¿Qué estilo escoger?
Para encontrar tanto al profesor como la variante de yoga y la clase más adecuadas para cada persona, es recomendable probar distintos estudios y profesores.
Lo mejor es dejar la elección al propio instinto, teniendo en cuenta la sensación que se experimenta tras cada sesión. Escuchándose, se sabe si el estilo, el ritmo y la intensidad son los adecuados para uno.
No hay que tener prisa y, sobre todo, no hay que forzar nunca al cuerpo en ninguna postura. El yoga no se hace ni "bien" ni "mal". El fin último de esta disciplina es el bienestar y el equilibrio del practicante. Y no hay duda de que, con la práctica, estos siempre llegan.