Joanne Cacciatorees una sacerdotisa zen que se ha especializado en el acompañamiento de personas que han sufrido una pérdida o han vivido una experiencia traumática. "Desde el año 2007, practico la meditación para estar en lo que es y aceptar lo que siento, tanto si es un dolor intenso, un trauma, la alegría o el sentido. La meditación y la práctica contemplativa son fundamentales para lograr esta aceptación incondicional", explica Joanne que dirige Selah Carefarm.

Es una granja convertida en un centro de reposo, donde al lado de animales y en plena naturaleza, ayuda a las personas a recuperarse de sus heridas y pérdidas. Allí se llevan a cabo trabajos de jardinería, meditaciones, sesiones yoga y de terapia de grupo entre otros enfoques todos ellos alejados de los fármacos. Los animales de “Selah Carefarm” que acompañan han sido rescatados del abuso y la negligencia. Asimismo Joanne dirige la fundación dedicada también al acompañamiento llamada «Miss Foundation».

Doctorada por la Universidad de Nebraska-Lincoln, Joanne dirige el postgrado de duelo y trauma en la Universidad Estatal de Arizona, ha puesto luz a ambos temas con numerosas investigaciones que ha recogido en su libro «Soportar lo insoportable» (Ed. Kairós). Joanne inició este camino después de que su hija muriera justo después de nacer.

–Desgraciadamente muchas personas durante la pandemia han perdido a seres queridos sin tener la posibilidad de acompañarlos hasta el final. ¿Esto complica el proceso de duelo y la aceptación de la pérdida?
–Claro. No poder estar al lado de la persona que amamos profundamente durante su proceso de muerte es algo increíblemente doloroso, y hemos visto demasiados casos así durante esta pandemia. Son numerosas las familias que no han podido decir adiós ni despedirse con respeto de su ser querido fallecido a causa de la Covid–19 o por otra enfermedad.

También se les ha impedido realizar reuniones y rituales para honrarlos. Para estas personas los próximos años pueden resultar muy difíciles, porque les costará mucho comprender y enfrentar el dolor de su pérdida en estas circunstancias.

–¿Por qué son necesarios los rituales para elaborar una pérdida?
–Los rituales constituyen una herramienta muy poderosa para exteriorizar las emociones que hay en nuestro interior durante un duelo. Ofrecen la posibilidad de expresar y conectar con este dolor y con ello la persona siente cierta sensación de control sobre estas complicadas emociones, un control que uno pierde ante la muerte. En nuestra investigación encontramos que las personas que organizan macro rituales, es decir rituales en los que se acaba implicando mucha gente –algo que con el Covid-19 no ha podido ser– como pueden ser funerales u otras ceremonias, se recuperan mejor de la pérdida.

También hay personas que realizan micro rituales y pequeñas cosas de manera regular que les siguen vinculando y recordando a la persona que ha fallecido, y esto también les es de gran ayuda en el proceso de duelo. El ritual puede consistir simplemente en escribir una carta a la persona que se ha ido, quemar incienso o una vela por el fallecido o meditar.

Son rituales privados que tienen una fuerza tan sanadora como los grandes rituales colectivos y públicos.

–¿Qué más ayuda en un proceso de pérdida?
–Lo que más ayuda es sentir la presencia de alguien al lado sin que esta persona intente cambiar nada, ni curarnos ni sacarnos de nuestra tristeza. Se trata de escuchar, de estar presente, evitar tópicos y palabras huecas, mostrar amor y compasión y repetir mucho el nombre de la persona sin otra intención que estar y acompañarla.

Todos deseamos que los demás también recuerden a nuestros difuntos, que invoquen su nombre, que miren sus fotografías y vídeos y que tengan presente que esta persona formará parte de la familia para siempre. Sobre todo cuando el duelo es traumático la gente necesita mostrar su dolor durante bastante tiempo y, por tanto, las personas de alrededor tendrán que ser mucho más pacientes con quien sufre.

Hablar de nuestros sentimientos con una persona que infunde seguridad ayuda mucho a elaborar la pérdida, pero este tipo de personas no son fáciles de encontrar. No hay demasiadas que estén preparadas para escuchar y acompañar en situaciones así. En cambio, en nuestras investigaciones descubrimos que los animales nos dan un amor y una atención completa sin juzgarnos en ningún momento, y este acompañamiento resulta muy útil para las personas que han sufrido una pérdida.

Tenemos cuarenta y tres animales en nuestra granja que fueron rescatados por haber sido abusados, torturados o abandonados y logran que las personas, que llegan aquí de distintas partes del mundo con una gran pena en el corazón tras haber sufrido una pérdida, vivan experiencias transformadoras.

–Ha estado con mucha gente que ha sufrido grandes pérdidas. ¿Qué destacaría de estas experiencias?
–He aprendido tantas cosas que es imposible enumerarlas todas. Te diré que hasta que no fomentemos un mundo lleno de compasión para todos los seres de la Tierra, para todos los humanos y también para los animales, seguiremos sufriendo el inmenso dolor de la soledad tras sufrir una pérdida.

Todos sufrimos y sentimos dolor, incluso los animales, y expandiendo esta bondad amorosa hacia los demás transformaremos la forma de experimentar la pérdida. No podremos hacerla bonita, pero sí algo tierno, gestionable y santo.

–¿Podemos superar cualquier tipo de pérdida? Cuando la vida es insoportable, ¿qué podemos hacer?
Hay pérdidas catastróficas que dejan un vacío, una herida abierta que dura décadas e e incluso perdura hasta la muerte. Estas pérdidas son irreparables porque quien ha fallecido es alguien con quien manteníamos una relación profundamente significativa y central en nuestra vida, era alguien por quien sentíamos un amor muy profundo y una gran conexión.

Romper con esta relación resulta algo devastador.

Para sobrellevarlo será importante encontrar un buen apoyo en los que nos rodean y sobre todo en quienes han vivido una experiencia similar ya que son los únicos capaces de entender nuestra intensa reacción emocional ante esta pérdida y verla como algo lógico. Cuando las emociones son congruentes con la intensidad de la pérdida no debemos tildarlas de patológicas.

–¿Puede la espiritualidad ayudar a superar una pérdida?
–Para muchas personas tener una visión espiritual de la vida, y en particular creer en que hay vida después de la muerte, significa una ayuda a la hora de superar la pérdida. Pero para otras personas esto es útil. Cada pérdida es como una huella digital que hay que contemplar de cerca para vislumbrar las diferencias que hay entre ellas así como para apreciar las semejanzas.